El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha comparecido de urgencia este sábado para explicar que el Ejecutivo ha decidido cambiar de estrategia y decretar la paralización del país, es decir, que “todos los trabajadores no esenciales deberán quedarse en casa” del próximo lunes 30 de marzo al 9 de abril. Estos trabajadores seguirán percibiendo su salario durante estos diez días con normalidad, un “permiso retribuido recuperable”, y una vez que se levante el estado de alarma recuperarán las horas de forma paulatina.

El presidente del Gobierno ha señalado que la medida se ha tomado contando con los agentes sociales, a pesar de que los empresarios eran reticentes al paro de la producción. Una opinión que compartía el propio Sánchez que, el pasado miércoles, defendió en el Congreso que “había que preservar lo que nos permitirá salir de esta pesadilla en el futuro”, en referencia al tejido empresarial. Sin embargo, la evolución del coronavirus en España ha llevado al Ejecutivo a cambiar la hoja de ruta y tomar medidas más drásticas para frenar el contagio y evitar el colapso en los hospitales, especialmente en las UCIs, que están al límite de su capacidad. “Se trata de una estrategia muy efectiva para luchar contra el virus. Pronto notaremos el efecto de este poderoso esfuerzo”, ha destacado el presidente.

Lo cierto es que la situación no mejora y llevamos dos días consecutivos volatilizando los récords de fallecidos, 832 en las últimas horas. La cercanía que, con toda prudencia, los expertos observan del pico de la curva ha obligado a redoblar los esfuerzos e implementar medidas más restrictivas que se aprobarán mañana en un Consejo de Ministros extraordinario. “Es el momento de intensificar la lucha cuando nos acercamos a la cresta de la ola", ha destacado Sánchez. El Gobierno defiende que la medida se ha tomado ahora porque “estamos en puertas de la Semana Santa y porque podemos frenar la movilidad”. El objetivo es que esta se reduzca entre semana al nivel al que lo hace los fines de semana.