Política

Moncloa veta las preguntas al jefe de la Guardia Civil sobre su polémica de «minimizar los bulos»

El jefe de la Benemérita defiende su honestidad de servicio en el Cuerpo y destaca que «somos todos un equipo»

Rueda de prensa sobre estado de la crisis del coronavirus
El Jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil, el general José Manuel SantiagolarazonAgencia EFE

El Gobierno de Pedro Sánchez comienza a acusar el esfuerzo de transparencia que está haciendo en la crisis del coronavirus. Las múltiples ruedas de prensa que se realizan cada día desde La Moncloa –a veces hasta tres en una misma jornada– están causando quebraderos de cabeza, en lugar de convertirse en un efectivo mecanismo de rendición de cuentas a la ciudadanía.

Las múltiples voces y la escasa experiencia de algunos intervinientes generan contradicciones en el discurso que Moncloa quiere trasladar y, en el peor de los casos, abren una vía de agua en esta estrategia cuando se produce un «lapsus» como el del Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, asegurando que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad trabajan para «minimizar las críticas a la gestión del Gobierno» en las redes sociales. En su afán por tratar de restar trascendencia a este desliz, que ya fue enmendado por el ministro del Interior, FernandoGrande-Marlaska; la Secretaría de Estado de Comunicación volvió ayer a filtrar las preguntas sobre este asunto que los periodistas le trasladaban sobe este asunto en la rueda de prensa para proteger al general José Manuel Santiago.

No es una práctica novedosa. Moncloa ya se vio obligada a cambiar el sistema de las comparecencias de ministros y del presidente del Gobierno por uno «presencial y en directo», a través de videoconferencia con los periodistas, cuando varios medios de comunicación –entre ellos, LA RAZÓN– se plantaron y decidieron no participar en las ruedas de prensa hasta que éstas garantizaran la libertad de preguntar sin que el contenido de las cuestiones fuera conocido previamente y filtrado después. Sin embargo, este cambio en las comparecencias solo se aplica a las de los ministros del Gabinete y al presidente del Gobierno, por lo que las que celebran diariamente con los técnicos, siguen bajo el control del secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, que decide quién y qué se pregunta.

En la jornada de ayer, hasta el chat en el que se aglutinan estas cuestiones llegaron al menos siete turnos de preguntas de compañeros interesados en una valoración o rectificación del propio general Santiago sobre las palabras que profirió 24 horas antes y en las que señaló literalmente que su labor era «por un lado, evitar el estrés social que producen los bulos, y por otro, minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno». Sin embargo, Oliver decidió no trasladar ninguna de las cuestiones relativas a matizar o desmentir esta expresión que formularon los periodistas.

El general Santiago a diferencia de otras ocasiones, fue el último en intervenir en la rueda de prensa del equipo técnico. Defendió que, en sus 40 años al servicio del Instituto Armado, en la lucha contra la banda terrorista ETA, desde la Academia, en misiones en el extranjero o ahora al frente de la crisis de la pandemia del coronavirus, ha aprendido «que lo primero son las personas, no hay ideologías».

Y concluyó con un «todos los que estamos aquí, todos somos un equipo». Acto seguido, en una imagen inédita, el resto de responsables técnicos que comparecían a su lado le respaldaron con un aplauso. Un aplauso que el secretario de Estado de Comunicación pidió hacer extensivo a cada uno de los miembros del comité técnico, cuyo esfuerzo es «continuo». Por su parte, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, se escudó en la exposición pública a la que están sometidos y consideró que «utilizar fallos en los discursos de los que estamos ya al límite de nuestra capacidad para hacernos daño no es algo decente».

Esta polémica se suma a la del último CIS en la que el organismo que preside José Félix Tezanos preguntaba a los encuestados sobre el control en la difusión de bulos, cuya formulación ha sido duramente criticada por los partidos de la oposición y también desde el mundo de la sociología. La pregunta inducía a elegir entre la libertad de expresión y prensa y que la información que percibe el ciudadano estuviera centralizada en una única fuente de información oficial dependientes del Gobierno.