ERC

Pere Aragonés, un candidato a la escocesa

ERC ya tiene su opción para la Generalitat de Cataluña, aunque no lo oficializará hasta que Torra convoque las elecciones

Torra pedirá a Sánchez 15.000 millones para afrontar la emergencia económica
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, ayer, durante la visita que realizó a las obras de una promoción de viviendas en BarcelonaEnric FontcubertaEFE

«No tendremos candidato hasta que se convoquen elecciones». Con esta frase se intenta cerrar el debate en ERC, aunque la sala de máquinas republicana trabaja sin descanso a la espera de la entronización de Pere Aragonés, coordinador nacional del partido, vicepresidente del Govern y conseller de Economía. ERC presiona a Torra para que convoque elecciones, pero el presidente catalán no lo tiene previsto. «Las convocará cuando más interese a su formación», dice Joan Tardà. Y añade: «Cuando crean que han desgastado a ERC». Las convoque Torra o las fuerce el Supremo con su inhabilitación, se celebrarán, a más tardar, a finales de año o principios del 2021. «ERC tiene hoja de ruta y candidato. Junts per Catalunya, ni hoja, ni ruta ni candidato», concluyen fuentes republicanas.

En ERC no tienen prisa en designar candidato. Ya lo tiene. Aragonés ha generado el consenso suficiente. Tiene la confianza de Oriol Junqueras, de la Secretaria General, Marta Rovira; del núcleo, duro desde Sergi Sabrià hasta Marta Vilalta, pasando por Gabriel Rufiàn y Roger Torrent, president del Parlament que durante un tiempo acarició la posibilidad de liderar la candidatura. Y, sobre todo, cuenta con el respaldo de Joan Tardà, el ex diputado con gran predicamento en las filas de ERC y con un perfil transversal en el mundo independentista. Un perfil que Aragonés quiere reforzar en el futuro más inmediato en la sala de máquinas de la reflexión y de las ideas en el seno de ERC. Y con un papel protagonista en los medios para que sea la primera trinchera de defensa de Aragonés.

La tranquilidad interna ha dado impulso a su figura. Participa en todos los actos relevantes del partido, los suyos manejan la agenda, afronta situaciones complejas como la de Nissan, es el padre de los presupuestos pactados con los Comunes y marca la línea a seguir. Avisó hace 15 días que Carmen Calvo no era la interlocutora y los acuerdos con el PSOE acabaron como el rosario de la aurora. La pasada semana, Aragonés y Sánchez cosieron un acuerdo con discreción y la Permanente de ERC lo ratificó, abriendo la caja de los truenos con JxCat, que acusa a los republicanos de traidores y de abandonar el camino de la unidad hacia la independencia.

No parece que le tiemble el pulso a Aragonés. Será el candidato porque el partido le respaldará, pero no antes de que Torra convoque, porque «no daremos argumentos a nuestros adversarios». «Pere es la opción natural», afirman en su entorno. Y parecen tener razón. Es un hombre meticuloso, sabe escuchar y no es partidario de la política espectáculo y las broncas mediáticas. Muy cercano a Junqueras –una vez por semana se veían en la cárcel hasta el confinamiento–, ha abierto el camino a un acuerdo de izquierdas con los Comunes. Las encuestas dicen que los republicanos ganarán, pero en el nuevo escenario también podrán elegir pareja de baile. JxCat no puede decir lo mismo. Y el artífice es Aragonés siguiendo las directrices de Junqueras con aquello de «hemos de ampliar la base».

El mundo empresarial no habla mal de él. Tiene buena prensa entre sus interlocutores. «Es un pragmático», «sabe tejer complicidades. Nada que ver con Torra». «De Aragonés te puedes fiar», «es más de consensos que de exabruptos y enfrentamientos», dicen en el mundo empresarial. En algo tienen razón. Es difícil sacarlo de sus casillas. Es comedido y no se deja llevar por los temporales. Su hoja de ruta es el «modelo escocés»: «Gobernemos bien para reforzar nuestra opción de independencia». Toda una blasfemia para los que claman por la independencia ya.

Para los suyos, el Covid-19 ha revalorizado y reforzado sus planteamientos. «Ahora no es el momento de banderas, es el momento de eficacia, de gestión», apuntan sin los prejuicios que han caracterizado a los republicanos, siempre pendientes del «qué dirán» en el mundo independentista radical. «El Covid ha puesto en evidencia que con la épica no se come, no se solventan problemas y no se dan alternativas a la gente. Mientras llega nuestra ansiada República hay que trabajar, sumar al proyecto y la mejor manera es con una buena gestión», razonan en ERC dejando entrever sus diferencias, cada día más abismales, con JxCat. «¿Dónde está la épica de Puigdemont, Sánchez, Rull o Turull, desaparecidos durante la pandemia?», se preguntan para contestarse: «La gente no quiere épica, quiere gestión. Con buena gestión llegará la épica». ERC se mira en el espejo del Partido Nacionalista Escocés, que refuerza sus victorias en la gestión. «La gente nos ve como partido serio, determinante en Madrid y fundamental en los ayuntamientos. Con Aragonés gestionaremos bien la Generalitat».

Pere Aragonés (1982) nació en el seno de una familia de empresarios textiles y hoteleros en Pineda de Mar, un municipio del Maresme en el que han gobernado los socialistas durante más de la mitad de los mandatos de la democracia. CiU interrumpió este liderazgo durante 12 años, pero los socialistas volvieron en 2007 a una alcaldía que ahora gobiernan con mayoría absoluta. El segundo partido es ERC, con 7 ediles. JxCat tiene uno. En los inicios de la democracia rompía esta dicotomía un independiente. Llegó a la alcaldía en el franquismo, en 1966, pero la revalidó hasta 1987 integrado en Alianza Popular. Su nombre, Josep Aragonés i Montsant, abuelo de Pere.

Con esta carta de presentación, Aragonés tendrá que demostrar su temple para mantener el timón de un partido peculiar y para aguantar las embestidas de sus rivales en la lucha por el liderazgo independentista. La próxima batalla, en el Congreso, con el suplicatorio de Laura Borràs. «Se armará la marimorena y se nos tirarán al cuello», dicen en Esquerra, que esgrimen: «ERC no impedirá el suplicatorio. Tiene derecho a defenderse». Otros son más incisivos: «Debe demostrar que no es corrupta». Descabalgar a Borràs de la carrera electoral es una guinda apetecible, aunque su suplicatorio sea un nuevo escenario de batalla campal preelectoral.