Elecciones autonómicas

Operación morada: salvar al “vice”

Podemos niega la crisis de liderazgo. No reunió ayer a su Ejecutiva, como sí lo hizo tras el 26-M y llaman a la "reflexión colectiva"

Los rebrotes, los ERTEs y las reivindicaciones LGTBI centran hoy la sesión de control al Gobierno en el Senado
El Vicepresidente primero del Gobierno y Ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, en el SenadoJesús HellínEuropa Press

Los dogmas también pueden romperse. Y quien lo expermienta hoy es Podemos. Lejos de ver cumplir la regla no escrita de que a corto plazo quien está en el poder rentabiliza ese altavoz político y mediático, la formación morada rompió todos los esquemas este domingo. Podemos saca su propio dogma y es el de que cuanto más poder se acumula –dentro del Gobierno y a la interna, al contar con un partido a la medida, sin facción crítica–la caída es mayor.

Caída grave, sin paliativos. Malos resultados, muy malos, nada esperados. Eso sí lo tienen asimilado en el cuartel general morado y son unos calificativos que ayer corrían como la espuma dentro de la formación y en la dirección estatal en Madrid. Otra cosa, sin embargo, es que el partido morado apunte ya las responsabilidades del fracaso, haya puesto nombres concretos a los protagonistas de los resultados o que miren hacia su líder públicamente –o a su dirección– como posibles causas del fracaso. Podemos no reunió ayer a su Consejo de Coordinación (su Ejecutiva) para evaluar los datos electorales del domingo en Galicia donde desaparecen del mapa autonómico, o en el País Vasco, donde ven mermada su presentación a la mitad. Un hecho que contrasta con la actuación del partido hace justo un año, el día después de las elecciones autonómicas del 26-M, cuando, a pesar de los malos resultados obtenidos –perdiendo 860.000 votos respecto a 2015– la dirección morada se reunió y el propio Pablo Iglesias comparecía ante la prensa. Si es verdad que en la noche electoral, el vicepresidente y líder de la formación reaccionaba asumiendo una derrota «sin paliativos». Pero la jornada del 13-J se caracterizó por inactividad pública de sus máximos representantes. Ni los habituales Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, o Irene Montero, ministra de Igualdad dejaban rastro en sus redes sociales sobre la tormenta que atraviesa en estos momentos su formación.

Fue la portavoz de Podemos, Isa Serra, la única dirigente que salió al paso, pero sin señalar las causas concretas del batacazo electoral. Llamó a una «reflexión colectiva» y de autocrítica que, tendrá lugar en «los próximos días», en esta semana, pero sin ahondar más. Lo que ayer se apuntalaba en la dirección morada era una operación de protección hacia el liderazgo de Pablo Iglesias. Son conscientes en el cuartel morado de que con solo seis meses en el Gobierno de coalición no pueden permitir una crisis entorno a la figura del líder morado, menos aún cuando todavía no han aplacado la factura por el «caso Dina». La consigna es evitar el desgaste del vicepresidente a toda costa con dos objetivos: que su gestión en Moncloa no se vea desdibujada por la perdida de músculo electoral y para frenar al sector crítico que no ha dudado en salir en tromba a señalar las supuestas deficiencias del partido.

Según el análisis de la formación, la gestión de Iglesias y de la su dirección no se encuentra en entredicho, pues recuerdan que, el actual Podemos está recientemente renovado tras la Tercera Asamblea Ciudadana Estatal, Vistalegre 3. Silencio y escudo, por tanto, en Madrid a la espera de elaborar una hoja de ruta para que los resultados electorales no dañen la figura del vicepresidente del Gobierno.