Juan Carlos I de España

Yo no descorcharé el champagne

El Govern pide llevar hasta el final y "caiga quien caiga" la investigación a Juan Carlos I
Juan Carlos IlarazonJOSEFINA BLANCO EUROPA PRESS

No seré yo el que brinde con la noticia de la salida del Rey Juan Carlos. Al contrario; y espero y deseo que el Monarca haya acertado en su intento de apuntalar la Monarquía y no cuartearla. No me alegro con su marcha que, por lo que intuyo por los numerosos viajes que hice con él, le será dolorosa y amargará los últimos años de su vida, porque le he visto bregar incansablemente por conseguir cosas para España y pulir nuestra imagen. Pocos monarcas o Jefes de Estado del mundo eran acogidos con mayor interés en cualquier capital en el último cuarto del siglo XX. El Rey caía bien, «entraba» bien en las democracias y en los regímenes autoritarios, en países de nuestro entorno y en el tercer mundo. En Iberoamérica arrasaba. Don Juan Carlos despertaba el interés por nuestro país, nos ponía en el mapa de forma halagüeña. Cuantos colegas extranjeros, cuantos cargos de países que visitábamos, desde Argentina hasta Austria, de Tejas a Marruecos, me comentaban: «A tu Rey habría que ficharlo para que nos representara a todos». Él convenció a muchos, empezando por los Estados Unidos, de que su Monarquía y la inmensa mayoría de los españoles deseaban una democracia de verdad y un estado de derecho pleno. Sabía persuadir si ser un gran orador.

No lo festejo porque recuerdo la tarde febril del 23 de febrero cuando desde la Oficina de Información diplomática de Exteriores tuve, en innumerables charlas telefónicas con nuestros Embajadores, que narrar los momentos inquietantes que vivía nuestro país y como, pasadas las doce de la noche, con gesto sereno pero severo, el Monarca proclamaba que la intentona no iba a triunfar, que ni los españoles ni él estaban por esa aventura involucionista y castrante. No puedo pensar en otro Jefe de Estado español que hubiese podido parar la algarada golpista. Juan Carlos pudo y supo hacerlo.

Y no destaparé el cava o la sidra porque muchos enemigos de la Constitución, que votamos muy libremente, y de la unidad de nuestro país estarán celebrando su marcha. No porque detesten a Don Juan Carlos, ya estaba amortizado y a más de uno de ellos el Rey habrá defendido en algún momento, sino porque su objetivo es agrietar el edificio de España y embistiendo contra la Monarquía, en realidad contra el Rey Felipe, creen que lo lograrán. El drama de España es que, en los gravísimos momentos que vive nuestro país, no sabemos cuántos de los que mandan están brindando y cuántos quieren más de lo mismo. Yo, no.