Moción de censura
Negocio «Redondo»
La moción de censura marca un antes y un después en la política nacional, imprevisible hoy en su alcance y consecuencias. El durísimo discurso de Casado contra Vox fue tan sorprendente que, en lógica coherencia, es absurdo pensar en un futuro acuerdo entre los dos partidos, que pasan de ser potenciales socios a rotundos adversarios. Casado quiso erigirse como líder del centro-derecha, marginando a Vox al cordón sanitario exigido por el bloque de la moción –que es el mismo que expulsó al PP del Gobierno en 2018–, con el lógico aplauso de Sánchez e Iglesias, que forman el Ejecutivo más radical de la UE. Esta es una constatación que no puede obviarse: el PP se plegó a la exigencia de confinar políticamente a Vox, mientras los comunistas y populistas podemitas expiden –¡desde el Gobierno!– certificados de ilegitimidad democrática a sus opositores. La jornada del jueves abrió un nuevo proceso de refundación del PP, que culminó en 1989 vertebrado ideológicamente en equilibrada síntesis de humanismo cristiano, conservatismo y liberalismo. Con su cantada fusión con Cs en abrazo entusiasta del liberalismo, queda huérfano un espacio para este humanismo, que requiere de representación política: la batalla cultural decantará quién lo hace suyo con hechos y no con meros discursos.
Desde luego, la estrategia de Sánchez se ha saldado con un éxito total para sus intereses, con guerra civil en la oposición por la hegemonía ideológica y cultural previa a la política. Negocio político «Redondo».
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