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Pablo Casado y Sánchez deberían olvidarse de agoreros y estrategas, y rodearse de gente sabia y experta

El presidente del PP, Pablo Casado (i), junto a varios presidentes autonómicos, durante en la celebración del cuadragésimo segundo aniversario de la Constitución este domingo
El presidente del PP, Pablo Casado (i), junto a varios presidentes autonómicos, durante en la celebración del cuadragésimo segundo aniversario de la Constitución este domingoBallesterosEFE

Hace unos días la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, despreció los consejos de veteranos socialistas que alertaban al PSOE del peligroso acercamiento a Bildu, y despachó a personalidades como Felipe González y Alfonso Guerra con un contundente «Yo siempre escucho atentamente a nuestros mayores, pero ahora nos toca a nosotros».

El «homo sapiens» tenía a sus mayores como los guardianes chamánicos de la tribu, las civilizaciones indígenas han sido gobernadas por los consejos de ancianos, cuya figura se consideraba investida de sabiduría, prestigio, poder y liderazgo. Sería en Egipto donde surgió el vocablo anciano, resultante de la voz egipcia «an» (manifestación divina) y «Heh» (suma de años), y los ancianos estaban considerados portadores de saber. En la sociedad griega antigua, eran prestigiados y el funcionamiento de la política se basaba en los consejos de ancianos o «Gerousia», cuyo sistema de gobierno heredó la Roma clásica republicana.

En Roma, la comunidad era gobernada por los magistrados, una asamblea general del pueblo, y un consejo formado por los mayores o «Senatus», etimológicamente «la asamblea de ancianos», que era la parte más importante de la gobernanza romana, con las siglas SPQR que significan «Senatus Populus Que Romanus», es decir Senado y Pueblo de Roma. Estas cuatro palabras formaron parte de la ciudad desde la era republicana hasta el s.IV, y el Senado se constató como el órgano político representativo de Roma y de la voluntad conjunta del pueblo.

Pablo Casado desveló, hace unos días, que telefoneó a Pedro Sánchez, para explicarle la posición del PP ante la prórroga del estado de alarma, y que, tras un largo mes de espera, el presidente no le había devuelto la llamada.

En la celebración de la deslucida fiesta del 42º aniversario de la Constitución, celebrada en el Congreso de los Diputados, ni siquiera se saludaron. En su discurso, Meritxell Batet, la abnegada presidenta del Congreso, arengó a que los políticos no deben tratarse como «enemigos».

Pedro Sánchez es una persona orgullosa que no olvida los ataques personales que Casado le dirigió antes de las elecciones de abril, cuando lo llamó «felón», «incompetente», «incapaz» y «traidor». Pedro y Pablo, parecen enemigos, no se hablan y mantienen desde entonces una insana lejanía personal, agravada por la situación política y económica, en un momento en que España vive su peor crisis en décadas.

La situación de bloqueo por la renovación del CGPJ y la aprobación de los Presupuestos Generales del 2021, obtenida con los apoyos de ERC y Bildu –gestionados hábilmente por el vicepresidente Pablo Iglesias–, dibujan una agria política de enfrentamientos entre bloques, cuando se requiere un amplio consenso político en tiempos de crisis. Porque son muchas y al mismo tiempo.

A una crisis sanitaria de difícil solución a corto plazo, se añadirá en breve la crisis económica que multiplicará los dramáticos efectos sobre nuestra maltrecha situación, una crisis migratoria alentada por nuestro vecino alauita, una crisis institucional y reputacional de las principales instituciones del estado, una crisis política guerra civilista y por último una crisis territorial que en febrero del próximo año estallará con virulencia en Cataluña y amenaza con expandirse por la periferia peninsular.

Casado y Sánchez deberían olvidarse de agoreros y estrategas, y rodearse de gente sabia y experta. Aquellos que hicieron posible nuestra imperfecta democracia española, producto del consenso y de la generosidad, cuyo fruto más preciado fue la Constitución de 1978. Aquellos gestores que consiguieron unir a los españoles en torno a un ideal de progreso, paz e ilusión, deberían volver a poner concordia y diálogo entre españoles.

Y mientras tanto, que Pedro devuelva la llamada a Pablo.

SPQR. Sánchez, Pedro, Que Respondas.