Memoria histórica

La diócesis de Madrid promueve la beatificación de 140 mártires de los años 30

El cardenal arzobispo Carlos Osoro ha presidido en la Catedral de la Almudena la ceremonia de apertura de las causas de Timoteo Rojo, Rufino Blanco, Isidro Almazán y 137 sacerdotes y laicos víctimas de la persecución religiosa

El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro presidió la solemne apertura de las Causas de Beatificación y Canonización por declaración de martirio de 140 sacerdotes y laicos en la Catedral de la Almudena
El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro presidió la solemne apertura de las Causas de Beatificación y Canonización por declaración de martirio de 140 sacerdotes y laicos en la Catedral de la AlmudenaLa Razón

El cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, ha presidido hoy la solemne ceremonia de apertura del proceso diocesano de tres causas de martirio promovidas por la archidiócesis de Madrid, la diócesis de Getafe, la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), la Acción Católica de Madrid y la Acción Católica de Getafe, con un total de 140. Todos ellos fueron víctimas de la persecución religiosa en España en los años 30: Timoteo Rojo Orcajo y 60 compañeros sacerdotes diocesanos, Rufino Blanco Sánchez y 70 compañeros laicos e Isidro Almazán Francos y 27 compañeros laicos de la Asociación Católica de Propagandistas.

Durante el acto solemne recordaron que todos ellos fueron asesinados hace más de 80 años donde “la nube de testigos de la fe se ha hecho ya patrimonio martirial de la iglesia católica”. Recordaron cómo la persecución religiosa en los años 30 tuvo su “auge sangriento” durante los primeros meses de la guerra civil donde “fueron muertos casi todos los siervos de Dios”; de los cuales, subrayó, “tres de ellos son de los martirizados ya antes de la guerra”.La persecución produjo en Madrid 1.079 víctimas mortales entre los eclesiásticos, 426 sacerdotes y seminaristas diocesanos, 107 religiosos...Ente los mártires laicos había maestros, pensionistas, mayordomos, estudiantes, carpinteros, periodistas, abogados... Fueron asesinados por tener “sintonía” con algún sacerdote, por refugiarles en sus casas, por ser familia. Otros por esconder un cáliz, proteger el lienzo de la Paloma o el cuerpo de San Isidro.

El inicio del acto solemne de apertura de las causas sonó el himno de los mártires del s. XX y prestó juramento el tribunal de instrucción diocesana comprometiéndose a “guardar secreto en lo que pudiera perjudicar a los siervos de Dios y a otras personas”. Estos deberán elaborar el informe que llevarán a Roma para que finalmente sean declarados beatos.

El cardenal Osoro destacó la importancia de la “esperanza” de la que dijo es “siempre constitutiva del ser humano. “La situación que vivimos nos hace ver que necesitamos una esperanza que no acabe, que nunca se agote y este tiempo de adviento, en el que se abre la Causa, nos ayuda a cultivarla”. La esperanza, dijo, solo puede fundamentarse en el “amor”, como el que “estos mártires que hoy presentamos tuvieron”. Indicó cómo el amor absoluto nos da “certezas absolutas”. Con la apertura de las Causas para la beatificación de los mártires destacó que “se nos invita a tener muy presente en nuestra vida el amor de Dios”. Puso de ejemplo de amor a todos esos hombres y mujeres mártires que dejaron que el señor “les robase el corazón” y le entregaron su vida. “Dejaremos que todos ellos interpelen en nuestra vida”, afirmó.

Osoro indicó que la vida de los mártires siempre nos propone construirla desde tres ejes que tiene que estructurar nuestra existencia donde subrayó como uno de ellos el “eje de saber buscar lo que tiene valor y guardarlo como el gran tesoro”, porque dijo “lo demás, pasa”. Además, ensalzó la figura de cada uno de ellos como testigos de Jesucristo instando así al resto a dar testimonio del mismo en nuestras vidas. “Estos testigos del señor, con sus tareas concretas, dieron la vida por mantener viva su adhesión a Jesucristo”.

El anteproyecto de Ley de Memoria Democrática en el que trabaja el Ministerio de Presidencia, Relaciones con la Cortes y Memoria Democrática, al que tuvo acceso Vida Nueva, busca reconocer a quienes padecieron algún tipo de persecución ideológica entre el 18 de julio de 1936 y la promulgación de la Constitución en 1978. Sin embargo, las causas anteriores, como son los casos de las víctimas de la persecución religiosa de antes de 1936 no estarían contempladas en dicho texto, de manera que estas causas no entran para el Ejecutivo.

Víctimas de la persecución religiosa

Timoteo Rojo Orcajo, de 45 años, era el canónigo archivero de la catedral de San Isidro. Junto con otros compañeros buscó un buen escondite para el cuerpo incorrupto de san Isidro Labrador con el fin de que no desapareciera en la revolución. No consiguieron arrancarle el secreto. También hizo la primera biografía de Francisco de Asís Méndez Casariego, otro santo canónigo madrileño, al que el mártir describe como “buscador de perlas”, pues se había dedicado a recoger y dar cobijo y formación a “chicas y golfillos” de las calles de Madrid.
Rufino Blanco Sánchez, de 75 años, era un sabio maestro y pedagogo, muy conocido en los ambientes de su especialidad, cofundador de la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio. En marzo de 1936 había ingresado en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, con un notable discurso, en el que no ocultaba la honda inspiración religiosa de su ciencia y de su vida. Tuvo nueve hijos, de los cuales, Julián, periodista, que se encontraba en casa de su padre cuando llegaron los revolucionarios en busca del anciano paladín del magisterio católico, no quiso dejarlo solo y lo acompañó al martirio. Va también en esta causa.
Isidro Almazán Francos, de 45 años, maestro, también entregado al apostolado de la enseñanza, era el presidente de la Federación de Maestros Católicos.