Casa Real
Zarzuela espera luz verde de Moncloa para mediar en la crisis con Marruecos
La iniciativa debe partir del Gobierno, que no descarta usar «baza monárquica». Don Juan Carlos es mantenido al margen de la operación a pesar de sus contactos
Zarzuela espera instrucciones de presidencia de Gobierno para mediar en la crisis creada en Ceuta después de que las autoridades marroquíes propiciaran con su pasividad que miles de inmigrantes ilegales entraran en territorio español. En diversas instancias mediáticas y políticas se ha recordado desde que comenzó la agresión el importante activo que supone para nuestro país la cordial relación existente desde hace décadas entre nuestra Familia Real y la dinastía alauita que reina en Marruecos; casi proverbial entre Hassan II y Don Juan Carlos, permanece fuerte entre sus respectivos hijos Mohamed VI y Felipe VI.
Aunque todo está preparado para «tocar los hilos que sean necesarios», lo cierto es que no se espera que Moncloa eche mano de este activo ya que, por regla general, la manera de actuar de España suele pasar por utilizar los canales habituales de comunicación, diplomáticos y de diverso tipo, que existen entre ambas naciones, y que funcionan toda vez que tienen que hacer frente a numerosos retos compartidos como la lucha antiterrorista, el tráfico de drogas y, cuando las relaciones no salen de su cauce habitual, la contención de la inmigración ilegal. «La tendencia a utilizar ese canal extraordinario es más desde Marruecos a España que al contrario», comentaba extraoficiamente un ex embajador español en Rabat a este diario ayer mismo.
Preguntada sobre este extremo, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, dejó claro ayer que el Gobierno no descarta jugar la «carta monárquica» aunque en hasta el momento se han utilizado solo los cauces normales, a través de los cuales se ha instado a Rabat a que reconsidere su postura y que las relaciones vuelvan a su cauce habitual. Sin embargo, para que Zarzuela se active es indispensable que la iniciativa parta del presidente del Gobierno debido a que en una Monarquía parlamentaria como la española la dirección de la política exterior la marca el Gobierno. Esta es la razón de que cada vez que el Rey asiste a la investidura de un presidente hispanoamericano como sucedió en Bolivia o cuando se realiza una visita de Estado (la última a Andorra) es el Gobierno quien así lo establece, no la Casa del Rey.
Fuentes conocedoras de los entresijos de las no siempre fáciles relaciones entre Moncloa y Zarzuela desde la investidura de Sánchez en 2018 señalan que la disparidad de personalidades entre Don Juan Carlos y Don Felipe no juega ningún papel en este sentido. «Don Juan Carlos nunca interfirió políticamente en la relación con ningún Estado sin que mediara la iniciativa del Gobierno de turno», aseguran. Y no solo la iniciativa, también en contenido del mensaje del primer Monarca tras la Transición, como también el actual Jefe de Estado, es descrito en detalle por el Gobierno.
A pesar de que, como se apuntó, las relaciones entre ambas familias reales es estrecha lo cierto es que no han estado al margen del progresivo deterioro de la relación entre ambos países. Es preciso recordar que la visita de Estado que los Reyes finalmente realizaron a Rabat en enero de 2019 debió haberse producido el año anterior pero fue retrasada en seis ocasiones por la parte marroquí. Uno de aquellos retrasos se produjo finalmente apenas unos días antes de que se produjera el traslado de los Reyes a a capital del reino alaui. Otro detalle no pasó sin ser notado en aquel momento fue la corta duración del viaje ya que apenas duró 24 horas y solo hubo actos en Rabat a pesar de que en un primer momento se pensó que Felipe VI y Doña Letizia tuvieran también activdad en Casablanca. Sin embargo la cordialidad entre ambos Jefes de Estado fue evidente en aquella ocasión.
Como no podía ser de otra manera Don Juan Carlos se mantiene al margen de toda esta polémica desde su retiro en Emiratos. A pesar de que es un gran conocedor de la relación con Marruecos y mantiene contactos de muchos años no solo con la casa real marroquí sino con diversos centros de poder que la rodean se ha evitado escrupulosamente su participación por motivos obvios.
Tradicionalmente este tipo de «gestiones» son solicitadas por el presidente del Gobierno en el ámbito normal de la fluida relación que mantienen el jefe del Ejecutivo y el Jefe de Estado, sin que tercien directamente otras instancias como Asuntos Exteriores o, como ha sido sugerido alguna vez, el ministerio de Defensa o las Fuerzas Armadas.
Por lo demás en el terreno de la diplomacia, no hubo rectificaciones por parte del Gobierno sino reincidencia en una lectura de la crisis que no tranquiliza precisamente en Rabat. La ministra de Exteriores defendió el «compromiso» de España con el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, a quien se le presta «asistencia humanitaria» al tiempo que defendió que el Gobierno nunca entendió como una «agresión» su acogida. En una entrevista en RNE Laya insistió en que España ha dado explicaciones sobre la presencia de Ghali en España «múltiples veces y por múltiples canales». «España tiene una tradición humanitaria y tiene que poder ejercer su función su misión humanitaria, respetando a sus vecinos, nunca buscando una agresión a nadie», dijo.
Laya ha defendido sobre el Sáhara que «España ha sido siempre exquisitamente prudente en su postura, siempre anclada en la necesidad de una solución política en Naciones Unidas, que va a dar salida en forma de paz duradera, estable y segura. La postura española no ha cambiado ni un ápice. España es un país respetuoso de la legalidad internacional. Este mensaje se ha mantenido sin cambiar ni una coma ni en público ni en privado».
Por parte de Marruecos se han producido pocos pronunciamientos. El único que ha hablado por ahora ha sido el ministro de Estado de Derechos Humanos y Relaciones con el Parlamento, Mustafá Ramid, quien en una publicación en Facebook aseguró que España «sabía que el precio por subestimar a Marruecos es muy alto», es decir, repitió la postura de la embajadora de Rabat en España, que ya se encuentra en su país de origen después de que fuera llamada a consultas por su ministro.
«La recepción por parte de España del líder de las milicias separatistas del Polisario, bajo una identidad falsa, sin tener en cuenta las relaciones de buena vecindad que requieren coordinación y consulta, o al menos cuidando de informar a Marruecos, es un acto irresponsable y totalmente inaceptable», defendió Ramid.
A falta de comunicado oficial, la agencia pública de noticias MAP, que estos días significativamente no ha informado sobre los sucesos en Ceuta, publicó ayer miércoles un largo artículo de opinión en el que se echa en cara al Gobierno español su «doble cara» y su «hipocresía» por el caso del líder del Polisario. «Aquí está un país democrático que, tras haber sufrido en sus propias carnes varios años de terrorismo separatista, recibe a escondidas en su territorio a un individuo que quiere amputar a Marruecos una parte de su territorio», denuncia el artículo. Como ya había hecho previamente el Gobierno marroquí, que advirtió de «consecuencias» a España, la MAP afea el hecho de que no se informara de la llegada de Ghali habida cuenta de la «amistad» entre los dos países. «No hace falta ser un veterano de la alta diplomacia para adivinar que la mala fe de España resuena en este asunto, diga lo que diga la jefa de la diplomacia», subraya, denunciando que España ha conseguido la «proeza» de elevar la «doble cara» al rango de «política de Estado».
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