Conflicto diplomático

Marruecos rompe la confianza con España y se pregunta qué hubiera pasado si llega a acoger a los separatistas catalanes

Rabat emitió ayer hasta dos comunicados, al considerar que Pedro Sánchez desviaba la atención del centro del problema

Brahim Ghali Photo: STR/dpa
Brahim Ghali Photo: STR/dpaDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

El problema es la acogida del jefe polisario, Brahim Ghali, en España y lo que eso supone de posicionamiento de nuestro país en el asunto del Sáhara. Es como si Madrid, sobre la que Rabat ya mantenía bastantes recelos por la posición de Podemos al respecto, hubiera optado claramente por uno de los bandos en conflicto. Entender las cosas de otra manera, según medios diplomáticos marroquíes, es desenfocar la cuestión. Rabat hizo públicos ayer dos comunicados oficiales, el segundo para aclarar este asunto, después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, atribuyera la crisis al problema de la inmigración.

En el primero, emitido por la mañana, el Ministerio de Asuntos Exteriores dejaba claro que la crisis había nacido con la acogida de Ghali y su relación el Sáhara, territorio que el Frente Polisario disputa con Marruecos, en una guerra declarada por los primeros en noviembre del año pasado. Esta mención al antiguo territorio español se interpretó en algunos medios como que lo de Ghali carecía de importancia y que el Sáhara era lo relevante (que también), lo que obligó a emitir el segundo comunicado por parte de Rabat, al entender que Sánchez había desviado el asunto de su problemática real. Un verdadero embrollo en el que la irritación de nuestros vecinos del sur era palpable.

Rabat enfatizaba por la mañana que la «confianza mutua» entre ambas naciones estaba rota. Y se pregunta cómo hubiera reaccionado nuestro país si Rabat hubiera acogido a representantes del «separatismo catalán, cosa que nunca hicieron. Insistía en que Ghali era el origen del problema, pero que el asunto de fondo es la actitud general con respecto al Frente Polisario y el Sáhara.

No desaprovecha la ocasión para apuntarse un cierto tanto y señalaba que «la comparecencia del llamado Ghali confirma lo que Marruecos había dicho desde el principio: España ha recibido en su territorio, de manera intencionada y de forma fraudulenta y oculta, a una persona procesada por la justicia española por denuncias presentadas por víctimas de nacionalidad española y por hechos cometidos en parte en suelo español».

«Esta comparecencia –añadía–muestra la verdadera cara del “polisario” representada por un líder que ha cometido crímenes abyectos, que viola, tortura, desprecia los derechos humanos y patrocina actos terroristas»; y subrayaba «la responsabilidad de España hacia sí misma, ya que las víctimas del llamado Ghali son sobre todo españolas. Esta comparecencia constituye, por tanto, el inicio de un primer reconocimiento de los derechos de las víctimas y de la responsabilidad penal y criminal de este individuo. También es la primera vez que la justicia española cita a este responsable y lo pone ante querellas por crímenes graves».

Con todo, subrayaba que el fondo del problema es una asunto de confianza rota entre socios; es una cuestión de «segundas intenciones hostiles de España con respecto al Sáhara». Por ello, se precisaba que «la crisis no está limitada al asunto de un hombre. No comienza con su llegada, ni terminará con su partida. Se trata, ante todo, de una cuestión de confianza y de respeto mutuo rotos entre Marruecos y España. Es una prueba para la fiabilidad de la asociación entre Marruecos y España». En clara referencia a la forma como entró Ghali en España.

Decía, asimismo, que «la crisis entre Marruecos y España no puede terminar con la comparecencia del denominado Ghali, no puede resolverse sólo con su audiencia. Las legítimas expectativas de Marruecos van más allá. Comienzan con una aclaración, sin ambigüedades, por parte de España de sus opciones, decisiones y posiciones». Es decir, según las citadas fuentes, si nuestro país se decanta por el Frente Polisario y Argelia, el gran aliado del grupo saharaui, o mantiene una posición de equilibrio en el Magreb.

Recordaban que «la política de Marruecos hacia España siempre ha sido clara. Durante la crisis catalana, Marruecos no optó por la neutralidad, sino que fue uno de los primeros en ponerse del lado de la integridad territorial y la unidad nacional de su vecino del norte», recordaba,