Josep Ramón Bosch

La culpa de todo es de Madrid

La culpa es de Madrid. El Madrid de las influencias, el de los negocios, el de la política, el de la prensa siempre ha preferido unos interlocutores catalanes que han engañado, tergiversado y enredado sobre el mal llamado «problema catalán». El Madrid del poder tuvo como referentes a gañanes y conseguidores poco fiables y menos recomendables. Un estado centralista y centralizado, que ha obviado siempre a la mitad de la población catalana, a los catalanes libres de nacionalismo, que han sido moneda de cambio de pactos y prebendas y que nunca se han sentido representados por una extraña burguesía catalana, encorbatada en Madrid y descamisada en Barcelona. Ellos han gestionado durante lustros las cosas públicas catalanas, con sus negocios y su comisión del «3%», reinando en su ínsula de barataria particular e incrementando su influencia en la capital del Estado, mientras fomentaba los mensajes de odio hacia el resto de España. «Espanya ens roba», el lema con el que triunfó el llamado procés. Y el personaje que mejor representa la esencia de los negociadores tramposos ha sido, sin lugar a dudas, Jaume Giró.

Giró ha sido el hombre más poderoso en Catalunya durante los últimos años. Dispuso de cientos de millones de euros, a través de la «Fundación La Caixa», lo que le permitió mantener una posición de fuerza entre todos los beneficiados de las suculentas ayudas y prebendas repartidas. Fue Isidre Fainé su mentor, al que promocionó en 2009 procedente de Repsol. Con fama de ejecutivo modélico y fiable, mutó en un contumaz separatista en el 2014, en medio de referéndums y alegres manifestaciones. Los intensos rumores de la filiación separatista de Giró acabaron con la idílica relación paterno filial con Fainé. Tarde. El monstruo lo devoró todo.

Giró financió entre 2015 y 2017 el sueldo de Jordi Sánchez, cuando el político independentista era líder de la ANC y coincidiendo con los años clave del ‘procés’. Giró, como director general de la Fundación, destinó 250.000 euros al Observatori dels Drets de la Universidad Pompeu Fabra, en el mismo periodo en el que Sánchez era el máximo responsable de esta institución. Y Jordi Sánchez, personaje clave en esta triste historia, ha recomendado a Giró como «conseller» plenipotenciario de economía. Pero llegó el poder judicial, ajeno como siempre a las trampas del sainete catalán, y especialmente un órgano fiscalizador de la gestión económica del sector público. El tribunal de cuentas, que se ha convertido en el mejor instrumento para derrotar al separatismo. Y es que los nacionalistas son muy amigos de los bienes ajenos, pero cuando toca asumir las responsabilidades de malversación a costa de su propio bolsillo, recurren a sus amigos para que les solvente el problema. Y raudo y veloz acudió Jaume Giró.

La historia es conocida. La Generalitat anunció que la administración autonómica avalaría con dinero público la fianza exigida a los 34 investigados por presunto desvío de fondos para internacionalizar el procés y creó un fondo de 10 millones, con el que pretendía contravalar la fianza, pero se encontró que ningún banco participaría en el trámite a través de un aval. Giró renunció a las dos opciones que él mismo había puesto sobre la mesa para hacer frente a la fianza, para no poner en peligro legal a ningún funcionario de este organismo autonómico. Pero recibió algún recordatorio, tal vez de quien le debía su nuevo puesto, y finalmente el Institut Català de Finances avalará a los encausados.