El personaje
Dolores Delgado: «Ay Lola, no me des tormento»
Está en el ojo del huracán político y judicial, hasta el punto de que el PP exige su dimisión para sentarse a desbloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Dolores Delgado García, Fiscal General del Estado, siempre ha sido una mujer polémica desde que durante su etapa como ministra de Justicia se filtraran unas explosivas grabaciones con el comisario Villarejo. La difusión escandalosa del almuerzo mantenido entre la ministra, su gran amigo y actual pareja sentimental, el ex juez Baltasar Garzón, y el comisario José Manuel Villarejo con otros altos cargos policiales, pilló al Gobierno con el pie totalmente cambiado, para colmo con el presidente Sánchez fuera de España y un auténtico caos en la política de comunicación desde Moncloa. En aquel momento, la entonces vicepresidenta Carmen Calvo, y quien fuera ministro de Fomento y secretario de Organización, José Luis Ábalos, fueron los únicos en reaccionar con orden de mantener silencio. Lola Delgado salía abrasada del asunto y en los corrillos del grupo socialista del Congreso circulaba una frase entre sus diputados: «Para quemarse, que se queme ella».
Aquel día los teléfonos echaban humo y entre los ministros del Gobierno cundía la idea de una absoluta descoordinación informativa desde Moncloa. Con Pedro Sánchez en Estados Unidos, tras una parada en Canadá también muy criticada: «¿Pero qué hace su mujer Begoña pasando revista a las tropas canadienses? A esto no se atrevieron ni Ana Botella ni Sonsoles Espinosa», comentaban veteranos socialistas sobre el papel de las esposas de José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero y la imágenes que llegaban a Madrid con la mujer de Sánchez en plan «primera dama» sin protocolo establecido.
Pero el caso de Lola Delgado copaba todas las portadas con unas grabaciones en las que vertía duras palabras contra Fernando Grande-Marlaska por su condición de homosexual y otros compañeros de la Audiencia Nacional por sus coqueteos amorosos con menores durante un viaje a Iberoamérica. Pese a todo, esta mujer extrovertida y fogosa, fiscal de carrera, salió airosa del trance y mantuvo la confianza de Sánchez que, al cesarla como ministra de Justicia, la nombró al frente del Ministerio Público. Otro escándalo sin precedentes que despertó las iras de la oposición por su falta de imparcialidad.
Dolores Delgado García nació en Madrid, se licenció en Derecho, opositó a fiscal y ganó una plaza en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Fue en Barcelona dónde conoció a su ex marido, el catalán Jordi Valls, fotógrafo y ejecutivo de unos grandes almacenes con quién tiene dos hijos, ya veinteañeros. Según amigos de la pareja, el diferente carácter de ambos dinamitó el matrimonio. Valls es un hombre templado, reflexivo y Lola es todo lo contrario, impulsiva y pasional. Se divorciaron y ella llegó a la Audiencia Nacional dónde comenzó su íntima amistad con Baltasar Garzón, su auténtico mentor y artífice de su nombramiento como titular de Justicia. En este puesto se convirtió en la ministra más reprobada por la oposición, en el Congreso y en el Senado, sobre todo por sus «perversas amistades» con el comisario Villarejo y su relación con Garzón, su actual y ya pública pareja. Hace unos días, ambos aparecían juntos en actitud muy cariñosa en Galicia durante la famosa celebración de la típica «Rapa das Bestas».
Como Notaria Mayor del Reino, Lola fue la ministra encargada de pivotar la salida del cadáver de Franco del Valle de los Caídos, el 24 de octubre de 2019, dando fe de la exhumación de sus restos en el féretro escoltado por todos sus nietos. En enero de 2020 fue nombrada Fiscal General del Estado tras una agitada sesión del CGPJ dónde los vocales conservadores la criticaron por evidente parcialidad y pésima imagen para la independencia del Ministerio Público. Con total descaro, la nueva Fiscal General compareció ante la Comisión de Justicia del Congreso y aseguró que su paso por el Ministerio de Justicia había «enriquecido su perfil». Desde entonces la sede de la Fiscalía es un polvorín, con actitudes sectarias sin precedentes denunciadas por los profesionales de la Casa. Delgado ha demostrado que no se para en barras y es capaz de acudir a La Moncloa para entregarle a Sánchez la Memoria Anual de la Fiscalía el mismo día en que el PP, Ciudadanos y Vox exigen su cese. Igualmente se planta en La Zarzuela y pronuncia su discurso ante el Rey en la apertura del Año Judicial mientras ordena un ataque injustificado contra su padre, el Emérito Don Juan Carlos, sin ninguna investigación en marcha ni pruebas que lo sostengan. Todo vale para tapar su pésima e ideologizada gestión al frente del Ministerio Público.
Según su círculo de amigos Lola y Garzón viven ahora un apasionado romance y una segunda juventud. La pareja se deja ver en viajes, el más reciente a Roma, almuerzos en restaurantes de tronío, cacerías y capeas taurinas. Gran aficionado a los toros, Garzón es amigo del diestro Enrique Ponce y de los padres de su novia, Ana Soria, con quienes acudieron a la «Rapa das Bestas» en Galicia. Ambos asisten también con frecuencia a festejos en la finca jienense de Ponce, «La Cetrina», al parecer ahora en venta tras su divorcio de Paloma Cuevas y dónde celebra la Primera Comunión de una de sus hijas. Nadie puede negar que a Dolores Delgado y el ex juez les gusta la buena vida, avalada por los suculentos ingresos de ambos, ella como Fiscal General, y Garzón en el bufete de abogados que regenta con destacados clientes internacionales. Ahora, Lola está en el epicentro de la polémica, el PP recurrió su nombramiento como Fiscal General del Estado por su «total falta de objetividad e imparcialidad» y reclama su inmediato cese como condición para desbloquear la renovación del CGPJ. No parece que Pedro Sánchez esté por la labor y muchos en el Gobierno y en el PSOE ligan a Dolores Delgado con la famosa canción: «Ay Lola, no me des tormento...».
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