Maite Pagazaurtundúa

Otegi y las facilidades de pago

Ante los suyos, cinco horas después, no expresó ningún tipo de autocrítica, sino que se quitó la careta por completo:

La señal de Caín
La señal de CaínDavid AguilarEFE

El euskera le jugó una mala pasada a Otegi, acostumbrado a utilizar la demagogia con virtuosismo en español. Se mostró ufano de cara a su galería, porque había conseguido que volvieran al centro de la opinión pública. Las almibaradas palabras en español parecían una disculpa, pero eran un cebo. De hecho, ante los suyos, cinco horas después, no expresó ningún tipo de autocrítica, sino que se quitó la careta por completo: blanquearse sin ir más allá, sin condenar la historia de ETA ni asumir su responsabilidad política. Sacar de la cárcel a sus presos como primer objetivo; y para la estrategia a largo plazo, ganar tiempo y cambiar leyes, a ser posible –esto lo añado yo sin gran ejercicio de imaginación– la Constitución.

El escritor Fernando Aramburu decía en 2016, en el prólogo de Lluvia de Fango, que «la lucha se juega ahora principalmente en el terreno del lenguaje entre los partidarios de la verdad histórica y el Estado de Derecho y los difusores de ambigüedades y mentiras encaminadas por una parte a borrar las huellas de un periodo de sangre derramada en nombre de convicciones que aún profesan; por otra, a hacer pasar por heroico lo que no fue sino una mera sucesión de atrocidades». Eso se escribió antes de Pedro Sánchez. La llegada de Sánchez al poder ha complicado extraordinariamente el tiempo histórico y ha intoxicado también extraordinariamente el campo de la política española. En este campo de juego repleto de fuerzas populistas encaramando a Sánchez, Otegi invierte las capacidades recobradas tras la legalización en 2012 y las alianzas y complicidades tejidas especialmente con los también populistas identitarios de ERC y con los populistas de izquierda de Podemos, todos ellos interesados en reventar la Constitución.

Algunas fundaciones y Asociaciones de Víctimas pidieron a Otegi hechos. Ya tenemos hechos. EH Bildu impidió este jueves que se aprobara una declaración institucional del Parlamento Vasco que comenzaba así: «Nuestra firme condena de la sinrazón y la injusticia que supuso la actividad terrorista de ETA durante más de cuatro décadas y nuestra denuncia de la ilegitimidad de la violencia para conseguir fines políticos». Otro hecho. La manifestación «En marcha, en el camino a casa». No hay la más mínima autocrítica sobre los motivos por los que estén cumpliendo condena. Este tipo de manifestación acrítica con los asesinatos y demás bestialidades revictimiza a muchas víctimas y es denunciado por la Fundación Buesa con enorme rigor.

Otro hecho. Los homenajes a los presos que salen de la cárcel por delitos de terrorismo sin haberse reinsertado, sin condenar, no han cesado en todos estos años. Duelen y humillan, lo puedo asegurar.

No hay duros a peseta en los regalos a Sánchez, con la investidura, en los anteriores presupuestos en la relación con María Chivite en Navarra, entre otros, sino más bien el despliegue de un paciente sistema de limpieza y blanqueamiento político, a través de la normalización de las transacciones y el establecimiento de un sistema de pago a plazos, mientras los líderes del partido socialista, otrora acosado y perseguido, ayudan a limpiarles un poco cada día a través de la normalización de las relaciones de transacción y del entusiasmo de Patxi López hace cuatro días. Ya sabemos que no condenar su historia y el lobbismo en favor de sus presos –a los que convencieron para asesinar– envenena el entorno político, pero en la polarización populista muchos son ciegos.

«Tenemos a 200 presos en la cárcel y si para sacarlos hay que votar los Presupuestos, pues los votamos». El mismo Otegi expresó ofendido el jueves pasado, en su rica lengua española, que se le había interpretado de forma literal. Cualquiera que sepa algo de política, decía, ya sabe que no es para este diciembre. Sí, porque Otegi lleva diez años dando facilidades de pago y cobra intereses de la deuda y una capitalización parcial.

El hábil ejercicio de filibusterismo político acumula y gana tiempo, y hasta el día 18 de octubre de 2021no había cometido fallos en las campañas de marketing político.

Diez años más tarde, eligieron conscientemente jugar con las emociones y nuestro dolor y con las víctimas que ellos provocaron.

Diez años más tarde siguen sin cuestionar la lógica política que alcanza cuotas sobre el sufrimiento. Fueron derrotados operativamente, buscan la victoria política en el futuro. Pero a Sánchez sólo le importa Sánchez.