Sin oposición

Victoria de Belarra sobre los críticos: acaba con la protesta interna

Asturias era el último reducto crítico morado que sobrevivió a la era de Pablo Iglesias.

La secretaria general de Podemos, Ione Belarra
La secretaria general de Podemos, Ione BelarraRicardo RubioEuropa Press

Asturias cierra una etapa en Podemos. Esta semana, la diputada morada Sofía Castañón lograba imponerse como secretaria general del partido en la comunidad y con su proclamación se ponía fin al último reducto de oposición interna en la formación que se mantenía vivo desde la era liderada por Pablo Iglesias.

La nueva secretaria general y también portavoz adjunta de Unidas Podemos en el Congreso y secretaria de cultura morada ha conseguido el 50,2% apoyo frente al hasta ahora líder de Podemos asturiano desde 2015, Daniel Ripa. Unas primarias que fueron comprendidas desde el minuto uno en clave nacional. Había solo dos direcciones posibles que quedaban en manos de la militancia: o Ripa lograba contener el poder y se erigía como única comunidad crítica con los postulados de la dirección estatal o Castañón ganaba y la formación autonómica pasaba a plegarse a las directrices de Madrid.

Con el resultado final, Ione Belarra logra su primera victoria al frente de Podemos –en el plano orgánico- desde que asumiera los mandos del partido en el mes de junio. Lo hace después de que el proceso de primarias en el principado acaparara todas las atenciones y también las tensiones entre la dirección nacional y la autonómica. Desde el norte, acusaban a Madrid de “injerencias” después de que la dirección nacional interviniera las cuentas autonómicas de la formación y transfiriera dinero hacia la cuenta estatal. El departamento de cumplimiento normativo de Podemos abrió una investigación para conocer si Ripa iba a repartir ayudas de 25.000 euros a asociaciones vinculadas a miembros de su candidatura. Es por ello que, la decisión de la formación fue la de intervenir las cuentas. Ripa lo denunció la pasada semana como un “intento de hacer una denuncia falsa en el proceso de primarias para llevarla a la prensa” y “desacreditar su figura” por parte de “candidaturas marcianas diseñadas desde despachos”, en referencia a la candidatura de Castañón, quien forma parte de la cúpula nacional. El hasta ahora líder autonómico lo definió gráficamente como un “proceso de guerra sucia, de cloaca, de lawfare”.

A parte de este proceso de primarias enfangado y que ahora deberá estudiar el departamento de cumplimiento normativo para emitir su veredicto y aplicar, en caso de ilegalidad, el código ético de la formación, con las primarias asturianas el partido acaba con la contestación interna. Sin más “barones críticos” dentro de Podemos, la líder Ione Belarra consigue acabar con uno de los trabajos que en su día correspondió a su antecesor en el cargo, Pablo Iglesias, quien salió de Podemos después de poner fin a las disputas con la facción anticapitalista de Podemos en Andalucía con Teresa Rodríguez al frente y tras haber ganado un sinfín de procesos de primarias autonómicos donde el patrón era el mismo; siempre se imponía el candidato propuesto por la cúpula nacional frente a las candidaturas autonómicas que reclamaban más pluralidad, debate interno y autonomía ante la centralización impuesta desde Madrid

Atrás quedan otros procesos de primarias también virulentos para los morados. Sin ir más lejos, en julio de 2020, las primarias del partido en La Rioja acabaron en los juzgados después de que la candidata autonómica, Sara Carreño denunciara irregularidades y hasta la eliminación en el recuento oficial de primarias de once votos. Algo que ya había ocurrido en 2018. En Cantabria, en las primarias para elegir candidato a las elecciones autonómicas del 26m, ocurrió algo similar. La Ejecutiva nacional acabó prescindiendo de las primarias después de que expulsara a la candidata crítica con la dirección y secretaria general en Cantabria, Rosana Alonso.

Estrategia municipales y autonómicas

El nuevo Podemos está centrado en volver a sus orígenes, cuando contaba con el aval de la militancia y presumía de músculo electoral para ganar elecciones. En las autonómicas de 2019, cuando Iglesias era el secretario general, la formación se dejó la mitad de los votos que logró en 2015. Pasaron de 1,7 millones de votos a 882.524. Es por ello que la estrategia de Belarra -que ha emprendido ya una ruta de refuerzo por los territorios junto a su secretaria de Organización, Lilith Vestrynge,- es la de volcarse en las comunidades autonómicas y con la militancia con el fin de construir bases autonómicas sólidas para el nuevo ciclo electoral tanto a nivel municipal y autonómico. De hecho, Belarra, en su primer discurso en Vistalegre IV apeló a la necesidad de “enraizar” el partido en los territorios.