La crónica

Sánchez corteja a PNV y ERC para recomponer las frágiles relaciones

Moncloa se mueve para recomponer relaciones con sus socios tras la reforma laboral. El choque entre ERC y Yolanda Díaz desestabiliza a Aragonés. El hándicap del PSOE: la economía

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ayer en Badalona
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ayer en BadalonaQuique GarcíaAgencia EFE

Moncloa se ha puesto ya a trabajar para intentar recomponer las relaciones con el PNV y ERC después de la colisión con su socios de investidura en la convalidación de la nueva normativa laboralpactada con sindicatos y empresarios. El cortejo está ya en fase de cocción. Frente a los análisis que han querido ver en esta ruptura un punto de inflexión sin marcha atrás, los contactos están en fase de reactivación para corregir los daños que deja una negociación llena de zancadillas. Hay una quiebra importante de la confianza, pero también una necesidad compartida de sostener la alianza.

Todos salen con heridas, pero la más grave no afecta a la estabilidad del Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos, aunque la coalición esté descompuesta y Sánchez vaya cada vez más a su aire. El daño mayor amenaza a la Generalitat de Cataluña.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no tiene una mayoría alternativa a la de la investidura, lo que siempre han sabido en Moncloa aunque jueguen, según les interese, con el concepto de la geometría variable. Pero sí tiene asegurado que la Legislatura durará lo que él quiera. Son sus socios principales, PNV y ERC, quienes validan este hecho en un análisis realista de las circunstancias en las que se mueve el Gobierno de coalición. Con los Presupuestos ya aprobados, y con los primeros deberes impuestos por la UE ya en marcha, ajuste laboral y en pensiones, Sánchez tiene margen para poder seguir controlando el botón de disolución del Parlamento, en tanto la economía se lo permita.

Cs y PdCat, un “oportuno accidente”

Por eso, en aquello que de Sánchez depende, el plan es seguir cuidando a su mayoría de investidura porque es la que necesitará, en todo caso, para continuar en Moncloa si suman más que el bloque de la derecha. Ciudadanos (Cs) y PdCat han sido un «oportuno accidente» en el camino, del que Sánchez se ha aprovechado para sacar adelante la reforma laboral, pero sin voluntad de profundizar en las relaciones con estos dos partidos. La coincidencia con ellos la ha permitido el hecho de que la reforma de la normativa laboral viniera con el aval del acuerdo social. Y que por medio no se cruzaran ni ERC ni PNV. Pero sin esa carta de presentación Cs no tiene espacio para acercarse a la coalición, y tampoco el PdCAT.

En posición más complicada queda el Gobierno de Pere Aragonès. Cataluña es la pieza que se queda colgada del alambre después de que, en el choque entre ERC y los morados por la convalidación parlamentaria de la reforma laboral, entrara incluso la amenaza de retirar su apoyo al Gobierno de Aragonès. La ruptura de la confianza entre los dos partidos es total, y el ultimátum de los comunes a ERC seguirá pesando en el futuro del presidente de la Generalitat.

En Comú Podem, integrada en el grupo de Podemos, es el socio prioritario de la Generalitat. En diciembre Aragonés logró aprobar sus primeros Presupuestos gracias a su apoyo. Mientras que la CUP, partido que respaldó la investidura, trabajó, sin embargo, para tumbar las cuentas. Aquella decisión de Aragonés de servirse de los votos de los comunes dividió al bloque independentista.

ERC ha decidido jugar fuerte en Madrid con la reforma laboral, pero esto puede tener consecuencias en Barcelona. Sobre ellos pesa, además, que se sienten engañados por el PSOE con la «mesa» de diálogo porque los socialistas la están enterrando antes de lo esperado. Que ahí no había agua ya lo veían las dos partes desde el principio, pero ERC tenía la confianza puesta en que el PSOE colaborara más tiempo en disimularlo.

La evolución económica, clave

Sánchez está en campaña y, en este nuevo ciclo electoral, fuera de Cataluña no le suma nada a sus siglas retomar el «teatro» de esta negociación bilateral. ERC sale, por tanto, con muchos frentes abiertos: sin la CUP, sin resultados para compensar su pulso con Puigdemont, enfrentados a Podemos y bajo la doble dirección, en la que Marta Rovira todavía manda mucho desde Ginebra.

El gran problema de Sánchez, y lo que marcará su futuro político, no está en la retirada del apoyo por sus socios, con los que, dentro de la debilidad, seguirá haciendo equilibrios para estirar todo lo que necesite el mandato. Su hándicap está en la evolución económica. Es complicado que las cifras de crecimiento sirvan para poner sordina a una debilidad estructural en la que la inflación y los precios de la energía están dañando al tejido empresarial y acelerando el empobrecimiento de la ciudadanía. Y las sensaciones económicas en el mundo empresarial y financiero son mucho más pesimistas que las que vende el Gobierno de coalición.

Sánchez tiene atado su futuro a la economía, de la misma manera que Casado también cree que su aterrizaje en Moncloa vendrá de la mano de la ruina económica.

En este recuento de daños que deja la votación de la reforma laboral, del bloque de los heridos se queda fuera Vox. El descrédito del Congreso y del sistema de partidos beneficia a la formación de Santiago Abascal porque legitima en buena parte su discurso de crítica. En una situación de malestar creciente y de descrédito generalizado, el original siempre tiene más que ganar que el partido de gobierno, en este caso, el PP, por más que los populares intenten competir con las mismas armas.