Opinión

Otra vez, la coalición a la gresca

Esto empieza a parecerse a la crónica del divorcio anunciado

Pedro Sánchez monta un circo y le crecen los enanos. O, dicho de otro modo, anuncia una medida sensata y se le sublevan los aliados. Manifestaba ayer, en entrevista en directo con Ferreras, su intención de incrementar el gasto en defensa. «Debemos hacerlo», aseguraba, y ya hoy salían los portavoces de sus socios de gobierno y aliados parlamentarios a oponerse. En un desfile de demagogia, casi todos coincidían en corear que más gasto social –a bulto, sin especificar– y menos en defensa. Cuando lo cierto es que España gasta actualmente en ello un 1,4 del PIB, más o menos, cuando la OTAN establece que debería situarse en el 2%. Sánchez, sin embargo, no especifica ni cómo ni en qué plazo se va a lograr esto, pero aún así la mera mención, como si la palabra de Sánchez tuviese algún valor, ya ha puesto a todos ellos de los nervios. Que desde el PP se aplauda la rectificación del PSOE –recordaba Cuca Gamarra que hace apenas dos semanas se consideraba desde el gobierno «impensable» esa medida– tampoco ayuda a que se vea con buenos ojos, claro.

Y es que ayer también hubo en la entrevista de Sánchez recadito para Unidas Podemos a cuenta de la postura sostenida por estos en las últimas semanas, contraria al envío de material ofensivo a la resistencia ucraniana. «Yo les dije en las Cortes Generales que creía que esta posición que estaba manteniendo Unidas Podemos no era la correcta», explicaba Sánchez en referencia a la falta de apoyo de sus socios de gobierno en esta cuestión.

Y hoy mismo se evidenciaba de nuevo el desencuentro: Pablo Fernández, portavoz de la formación morada, mostraba abiertamente su disconformidad ahondando en necesidades «más acuciantes» que aumentar el presupuesto destinado a Defensa. También lo hacían Eh Bildu, a través de la portavoz Mertxe Aizpirua, Miriam Noguera por Just per Catalunya, Gabriel Rufián por Esquerra Repúblicana, Joan Baldoví por Compromís, Mireia por la CUP o Íñigo Errejón, por Más País. Pedía unidad el PSOE ante este compromiso y lo ha conseguido, pero enfrente. No ha faltado ni Pablo Echenique, que no se pierde un sarao y que el pobre no consigue ser conciliador ni poniendo toda su voluntad, si es que la pone alguna vez.

No sé yo si le conviene a Unidas Podemos en este momento tensar demasiado la cuerda, otra vez. En caída, libre e irreversible, hacia el inmenso mar de la irrelevancia política, los morados creo que se perciben a sí mismos como más fuertes de lo que están. Como esos púgiles desnortados que manotean al aire con un ojo a la virulé y sin atisbar siquiera de dónde les vienen las hostias. Pero lo cierto es que Sánchez ya no les necesita y los mantendrá en el Gobierno mientras no molesten demasiado. Al fin y al cabo, él ahora está a otras cosas. A cosas de mayores. Y cuando uno se pone a cosas serias, lo que tanta gracia hacía un rato atrás de los críos, molesta. Por eso se les manda a jugar al parque.

Podemos afirmar pues, más con tedio que con sorpresa, que asistimos a la enésima brecha de este gobierno de coalición (tan «Escenas de matrimonio», tan «La guerra de los Rose») que empieza a parecer ya la crónica de ese divorcio anunciado que está siempre al caer pero nunca llega. Aunque cada vez que pienso en eso, cuando a puntico estoy del vaticinio, del «le queda un telediario a esta unión», me acuerdo de lo que me decía siempre un amigo sabio: «los matrimonios por amor no duran más de siete años; los de conveniencia, duran toda la vida». Al final, malas noticias para los románticos, lo único que va a ser para siempre es el interés.