Rebelión
“Caso Pegasus”: Policía y Fuerzas Armadas cierran filas con el CNI
Moncloa necesita probar «fallos» serios en las escuchas al presidente para justificar el cese a Paz Esteban. “O lo venden bien o será una cesión del Estado”
El presidente Pedro Sánchez necesita encontrar «un buen motivo» para justificar el cese de la directora del CNI, Paz Esteban. La gestión del Gobierno de esta crisis está provocando un significativo movimiento de protesta, o de rebelión, en un organismo que es un pilar clave del Estado en la lucha contra el terrorismo y en la defensa de la seguridad nacional y ciudadana. A estamentos claves, y sensibles, está llegando la réplica interna del CNI y su cierre de filas con su directora. En el ámbito de las Fuerzas de Seguridad del Estado y estamentos militares se solidarizan con el trabajo de los servicios de inteligencia.
La advertencia no puede ser más clara: «El Gobierno de España no puede permitirse el lujo de ceder ante la presión del independentismo para poner sordina a los hechos que acreditan que las escuchas realizadas, legales, cumplían la función de velar por el interés general. En vez de ceses, lo que tienen que hacer es pedirles explicaciones sobre su relación con el terrorismo callejero o sobre qué había en la mesa de negociación con el régimen de Putin».
En el ámbito de Interior y de Defensa este último pulso del independentismo al Gobierno se vincula con pilares fundamentales con los que ningún Ejecutivo puede dejar de estar comprometido. «Esto es otro pulso al Estado, y ceder compromete la seguridad nacional y la integridad territorial». Apuntan al contenido de las transcripciones reservadas de las escuchas realizadas a dirigentes independentistas, y a las últimas informaciones que prueban sus contactos con agentes rusos.
Portavoces autorizados de Moncloa llevan días filtrando, a través de sus satélites mediáticos oficiales, que la cabeza de Paz Esteban está ya lista para ser entregada al independentismo, pero la única vía para poder ejecutar esta decisión es que el Gobierno esté en condiciones de probar que ha habido «fallos serios» en las escuchas al presidente y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, y que estos fallos son imputables directamente a la jefa de los servicios de inteligencia. Si no es así, el cese agravará el problema al que se enfrenta el Gobierno por el efecto desestabilizador de una medida que en la inteligencia y en las Fuerzas de Seguridad del Estado se leería como una claudicación al secesionismo.
La sorprendente decisión de Moncloa, hace una semana, de hacer público que los dispositivos del presidente y de la ministra habían sido «atacados» se lee en el ámbito de la seguridad como una estrategia dirigida a abrirse una puerta para justificar ante la opinión pública la reestructuración del CNI que exige el independentismo. Pero tiene que haber pruebas de que los fallos han sido graves y que son responsabilidad directa del CNI. Ésta es la única manera en la que Sánchez puede llegar a defender la reestructuración del CNI sin echarse encima un problema mayor.
Hasta ahora, desde que estalló esta crisis por el informe de Citizen Lab sobre el supuesto espionaje a más de 60 nombres vinculados al independentismo, las decisiones del Gobierno no han servido para apaciguar a sus socios de Esquerra, y sí le han añadido problemas colaterales.
Relevo en la dirección del CNI
Además de una justificación válida, que hasta hoy no se ha ofrecido, el relevo en la dirección del CNI requiere también que Sánchez sea capaz de encontrar a alguien con prestigio y amigo del Centro. «Esto no va de hacer un ajuste en un ministerio. El presidente del Gobierno debe ser consciente de lo que tiene entre manos, y de que el CNI no forma parte del Consejo de Ministros ni lo puedes manejar con la discrecionalidad con la que cambias o pones a uno de sus ministros», apuntan desde los servicios de información de la Policía.
La encrucijada es complicada porque el interés puramente de partido choca con el interés nacional. Y los fontaneros de Moncloa están dejando ver una «inexperiencia» y una «urgencia» que confronta con el sentido institucional que debería acompañar a los cargos que representan.
Mientras, el principal partido de la oposición sigue aprovechando el espacio que le abre esta última crisis de Gobierno y su repercusión ante la próxima cumbre de la OTAN en Madrid. La diplomacia y los servicios de inteligencia extranjeros son muy sensibles ante amenazas a la seguridad de las comunicaciones, y el ruido de estas semanas no invita a la tranquilidad. En un acto con motivo del Día de Europa, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, volvió a tender la mano al presidente Sánchez para «la defensa y la seguridad del Estado». El PP votó la semana pasada en la Junta de Portavoces del Congreso contra la creación de una comisión de investigación sobre el caso de los espionajes, salvando así al Gobierno ante un asunto que considera de Estado.
«Trasladaremos una propuesta de acuerdo al Gobierno sobre la OTAN y la seguridad del Estado para reforzar nuestra postura y manifestar una posición de país clara, seria y diáfana ante nuestros socios», explicó Feijóo.
El PP presentará esta propuesta como una iniciativa parlamentaria, dentro de su estrategia de destacarse ante la opinión pública más como alternativa que como oposición.
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