José María Marco

El Titanic socialista

A mucha gente le sorprende la rapidez con la que se ha disuelto el régimen socialista andaluz, que creían –o creíamos– tan incorporado a la vida de la región que parecía imposible disociarlo de ella. Una buena parte del derrumbamiento se debe, sin duda, a la labor del gobierno de Moreno Bonilla, que ha desmontado, tanto o más que los aparatos de poder caciquil, la mentalidad que los convertía en un mundo intocable, fatal, irremediable. Todo eso ha dejado de existir, en buena medida, y de pronto esa parte de la sociedad andaluza aislada en la burbuja socialista ha comprendido que existen alternativas válidas, que no sólo no ponen en peligro su forma de vivir, sino que le ofrecen nuevas oportunidades. Tampoco debe ser menospreciada la contribución de los socialistas. Una vez disipado el espejismo, parece que los socialistas se hubieran quedado sin nada que ofrecer. O sí, claro, pero lo que ofrecen no tiene el menor atractivo allí.

El PSOE se ha especializado en polémicas sobre el género, debates sobre la memoria histórica, medidas a favor del aborto y la eutanasia, reformas educativas de pura demagogia… y un curiosísimo empeño por exhibir sus simpatías con los separatistas catalanes, que no sólo quieren acabar con España y la Constitución, sino que presumen de su desprecio hacia el resto de los españoles, desprecio que encuentra en la figura de lo «andaluz» uno de sus tópicos más celebrados… ¿A dónde se va con todo esto? Está, por supuesto, el miedo a la derecha y a la ultraderecha, pero los años de gobierno del Partido Popular la han desactivado, y la actitud de Vox no responde tampoco al argumentario socialista.

Más bien ha venido a halagar algo que a los andaluces, conscientes de una singularidad histórica y cultural más seria y consistente que la catalana, sin ir más lejos, les importa mucho y con razón. Singularidad, por otra parte, que no se manifiesta como enemiga del resto de la nación… En todos estos puntos, los socialistas se dirigen al naufragio. Y lo peor, o lo mejor, según se mire, es que el naufragio puede ser el ensayo de una catástrofe nacional.