El personaje
Laura Borrás: decapitada en su propia plaza
En su papel de rebelde numantina Borrás no piensa dimitir ni hacer una renuncia expresa, aunque no pueda desempeñar las funciones que le son propias
El espectáculo de Laura Borrás es una nueva muestra del esperpento político y degradación de las instituciones catalanas. “Le han cortado la cabeza en su propia casa, el Parlament”, clamaban dirigentes de su partido, JuntsxCat, por los pasillos de la Cámara, mientes la presidenta destituida acusaba con palabras muy duras a los “jueces hipócritas” de Esquerra Republicana, el PSC y la CUP, sus verdugos en aplicación del artículo 25 del reglamento que despoja de derechos y deberes a los diputados si se les abre juicio oral por delitos vinculados a la corrupción. En su papel de rebelde numantina Borrás no piensa dimitir ni hacer una renuncia expresa, aunque no pueda desempeñar las funciones que le son propias. Ello impide un relevo ordenado del cargo y será ahora la republicana Alba Vergés, ex consejera de Salud, quien asuma de forma interina la presidencia de la segunda institución de Cataluña hasta que no haya un pacto entre los socios del Govern, algo que se vislumbra muy difícil ante la gran tensión dentro del bloque independentista. ERC emplaza a Junts a que presente otro candidato, pero su secretario general, Jordi Turull, rechaza la propuesta y apoya que Borrás no renuncie explícitamente al puesto. El episodio es de traca.
En palabras de un destacado empresario catalán, “vomitivo”. Y aunque todos los escenarios están abiertos, parece que los consejeros de JuntsxCat en el Govern no piensan dimitir, cómodamente aferrados a sus cargos. Una prueba más de la hipocresía en la política catalana, una doble moral en la que por un lado vociferaban contra ERC y por otro se mantenían en sus puestos bajo el mandato del republicano Pere Aragonés, presidente de La Generalitat. Las aguas suben bravas, Laura Borrás afirma que “no se dobla y no la han vencido”, mientras Turull denuncia “maniobras cainitas” en sectores independentistas. “El problema lo han creado ellos, que lo resuelvan ellos”, advierten los neoconvergentes lanzando la pelota a sus adversarios de Esquerra. La incertidumbre es total, dado que los servicios jurídicos del Parlament deben resolver ahora la situación del personal adscrito a la presidencia y el alcance de la suspensión en cada ámbito. Borrás se erige como una mártir de la represión: “Soy mujer del uno de octubre”, clama en recuerdo de la consulta ilegal, mientras los republicanos exhiben tolerancia cero contra la corrupción.
La situación era esperada. Los únicos que podían frenar su salida como presidenta del Parlament de Cataluña, la dejaron caer. Los dirigentes de Esquerra Republicana, y mucho menos sus bases, no estaban dispuestos a ser la tabla de salvación de Laura Borrás, procesada por segunda vez por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) por presunto fraude en contratos adjudicados a dedo a un amigo personal cuando dirigía la Institución de las Letras Catalanas (ILC). “Nuestro partido es tolerancia cero contra la corrupción, con juicio oral no la salvaremos”, reiteraban días atrás en el partido republicano, con la amenaza clara de aplicar el artículo del reglamento. El asunto provoca un nuevo cisma dentro del mundo independentista, con la pertinaz batalla interna entre JuntsXCat, el partido del ex presidente Carles Puigdemont, que ahora preside Borrás, y las huestes de Oriol Junqueras, instalados en la presidencia de La Generalitat, en la figura de Pere Aragonés. La dirigente neoconvergente está acusada de prevaricación, malversación y fraude documental, a punto de sentarse en el banquillo. Con la aplicación del artículo preceptivo del Parlament, apoyado por ERC, el PSC y la CUP, su inhabilitación era irreversible.
Pero Laura Borrás piensa dar batalla y mantiene su acta de diputada, aunque no podrá cobrar. La destituida presidenta y los dirigentes de Junts montaron “un auto sacramental” a las puertas de la Cámara, que congregó a unas trescientas personas con el ex presidente de La Generalitat, Quím Torra, en cabeza, quien reclamaba venganza contra ERC y ruptura inmediata del Govern. De momento, Pere Aragonés asegura que ningún consejero de Juntsx Cat se lo ha pedido. Para los republicanos la caída en desgracia de Laura Borrás es un nuevo paso en el liderazgo del independentismo, pero algunos dirigentes neoconvergentes opinan que la ruptura con sus socios de ERC les daría un impulso en el voto separatista. En todo caso, el futuro de Borrás se ve muy negro, a un paso del banquillo y en el abismo final de su carrera política. Con un equipo a su medida, Borrás inició su mandato con una purga de altos cargos que se le volvió en contra por el escándalo de los funcionarios prejubilados que cobraban sin acudir a su puesto laboral. Sus enfrentamientos con los letrados de la Cámara y otros asuntos polémicos no dejan buen recuerdo de una mujer que ambicionaba, incluso, sentarse un día en el sillón de La Generalitat.
Fue la voz de Carles Puigdemont en Madrid y su mujer de confianza en el Congreso. Laura Borrás Castanyer pertenece a esa elitista burguesía catalana fervorosa del soberanismo. “Una pija metida a independentista”, dicen quienes bien la conocen. Doctora en Filología Románica, nació en Barcelona en una familia acomodada de la burguesía catalana. Hija de un prestigioso médico, se casó también con otro médico, Xavier Botet, miembro de una elitista familia propietaria de la casa modernista Casadeús i Botet, en Igualada. Como Directora de la Institución de las Letras Catalanas, declaró unos ingresos de casi cien mil euros, participaciones en algunos fondos de inversión y un piso en una de las mejores zonas de la Ciudad Condal. Defensora de un independentismo “sentimental”, alejado de los postulados de izquierdas de ERC, desde su llegada a la presidencia del Parlament radicalizó su discurso, que ahora invoca tras su destitución. Su estilo personal, extremado en todo, su formación como literata y su etapa de profesora especializada en la difusión cultural en entornos digitales la hicieron una mujer muy dinámica. Ahora, cercada por la justicia, su carrera puede estar al final de todo.
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