Pedro Sánchez
El salto a la dimensión planetaria
El discurso de Sánchez no ha sido más que una retahíla de los lugares comunes
Tenía que llegar, el parecido entre José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez es más que obvio, así que había de llegar el momento en que el narcisismo propulsase al presidente del Gobierno a la dimensión estratosférica. Fue en junio del pasado año 2009 cuando la entonces inefable secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, nos anunció a todos los españoles como «el próximo acontecimiento histórico de este planeta» que José Luis Rodríguez Zapatero accediese a la Presidencia cíclica de la Unión Europea al mismo tiempo que Barack Obama lo hacía a la Presidencia de los Estados Unidos. La coincidencia le parecía a Pajín todo un «impulso progresista» y la consideró «una esperanza para muchos seres humanos».
Aquellos excesos verbales nos procuraron algunas de las mejores risas de toda la legislatura y también inspiraron secuencias memorables de nuestros humoristas nacionales. Desde entonces, la «conjunción planetaria» forma parte del acerbo lingüístico popular para definir los eventos inmarcesibles.
Ahora, cuando ya han pasado trece años, la esperanza de los seres humanos no parece que haya mejorado ostensiblemente, pero la «conjunción planetaria» sí que se repite, esta vez en las personas del presidente estadounidense, Joe Biden, y Sánchez. Hete aquí que nuestro presidente se ha marchado a la Asamblea de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York y su aparición en las televisiones americanas ha desatado pasiones por su belleza. «Gorgeous man», «the spanish Kennedy» y «looks like Superman» (hermosísimo, el Kennedy español y parece Supermán) han sido los comentarios más repetidos en las redes sociales durante estos días.
Su discurso pronunciado en la sede de Naciones Unidas no ha sido más que una retahíla de los lugares comunes: esperanza frente a la guerra, lucha contra el cambio climático, defensa de la mujer y empuje para hacer frente a la pandemia, pero tampoco es justo reprocharle que cruce el charco para viajar hasta los Estados Unidos y hable de todos los grandes problemas que nos aquejan.
Es verdad que aquí la cesta de la compra está cada vez más imposible, los combustibles disparados, el Poder Judicial sin cabeza, los impuestos en disputa y los barones del PSOE a la gresca, pero no es menos verdad que en Nueva York se habla en estos días de cosas que sí nos afectan muy directamente, desde la guerra con Rusia hasta los virus. En Moscú, Pekín o Nueva Delhi se deciden asuntos nuestros más importantes que las ideas de la ministra Irene Montero.
Otra cuestión es si Sánchez acude a la ONU a trabajar o a lucirse, si tiene a su país y al mundo en mente o más bien su carrera política y las elecciones.
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