Gobierno

Unidas Podemos asume que negoció «mal» su peso en la coalición

Los morados reconocen las «contradicciones» de gobernar en minoría. Rebajan el tono en la política de Defensa, pero seguirá la estrategia de presión

Desde que PSOE y Unidas Podemos empezaron a negociar la estructura del primer Gobierno de coalición, las tensiones quedaron patentes entre ambas partes, tanto por las competencias a repartir, como por la cuota de poder de cada partido, pasando por las diferencias ideológicas de cada uno. Los morados sabían entonces que les serían vetados los ministerios de Estado, a pesar de la intención del propio Pablo Iglesias de controlar el CNI, y es por eso que se centraron en luchar por competencias de índole social para dar cumplimiento a su programa electoral. Es lo que finalmente se firmó. Iglesias consiguió su vicepresidencia, un ministerio de nueva creación: Derechos Sociales y cuatro carteras desgajadas:Trabajo, Igualdad, Consumo y Universidades.

Ahora, con la experiencia de tres años gobernando en Moncloa –viendo las batallas ganadas y perdidas– y con la vista puesta en volver a gobernar en coalición, la cuota de Unidas Podemos analiza esa vital negociación. Según lamentan fuentes del espacio confederal, en ese momento, «se negoció mal» las competencias que aceptaron los morados, es decir, el peso y el poder de acción que tienen. (Pablo Iglesias, Irene Montero y Pablo Echenique fueron los negociadores por Podemos). Estas fuentes, con las vivencias acumuladas a día de hoy, aseguran que ahora no habrían aceptado solo carteras de corte sociales, aunque no desvelan cuáles habrían peleado con el PSOE, y explican que, es por ello que ven «limitado» su poder de acción en el Gobierno. Sobre todo en momentos clave como los actuales, en los que la necesidad de tomar decisiones de calado ha vuelto a evidenciar las discrepancias entre los socios, con la subida de la inflación o el envío de carros de combate a Ucrania, que rechaza el ala morada.

En el sector socialista no están dispuestos a cambiar su hoja de ruta. Se deja claro que la política de Defensa, extensible a cualquier otra que se considere de Estado, es competencia exclusiva del presidente del Gobierno y se la reservarán, en caso de revalidar el poder, para ministerios del PSOE. Se muestran inmunes a cualquier presión de sus socios, priorizando la Alianza, de la OTAN, sobre la de investidura.

Desde el principio, lo morados han navegado en un mar de contradicciones. El propio Pablo Iglesias admitió al dejar el Gobierno haberse encontrado «muchos límites». Este mes, la líder de Podemos, Ione Belarra hacía lo propio. «Algunos cambios no llegan porque no somos mayoría en el Gobierno». Concretamente, el compromiso del propio presidente del Gobierno de incrementar el gasto en Defensa y de seguir ayudando al pueblo ucraniano con material armamentístico, –en esta ocasión con el envío de carros de combate– es uno de los «sapos» que los morados tienen que tragarse si quieren seguir en Moncloa. Hace casi un año, el envío de material armamentístico casi derivó en una crisis de Gobierno por la oposición frontal de los morados, que llegaron a acusar al PSOE de ser el «partido de la guerra». Fuentes del espacio reconocen que fue uno de los momentos en los que la coalición «corrió peligro de verdad».

En Moncloa creen que el cambio de estrategia de los morados, desde la beligerancia el pasado hasta el «tono de crítica moderado» actual, se debe a que los números internos que manejan revelan que, incluso entre los suyos, el apoyo a ayudar a Ucrania es alto. En la cuota morada se asegura que el cambio de actitud se debe a haber asumido que no ostentan las competencias pertinentes para vencer en esta ocasión. Además, la vicepresidenta Yolanda Díaz, reunió a sus ministros para llamarlos al orden y trató de mantener una posición conciliadora para tender puentes entre PSOE y Podemos. En la parte socialista se valora también que la mutación de Podemos se debe a la conciencia de qué batallas se deben librar porque hay opciones, ya no de ganarlas, sino al menos de disputarlas, y cuáles suponen un desgaste estéril. En este sentido, sentó muy mal en el Gobierno que cuando se aprobaron los últimos Presupuestos –los más sociales de la legislatura–, los morados opacaran esta cuestión con la controversia sobre el aumento del gasto en Defensa.Una decisión que, además, les dejaban en mal lugar por su nula pericia negociadora.

En todo caso, el Gobierno se mantiene en su posición de alineamiento con el resto de aliados europeos. «España tiene compromisos internacionales» que va a cumplir y «España está donde tiene que estar», esto es, en el frente conjunto con otros países europeos en el «absoluto compromiso con Ucrania y con la unidad de todos los países», dicen fuentes gubernamentales. Y en esta empresa tampoco están dispuestos a dar señales de debilidad ni de división de cara al exterior. La decisión de enviar Leopard a Ucrania no pasará ni por el Congreso, como le piden sus socios, a lo que no están obligados por tratarse de carros de combate y no de tropas sobre el terreno; ni por el Consejo de Ministros.

El Gobierno ya ha aprobado, con el voto de Unidas Podemos, varios acuerdos para dar cobertura a los gastos derivados de la invasión de Ucrania que sirven ahora de paraguas para enviar los Leopard sin someterlo de nuevo a juicio del Gabinete. Tanto el fondo de contingencia y crédito extraordinario de 1.000 millones en Defensa, como el acuerdo por el que se prorrogaba por un año, hasta el 31 de diciembre de 2023, la participación de unidades y observadores militares en operaciones de paz en el exterior, son ejemplos de ello.