José Antonio Vera
Ánimo, Pedro
Se reía nuestro timonel como diciéndole al pepero: «Ánimo Alberto, que lo llevas claro»
APedro Sánchez le salió ayer la risa de hiena cuando Alberto Núñez Feijóo le comunicó que va a tener que ir a dar cuenta de sus andanzas al Senado. Carcajada obscena o de psiquiátrico, dijeron en la bancada pepera, solo comparable con la gesticulación fuera de sí de su compañera de pupitre, Mari Montero, Marisú.
Se reía nuestro timonel como diciéndole al pepero «ánimo Alberto, que lo llevas claro: no voy a ir ni al Senado ni a ninguna parte, me paso todas las instituciones por el forro».
Nada nuevo, pues lleva dos años, dos, sin pisar la Cámara Alta, y con decir que tiene una agenda internacional muy apretada o que no le da la presidencial gana, y convoca elecciones, se salva del trago de someterse al interrogatorio del parlamentarismo popular.
Incluso si fuera, puede salir por peteneras, como hace cada vez que acude a una sesión de control. Le preguntan «equis» y contesta «zeta». Cualquier cosa menos cumplir con las obligaciones inherentes al cargo que ocupa. Por eso hemos dicho muchas veces que con este hombre no vale la política, sólo los tribunales.
Y aun así ya vemos cómo se comportan los de su entorno cuando tienen que comparecer a ante un juez: directamente no van o no contestan, como Begoña Gómez, o borran el contenido de los teléfonos celulares, tal que el fiscal general.
Si usted actuara así daría con sus huesos en chirona, pero ellos no, tienen bula, les ampara Von der Leyen, y lo mismo les da no presentar el presupuesto que llenar las instituciones de aduladores.
No es necesario saber nada ni demostrar cualificación académica para hacer carrera en el sanchismo. Con repetir cual papagayo lo que dice el jefazo, vale. Y eso es más que suficiente para poder hacer luego lo que les place. Por ejemplo, Ábalos. Por ejemplo, Koldo. Por ejemplo, Santos Cerdán.
Sin más mérito demostrado que el de hacer compañía a Su Ilustrísima en el Peugeot, ejecutaron después lo que les pareció, fuese en negocio de furcias o atracones de chistorrones. Fajos de billetes para pagar en cualquier sitio haciendo exhibición de ello, pese a que a usted apenas le dejan sacar mil de los cajeros.
Da igual, porque ellos echaron a Rajoy para regenerar España, y han acabado ensuciándola de corrupción, apropiándose del país pese a no haber ganado las elecciones. Mérito tiene, sin duda. SS no va al Senado ni atado y se ríe de los jueces porque quiere.
Lo mismo que ayer, cuando le comunicó Feijóo la buena nueva de su citación parlamentaria. Risa nerviosa o de no saber muy bien qué hacer. Claro, si va (tiene obligación de hacerlo), se verá impelido a aclarar si, como ha dicho Ábalos, él también recibía sobres de Ferraz en metálico contante. Si los recibieron Cerdán y el propio exministro, es lógico pensar que se les daban igual a Pedro.
¿Conocía la vida licenciosa de su dos, el trasiego de fajos de Koldo, los votos falsos por orden de Cerdán en las primarias, los negocietes de su esposa a su amparo o que su hermano no daba un palo al agua en Badajoz? Si lo sabía, porque lo sabía, y si no, porque su obligación era saberlo. Como lo era conocer el trapicheo de meretrices de su suegro en las saunas de Madrid.
Hablar de todo esto ante las Cortes y ante España es un trago que él no tiene mucho interés en digerir. Por eso se reía ayer a mandíbula partida espoleando a Feijóo en su cruzada. Cuando no sabes qué cara poner, mejor te ríes. Aunque el que ríe último, ríe mejor. Su calvario no es para reírse. Ánimo, Pedro, campeón.