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Opinión

El baile del PSOE con Vox

Sánchez mantiene dos alianzas, una con independentistas e izquierdistas populistas, la otra con la extrema derecha para jibarizar al PP

El líder de Vox, Santiago Abascal, escucha al presidente del Gobierno EUROPAPRESS

El objetivo de Santiago Abascal y de Pedro Sánchez es el mismo, consiste en derribar al Partido Popular. En la dirección del PSOE son conscientes de que la única manera de impedir que Feijóo sea presidente de gobierno es hacer crecer a Vox y, en el entorno de Abascal, saben que radicalizando la confrontación contra Sánchez dejan en una posición incómoda al PP. A Vox no se le exige comportamiento institucional. La ausencia en el desfile de las Fuerzas Armadas no ha tenido coste para ellos, como a cualquier outsider se les permite hacer lo que no podría un partido de Estado. Solo hay que recordar las críticas que recibió Feijóo por su ausencia en la apertura del año judicial.

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La encuesta del CIS va en esa dirección. Tezanos no usa el instituto de manera partidista, sino como servicio a los intereses personales de Sánchez. Que el último sondeo arrojase una subida de 15 puntos electorales al PSOE en plena catástrofe judicial, con varios reveses parlamentarios y eclipsado en política internacional, tenía como objetivo movilizar aún más el voto de Vox y que Feijóo pierda un sector de votantes que aunque tienen una posición más escorada a la derecha, apuestan por una especie de voto útil a los populares. En efecto, ese grupo de votantes podrían entender que las posibilidades del PP se esfuman viéndose liberados de la necesidad de votar al líder gallego.

Por otra parte, la enorme subida que otorga la encuesta a la extrema derecha tiene como finalidad la movilización de los votantes socialistas que estarían dispuestos a penalizar a Sánchez excepto si consideran que la extrema derecha puede llegar al poder. Los intereses de Vox y PSOE están alineados, Abascal no tiene como objetivo gobernar, dejó los gobiernos regionales para no quemarse en la gestión. Su apuesta consiste en ser la segunda fuerza parlamentaria y, desde allí, intentar ganar posteriormente. A Sánchez solo le interesa polarizar a la sociedad, porque es la única manera de movilizar a su electorado. Su meta no es ganar, sino mantener una mayoría para la investidura y, una vez fagocitados los votos de Podemos y de Sumar, lo que tiene que hacer es atar a los decepcionados.

Sánchez mantiene dos alianzas, una con independentistas e izquierdistas populistas, parece ser que a prueba de corrupción, la otra con la extrema derecha para jibarizar al Partido Popular.

Puede que a la dirección socialista solo le interese el corto plazo e incluso se consideren brillantes con esta estrategia, pero a medio y largo plazo tendrá unos efectos que los demócratas no le perdonarán nunca.