
Astronomía
Vida divergente en 3I/ATLAS: la hipótesis de Harvard
“No todas las formas de vida deben parecerse a nosotros, algunas podrían ser invisibles a nuestras herramientas, porque no sabemos qué buscar”, señala el estudio.

En julio de 2025, un débil resplandor que se movía entre las estrellas encendió las alarmas de los astrónomos. No era un cometa más. Su trayectoria hiperbólica indicaba que no orbitaba nuestro Sol, sino que provenía de otro sistema estelar. El visitante fue bautizado 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar detectado tras Oumuamua y Borisov, y desde entonces ha despertado una mezcla de curiosidad científica y especulación cósmica.
Hoy, mientras la NASA y la ESA siguen sus movimientos con los telescopios Hubble y James Webb, el físico teórico Avi Loeb vuelve a desafiar nuestras certezas: ¿y si este cometa no solo transportara los ingredientes básicos de la vida, sino los rastros de una “vida divergente”, una forma de biología diferente a la terrestre?
Según la NASA, 3I/ATLAS se acercará al Sol hasta unas 1,4 unidades astronómicas, casi la distancia de Marte. Su velocidad, más de 210.000 kilómetros por hora, confirma su origen interestelar. Pero lo más llamativo es su comportamiento: a diferencia de los cometas del sistema solar, comenzó a sublimar (liberar gases y polvo) cuando todavía se hallaba a casi cuatro unidades astronómicas, más allá de la órbita de Júpiter.
Las observaciones del James Webb han detectado emisiones intensas de dióxido de carbono (CO₂) a 4,3 micras y de agua (H₂O) a 2,7 micras. El Hubble, por su parte, ha registrado una coma (la envoltura de gas y polvo que rodea el núcleo) de más de 100.000 kilómetros de diámetro, con una larga cola luminosa que crece cada semana. La ESA coordina una red internacional de telescopios en Chile, Hawái y Australia para seguir la evolución de su brillo, que se comporta como una pequeña estrella fugaz en cámara lenta.
En términos químicos, 3I/ATLAS parece rico en agua y dióxido de carbono, con proporciones que no encajan del todo con los cometas solares. Esa diferencia es la que hace que algunos científicos consideren a este objeto una cápsula del tiempo de otra estrella, una muestra natural de lo que pudo formarse en regiones distantes de la galaxia.
Los cometas, tanto los nuestros como los visitantes, se consideran desde hace décadas portadores de los ingredientes de la vida. Se sabe que contienen aminoácidos, alcoholes, formaldehído y azúcares simples: moléculas orgánicas que, al llegar a planetas jóvenes, podrían haber sembrado la química prebiótica.
En 2023, la sonda Rosetta ya confirmó que el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko contenía glicina, el aminoácido más simple. Si un cometa local puede albergarla, ¿por qué no uno interestelar? Los análisis espectrales de 3I/ATLAS aún no han detectado compuestos tan complejos, pero la presencia de agua, dióxido de carbono y metales traza un escenario familiar: el de un laboratorio cósmico en miniatura.
Sin embargo, Avi Loeb propone un paso más atrevido. En un nuevo ensayo, el astrofísico de Harvard sostiene que la vida podría haber tomado caminos completamente distintos en otros sistemas solares. No solo variaciones de la bioquímica terrestre, sino rutas divergentes, con solventes, energías y estructuras moleculares diferentes. “No todas las formas de vida deben parecerse a nosotros – señala este experto-. Algunas podrían ser invisibles a nuestras herramientas, porque no sabemos qué buscar”.
Loeb llama vida divergente a cualquier forma biológica que no esté basada en el agua, el ADN o la fotosíntesis. Imaginemos, sugiere, una biología basada en amoníaco líquido, metano o dióxido de carbono supercrítico, con catalizadores metálicos en lugar de enzimas. En mundos fríos o cuerpos helados, esos sistemas podrían evolucionar lentamente, quizás sin necesidad de oxígeno o calor solar.
Un cometa como 3I/ATLAS, con una combinación inusual de CO₂ y hielo, podría ser un entorno estable para esa química alternativa. Al rotar, los contrastes de temperatura y radiación generarían gradientes energéticos (diferencias que alimentan reacciones químicas) capaces de mantener moléculas complejas lejos del equilibrio.
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