Reclamaciones

La "chequera" que exige cobrarse ya Puigdemont

El expresident exige la oficialidad del catalán en la UE de manera inmediata, cerrar la ley de inmigración y la "amnistía política" para seguir apoyando a Sánchez, al que tilda de "trilero soberbio"

La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras, en un pleno de la cámara
La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam NoguerasDavid JarFotógrafos

Este miércoles, el PSOE pudo comprobar como la legislatura no va a dar más de si, si no está dispuesto a cumplir con las exigencias de Carles Puigdemont. Desde la tribuna, la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, habló por boca de su “jefe”, y calificó al Gobierno de “trilerismo”, “gandulería”, “chantaje”, “prepotencia”, “incumplimientos”, “manipulaciones”. Insultos compartidos por el propio Puigdemont, que confiesa tener muy mala opinión de Sánchez y al que llama "trilero soberbio". Un primer golpe antes de que diera la puntilla total a Moncloa, anunciando que los siete votos independentistas no apoyarían los tres reales decretos que debían convalidarse.

Es el momento más convulso de la legislatura. Y lo es porque esta vez sí, Carles Puigdemont ha dejado de confiar en Pedro Sánchez. La paciencia del expresident catalán se ha agotado y ahora mismo no hay ningún aliciente para él para volver a proporcionar oxígeno a la legislatura, y por ende, al Gobierno socialista, si el presidente no da el “sí” de una vez por todas a las grandes cuestiones demandadas durante este año. La última reunión con Puigdemont fue un fiasco y las relaciones entre ambos están paralizadas, también a causa de la cuestión de confianza que el PSOE no quiere tramitar.

Hay una batería de exigencias que Puigdemont pone sobre la mesa y que deben tratarse de inmediato. Pero ya no es suficiente que una delegación socialista, encabezada por el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, acuda a Waterloo para despachar con él cuando las negociaciones encallan, sino que el expresident quiere que sea Pedro Sánchez quien se siente personalmente a negociar con él y le explique a la cara por qué está incumpliendo todos sus compromisos, según ha podido saber LA RAZÓN. Esto, sería la “amnistía política” a Puigdemont. Un reconocimiento político por parte de Sánchez. Algo a lo que éste último ya ha abierto en varias ocasiones la puerta pero sin ponerle fecha.

Conseguir la oficialidad del catalán en la Unión Europea, es una de las primeras demandas de Junts. El expresident no lo limita ya al uso en las instituciones europeas, como exigió al Gobierno para aprobar la constitución de la mesa del Congreso. Es un asunto vital para Puigdemont, al entenderlo como un “estatus jurídico” ante los intentos de los jueces y poderes públicos del Estado de “laminarlo”, en sus palabras. Una entente en la que batalla el ministro José Manuel Albares en la UE pero todavía sin frutos.

Puigdemont quiere también cerrar la ley de inmigración, esto es ceder las competencias en esta materia a Cataluña, como el Gobierno se comprometió precisamente hace un año a cambio de que Junts salvara con su abstención dos decretos del Gobierno. Esta negociación está ahora mismo encallada.

Junts también reivindica acelerar el acuerdo de Bruselas, esto es, el firmado para que los siete diputados independentistas apoyaran la investidura de Pedro Sánchez. En este documento se hacía referencia a un referéndum pactado. “En cuanto al ámbito del reconocimiento nacional, Junts propondrá la celebración de un referéndum de autodeterminación sobre el futuro político de Cataluña amparado en el artículo 92 de la Constitución”, reza el documento firmado por PSOE y Junts. Además, el PSOE se comprometía a defender “el amplio desarrollo, a través de los mecanismos jurídicos oportunos, del Estatut de 2006, así como el pleno despliegue y el respeto a las instituciones del autogobierno y a la singularidad institucional, cultural y lingüística de Cataluña”.

En Junts cunde al sensación de que el Gobierno trata de frenar la aplicación de la amnistía a Puigdemont para así tener “atados” sus votos en el Congreso, algo que el propio Puigdemont ha demostrado ya que no está dispuesto a mantener su apoyo per se.