Cierre de campaña

¿Cómo llegan los partidos al 28-M?

Las fuerzas políticas han pujado por imponer sus temas por encima de polémicas que lo han capitalizado todo

No hay tiempo para más. Las dos semanas oficiales de campaña se han agotado con todos los partidos en una carrera por imponer su marco y superar unas polémicas que lo han capitalizado todo, desde las listas de EH Bildu hasta la compra de voto por correo. A escasas horas de que se abran las urnas, la suerte está echada.

PSOE: En manos de los indecisos por la desmovilización

La campaña no ha seguido la hoja de ruta que había trazado el PSOE. El partido, que consiguió en la fase previa marcar la agenda, colocando los temas que le interesaban en el debate público –vivienda o crisis climática, por ejemplo– ha visto como otros factores exógenos han apartado la atención de las propuestas para focalizarla en las polémicas. Primero fueron las listas de EH Bildu trufadas de condenados por su vinculación con ETA, que salpicaron tangencialmente a los socialistas por sus pactos con los abertzales; después, la controversia a raíz de los insultos racistas al jugador del Real Madrid Vinicius y para cerrar la campaña una suerte de competición de fraude electoral, con escándalos y denuncias cruzadas, a cuenta de la compra de votos por correo. Un escándalo que arroja dudas sobre la seguridad del sistema electoral y que se ceba con el PSOE, que tiene cargos detenidos e investigados. El broche, lo pone el caso del secuestro en Maracena (Granada) en el que está implicada la mano derecha del líder del PSOE andaluz, Juan Espadas, para, supuestamente, tapar un caso de corrupción urbanística.

Con estos ingredientes que alimentan la desafección ciudadana, los socialistas llegan a las puertas de la campaña con su principal objetivo seriamente comprometido: la movilización de su electorado. Una movilización que no lograron en la primera semana de campaña –en virtud del CIS flash publicado este lunes– y que no parece que incentiven los últimos escándalos relacionados con la compra de votos. El PSOE aspiraba a movilizar, en la recta final de la campaña, a un 5% de su electorado, con el horizonte del 70% como destino. Para ello, han centrado sus últimos anuncios en movilizar a los indecisos, un perfil que creen que les beneficia, pues se corresponde con el de mujeres entre 35 y 40 años, con un perfil ideológico moderado. Sánchez recuperó la Ley de Paridad para su aprobación definitiva, con el objetivo de volver a visibilizarse como un gobierno feminista, tras la polémica del «solo sí es sí». Sin embargo, sin más Consejos de Ministros antes de las elecciones, el Ejecutivo se ha quedado sin munición de anuncios que percutir para hacer frente a las polémicas de los compases finales de la campaña. No obstante, fuentes socialistas trasladan tranquilidad y optimismo y se dicen «en condiciones de mantener todo el poder territorial de 2019».

PP: Moral de victoria para un primer set para las generales

El partido que lidera Alberto Núñez Feijóo llega al final de campaña con una elevada moral de victoria. En las filas populares siempre han visto estos comicios como el «primer set» para dejar al resto de los partidos «tocados» de la épica que está por llegar. Sin embargo, Feijóo juega con la templanza gallega de quien no da nada por hecho y recuerda a los suyos que aún queda mucho recorrido, pero que se puede.

Sus expectativas son altas, recuperar los territorios históricos perdidos y también sumar bastiones hegemónicos del PSOE, pero el efecto de «ganador» de un Feijóo que acumula mayorías en Galicia le lleva a creer en una victoria sin muletas o, al menos, esa es la intención que ha reiterado a lo largo de todos sus mítines. Los populares esperan ganar estas elecciones en número de votos al PSOE. Hace cuatro los socialistas le sacaron casi un millón de papeletas en las elecciones municipales que son las que tienen ámbito nacional. Además, en Génova quieren recuperar la Comunidad Valenciana como principal objetivo. La idea de los populares es teñir el mapa de azul algo que el resto de los partidos están mirando con lupa para hacer la lectura ajena de que si no lo consiguen es que es un fracaso.

Pero en el PP ya se erigen como «alternativa real» y llegan convencidos de que tienen un importante número de votos silenciosos que aún no se han pronunciado en las encuestas y que pueden sumar de Cs, de Vox e incluso de los «socialistas verdaderos» desencantados del «sanchismo». Por ello, durante la campaña se han implementado en contrastar continuamente las medidas y propuestas con el fin de mostrar la «poca credibilidad» del contrario, desmontando el «triunfalismo» de Sánchez. Además, ha contrapuesto la división del Gobierno con la «unidad» del PP en el que han logrado movilizar a todos en torno a un mismo proyecto y líder.

Fían su suerte a la experiencia de un Feijóo que ha logrado unificar y remontar al partido, a su talante dialogante y a recoger los errores en el «sprint» final que ha ido cometiendo el PSOE como ser socio de Bildu, quien lleva en sus listas a 43 etarras, avalar la Ley del "sólo sí es sí" o la compra del voto por correo.

La última apuesta del líder del PP ha sido apelar al voto «útil» y tender la mano a los socialistas con la consigna de respetar un gobierno de la lista más votada siempre y cuando haya reciprocidad con el fin de sortear los pactos con Vox. Sin embargo, es poco probable que, del otro lado, lo vayan a cumplir.

[[H2:Vox: «Decisivos» y con aptitud de darse a valer]]

El partido que lidera Santiago Abascal pisa el terreno de quien se ve seguro «ganador» no tanto de mayorías sino de «salvar» a los territorios de las «garras» de la izquierda.

Saben que el valor de sus votos puede encarecerse el próximo 29 de mayo y que se aproximan a ser llave de territorios decisivos que los populares ambicionan con recuperar en solitario, aunque saben que tendrán que llamar a su puerta.

Vox se ha marcado como objetivo multiplicar su presencia en los ayuntamientos y ser llave en la formación de gobiernos de toda España. Para ello, el partido duplicó el número de candidaturas e implementó al máximo a todos sus líderes en la campaña. Consideran que un buen resultado que se materialice en la conformación de gobiernos autonómicos junto al PP, siguiendo la estela de Castilla y León, podría ser el simulacro necesario para llegar a La Moncloa y para ello tendrán que dejar ver que tiene dotes de partido de gobierno.

En el terreno autonómico, Vox aspira a ser decisivo para la formación de gobiernos en Madrid, la Comunidad Valenciana, en Extremadura y en Murcia, así como en la ciudad autónoma de Ceuta y no descartan, incluso, Cantabria. En todos ellos, sus votos se tendrían que unir a los del PP para formar gobierno, pues ninguna encuesta otorga una amplia mayoría a los de Abascal que les permita gobernar en solitario. De hecho, el PP supera en número de votos a Vox en todas las regiones pero ven cada vez más cerca la posibilidad de tener que entenderse y romper la barrera del hielo algo que, de facto, parece que supone más problema para los de Feijóo que a ellos. Además, buscan entrar en otros parlamentos donde aún no tiene representación como es el caso de Castilla La Mancha un territorio en el que Abascal ha estado hasta cinco veces. Tienen el objetivo último doblar los resultados de hace cuatro años e iniciar el camino para el examen definitivo de diciembre, el de las elecciones generales.

Este 28 de mayo se verá si logran consolidarse como tercera fuerza en todo el territorio y está por ver a cuántos se les pone «cara de vicepresidente» o si optan por una controlada prudencia. No han cambiado su discurso y presumen de ello. Ya avisan que no van a regalar sus votos y pondrán en aprietos al Partido Popular a la hora de negociar.

[[H2:Cs: «Amortizados» y seguros de «sorprender»]]

Ciudadanos termina la campaña convencido de que serán «decisivos». En la formación naranja están contentos porque, aseguran que «no hemos cometido ningún error y hemos lanzado propuestas». En la recta final al 28-M advierten de que el bipartidismo es algo que no tiene solución después de la compra y trama de los votos robados y critican que ha habido medios que han querido lanzar el mensaje de que el partido no llegará al 3-5% y están ya acabados.

Sin embargo, aseguran que tienen buenos pronósticos en el Ayuntamiento de Madrid y también en Murcia y Aragón y su objetivo será «definir alcaldías y gobiernos autonómicos». Y es que de cómo estaban antes a ahora, además del impacto que ha supuesto las diferentes noticias que se difunden sobre ellos, aseguran que «darán la sorpresa la noche electoral».

Ya avisan de que si logran ser «decisivos» en la ecuación de los pactos no van a permitir ni que la «extrema derecha entre en un gobierno, ni que haya extremistas de izquierdas» y «con nacionalistas que quieren romper España no negociamos», apuntan fuentes de la dirección. Recuerdan desde Cs que PSOE y Partido Popular, salvo en Castilla La Mancha o Madrid «no tienen ninguna mayoría asegurada en ningún sitio. Las mayorías absolutas se han acabo» y dicen que «seríamos decisivos en la Comunidad Valenciana y Baleares».

Los naranjas ven «amortizada» la campaña porque, apuntan que sea el que sea el veredicto de las urnas «ya será un éxito» y advierten de que «tendremos cientos de concejales y seremos decisivos en muchos sitios. Vamos a dar una sorpresa. Hemos vuelto a la moderación, no queremos la política de trincheras». La moral en Cs es alta porque, apuntan que partían de unas encuestas que los fulminan y se quejan de ello. Por ello consideran que todo lo que sea mantener el tipo ya son buenos pronósticos para ellos. Insisten en que tienen un proyecto que es el que van a hacer valer «dónde seremos decisivos. Tenemos claro hacia dónde vamos ahora», apuntan fuentes de la dirección del partido. Buscan apoyarse en su discurso de un bipartidismo «corrupto» y que roba hasta el voto por correo. Sin embargo, el reto será ver si los resultados que obtengan y su caída, en comparación a 2019 le hace mantener el tipo o si, por el contrario, es el siguiente paso para la desaparición final.

[[H2:Podemos: Sin foco político y «traicionados» por Yolanda Díaz]]

Podemos llega al primer examen electoral del año tras una campaña en la que han ido de más a menos y en la que se juegan ser imprescindibles para retener gobiernos de izquierda con el PSOE. Confiaron su campaña electoral a la recién aprobada ley de Vivienda y haciendo gala de propuestas netamente identitarias como los supermercados públicos. Una estrategia que cambió al quedar desdibujados por el foco político a causa de la polémica por la inclusión de condenados de ETA en las listas de Bildu y por los continuos anuncios de mano del presidente del Gobierno que acababan materializándose después en Consejo de Ministros. Ante esto, los morados contestaron con una hoja de ruta clara: sobrevivir en la Comunidad de Madrid y Ayuntamiento contra una campaña personal contra la presidenta Isabel Díaz Ayuso. También apostaron por una campaña en la que buscan diferenciarse de su propio socio y de sus competidores. Al PSOE le acusan de ofrecer promesas electorales que solo se cumplirían si ellos les «obligan» y a sus principales rivales, Más Madrid o Compromís, de ser la «izquierda cuqui» o «cómoda». También contraatacaron con hasta cuatro anuncios electorales. Fuentes del partido ponen en valor este hecho. «Somos el único partido que ha planteado propuestas que responden a los problemas concretos que la ciudadanía experimenta y hemos demostrado ser la única fuerza con la valentía y determinación necesaria para transformar», secundan.

Los sondeos que manejan en la formación morada, les dejan fuera del Ayuntamiento de Madrid y a «pocos votos» de entrar en la Comunidad. En Valencia, en la Comunidad, las fuentes consultadas creen que mantendrán los resultados de 2019. Se ven con posibilidades de entrar en los gobiernos de Extremadura, Cantabria y Asturias.

Para el fin de campaña, Podemos ha recurrido a su líder natural, Pablo Iglesias, que ha acudido al rescate en Madrid y Valencia. Todo a la vez que ha acabado dinamitándose el pacto de no agresión firmado con Díaz. La vicepresidenta acabó pidiendo el voto por Compromís en presencia de la candidata de Podemos para la alcaldía de Valencia. Ello ha causado un profundo malestar en la sede morada donde ya hablan en privado de «traición».

Como reflexión general, un alto dirigente del partido reconoce que el 28-M no es la «principal liga» de su partido. Se incide en que ellos son una «propuesta estatal», argumento que se extenderá en el tiempo.