Opinión
Cuestión de días
La realidad es que Sánchez quiere mantener el poder, pero no hay ninguna manera de conseguirlo.
En el Comité Federal del PSOE, Sánchez tenía como objetivo contraprogramar el Congreso del PP y tomar un poco de aire, esperando que las vacaciones calmen las aguas. No consiguió ninguna de las dos cosas. Podría parecer que nada ha cambiado porque Sánchez sigue en La Moncloa y Feijóo en la oposición, pero, en realidad, todo ha cambiado. Sánchez no convenció a los suyos, no puso encima de la mesa ninguna medida que suponga salir de la crisis ni fue capaz de asegurar que no habrá más informaciones demoledoras, nuevas imputaciones o financiación irregular del partido. La contraprogramación se convirtió en el contraste entre la euforia de los populares y la depresión de los socialistas.
En los próximos días se precipitarán las cosas. Coalición Canaria ha pedido una cuestión de confianza, han sido los primeros del bloque de investidura y no serán los únicos. Sumar ha ido virando en la medida que ha ido siendo consciente de su deterioro por anteponer los sillones en el Consejo de Ministros a todo lo demás y han empezado las tensiones internas en favor de una cuestión de confianza que les justifique la permanencia en la coalición.
Compromís ha sido más claro en este sentido: Joan Baldoví ha dado un último minuto de prórroga a Sánchez esperando que la comparecencia de hoy le de argumentos para mantener su apoyo intacto porque, de lo contrario, solo cabría la cuestión de confianza.
Podemos compite abiertamente con PSOE y Sumar; tácticamente desea elecciones y estratégicamente quiere ponerse definitivamente frente a Sánchez. Por su parte, los independentistas filetean los últimos trozos de carne del jamón, esta vez en forma cupo catalán, una financiación singular.
PNV está en una situación delicada. Sorprendieron las declaraciones de Aitor Esteban el día que se conoció el informe de la UCO, limitándose a pedir explicaciones y cuestionando que el líder socialista diese tanta credibilidad al informe policial. Quizá, en la medida en que avance la investigación y sus conexiones con el PNV, vayamos entendiendo mejor lo que quiso decir realmente el político vasco.
El "sanchismo" contra Page
Cuando Emiliano García-Page dijo en el Comité Federal que solo hay dos salidas: cuestión de confianza o convocatoria de elecciones, recibió el ataque furibundo de la guardia pretoriana del «sanchismo», con el tabernero ministro Puente a la cabeza.
La reacción contra el manchego demuestra el grado de descomposición democrática que sufre el PSOE. Se le ha insultado, se organizan, desde la dirección, piquetes para que le increpen a las puertas de Ferraz, se le señala como traidor y colaborador de la derecha... Pero hay que recordar que es el único líder regional que obtuvo mayoría absoluta, cuando las políticas de Sánchez laminaron a la mayoría de los candidatos locales y autonómicos.
En contraposición, se hacen genuflexiones a Puigdemont y a la derecha xenófoba catalana encarnada en Junts, se miman las relaciones con Gabriel Rufián y se da tratamiento de hombre de Estado a Arnaldo Otegi.
En cualquier análisis político serio, no caben más opciones que las que propuso García-Page. La corrupción económica se produce porque hay gobiernos que adjudican contratos, de lo contrario, nada hubiesen tenido para repartir Koldo, Cerdán y el exministro Abalos, por tanto, no es un asunto exclusivamente de partido, también lo es de Gobierno.
En cuanto a la corrupción moral y política, el descrédito que se venia produciendo desde hace tiempo ha tocado su punto máximo. La sociedad española daba por sentado que Sánchez y los suyos mienten, que pueden decir una cosa y la contraria en horas, pero que se diese por amortizado no significa que no tenga consecuencias.
De hecho, el gran problema que tiene Sánchez en este momento es que nadie cree que no tuviese nada que ver con los delitos cometidos por sus amigos y colaboradores de confianza que han dirigido la política nacional.
En Moncloa no quieren cuestión de confianza. Óscar López, haciendo un solemne ridículo ante un incisivo Alsina, respondió «porque no». La realidad es que Sánchez quiere mantener el poder, pero no hay ninguna manera de conseguirlo. Es cuestión de días.