Política

Elecciones andaluzas

Aviso de los barones tras el desastre del 2-D: «Tenemos un problema»

Alarma en las federaciones ante la posibilidad de que las andaluzas marquen una tendencia que les impida revalidar sus gobiernos el 26-M

Sede del PSOE en Ferraz / Foto: Jesús G. Feria
Sede del PSOE en Ferraz / Foto: Jesús G. Ferialarazon

Alarma en las federaciones ante la posibilidad de que las andaluzas marquen una tendencia que les impida revalidar sus gobiernos el 26-M.

La alarma por los resultados en Andalucía se ha extendido por los cuarteles generales de todas las federaciones del PSOE, especialmente en aquellas que se juegan revalidar el gobierno en las próximas elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2019. Aunque desde estos feudos se afanan en exhibir las diferencias que separan sus destinos del aciago desenlace de Susana Díaz, sí coinciden en que el «contexto a nivel nacional» no es favorable a sus intereses. A esto se suma que el «efecto Moncloa» se ha diluido en apenas seis meses y que la marca PSOE cotiza a la baja incluso en el hasta ahora bastión del socialismo. La conclusión es unánime: «Hoy por hoy tenemos un serio problema».

Y ese problema radica en que el Partido Socialista alcanzó en 2015 cotas de poder insólitas con sus peores resultados de la historia en unos comicios municipales y autonómicos. Estos gobiernos se hurtaron, en su mayoría, a la fuerza más votada a través de pactos de legislatura o de gobierno con los partidos del cambio, pero con un equilibrio de fuerzas tan ajustado que el mínimo impacto que pueda producir –por ejemplo– la entrada en juego de Vox puede frustrar las expectativas electorales del tejido territorial socialista.

La batalla se juega en clave catalana, sobre todo en las federaciones más comprometidas con la unidad de España, como pueden ser Aragón, Castilla-La Mancha o Extremadura. En estos territorios la consigna es clara y se fundamenta en «que no nos relacionen con lo que hace Pedro en Cataluña», pues consideran que los movimientos que Sánchez perpetra para favorecer la interlocución con los soberanistas solo les perjudican de cara a las urnas. No obstante, dan por hecho que la nueva entente que se fragüe para hacer frente a la extrema derecha tendrá como consecuencia la aprobación de los Presupuestos y un margen de maniobra extraordinario para que Sánchez gestione los malos resultados cosechados por el PSOE en su primer examen electoral desde que llegó a La Moncloa.

El clamor por desvincularse de la acción de gobierno de Moncloa quedó patente en la profunda aversión que provoca en los barones la idea del «superdomingo» –la concurrencia de las generales con las autonómicas, municipales y europeas–, una hipótesis que consideran que ha quedado «enterrada» tras los resultados en Andalucía y la capacidad de explorar nuevos acuerdos con las fuerzas soberanistas para dar continuidad a la legislatura. Desde algunos territorios se advierte de que la debacle «se venía venir» porque Díaz hizo una campaña «con complejos» en la que dejó de hablar de España y se «mostró tibia con Cataluña». Una tibieza de la que siempre han acusado a Sánchez. Territorios como Castilla-La Mancha han mantenido un discurso muy beligerante contra el soberanismo y las alianzas del Gobierno con estos partidos, incluso cayendo en la crítica abierta al Ejecutivo, que creen que ahora les podría evitar la factura que se ha cobrado a Díaz por parte de Vox. La irrupción de esta formación de extrema derecha se visualiza como una herramienta óptima para llamar al «voto útil» de los sectores más moderados de Ciudadanos y Podemos para que confíen en el PSOE en los próximos comicios.

Sin embargo, en el partido todavía quedan heridas de las primarias por restañar y se peca de cierta prudencia para evitar ser tachado de desleal o «despechado». A esto atribuyen, las fuentes consultadas, que Díaz no haya entrado en campaña con el tema de Cataluña, cuando la campaña se había polarizado claramente en clave nacional. «Se ha tapado los ojos. No se podía pretender un acento puramente andaluz cuando el contexto era catalán. Obviarlo es obviar la realidad y eso le ha pesado», sentencian.