Política

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«Indecente», «marrano», «machirulo»... Así se insultan nuestros políticos

Las salidas de tono, los insultos y la descortesía parlamentaria forman parte de la memoria política de España.

Los insultos forman ya parte del Congreso de los Diputados
Los insultos forman ya parte del Congreso de los Diputadoslarazon

Las salidas de tono, los insultos y la descortesía parlamentaria forman parte de la memoria política de España.

La sesión de control del pasado miércoles en el Congreso de los diputados fue áspera, bronca y con numerosas salidas y subidas de tono. Si embargo, los insultos y las descalificaciones no son flor de un día, forman parte de la memoria política de nuestro país.

«Delincuente», «machirulo», «indigno», «indecente», «fascista», «marrano»... Son sólo algunos de los «piropos» que se han lanzado nuestros políticos saltándose, en más de una ocasión, la cortesía parlamentaria.

El presidente del Gobierno anunció el pasado miércoles la ruptura de relaciones institucionales con el líder de la oposición, Pablo Casado. Se trata de la formalización de un desencuentro que ya era patente por la casi nula comunicación entre ambos. ¿El motivo? El líder del PP acusó a Sánchez de ser «partícipe y responsable» del golpe de Estado que, según él, han perpetrado los partidos independentistas.

 

La frase de Casado sonó para muchos socialistas como la de Mariano Rajoy en 2005, cuando acusó a José Luis Rodríguez Zapatero de traicionar a los muertos, o como la de Pablo Iglesias durante la investidura fallida de Sánchez, donde le pidió alejarse de la "cal viva"de Felipe González, en referencia al terrorismo de Estado de los GAL.

Casado por su parte zanjó el asunto de la siguiente forma: «Yo con el PSOE nunca romperé, y eso que nos han llamado de todo. A José María Aznar le llamaron "asesino"y a Mariano Rajoy "indigno". "A mí me han llamado indigno, antipatriota y ultraderechista".

Y así es. Los insultos forman parte del discurso político de este país que se ha acostumbrado a que, cada vez con más frecuencia, se pierdan las formas, la cortesía y el «fair play».

Durante esta misma sesión de control, Rivera espetó a Sánchez que «cuando alguien busque la definición de "sin escrúpulos"saldrá su cara» y el portavoz de ERC, Joan Tardá, no dudó en afirmar que si el presidente del PP, Pablo Casado, pudiera, «les fusilaría». Y es más, un diputado de su grupo incluso dedicó al líder del PP el saludo fascista.

Tras lo ocurrido en el congreso, se afirmó que era la primera vez que un presidente del Gobierno rompía relaciones con el líder de la oposición pero eso no es del todo cierto. En la campaña electoral del 2015 vivimos lo mismo desde distintas siglas. ¿Se acuerdan de que Sánchez llamó indecente a Rajoy?. Esta afirmación hizo que, sin comunicarlo de manera oficial, el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, rompiera relaciones con el líder del PSOE, con el que estaría sin hablarse más de un año.

En aquel cara a cara y, a cuenta de los casos de corrupción del PP, Pedro Sánchez dijo a Rajoy: «Si usted sigue siendo presidente, el coste para nuestra democracia será enorme. El presidente tiene que ser una persona decente y usted no lo es».

Una frase que el líder del PP tachó de «ruin» pero que, con los mismos protagonistas tenía otro precedente. El 13 de diciembre de 2014, el secretario general del PSOE censuró con dureza el proyecto de ley de Seguridad Ciudadana del Ejecutivo de Rajoy y afirmó: «En España hay un presidente indigno».

Anteriores gobernantes, de González a Aznar han tenido que soportar igualmente todo tipo de «piropos» desde sus escaños. El 2 de diciembre de 1999, por ejemplo, el entonces presidente del Gobierno tuvo que escuchar como le llamaban «marrano» desde las filas socialistas. La diputada por Madrid Enedina Álvarez llamó varias veces "marrano"a José María Aznar durante su intervención en la sesión de control y el presidente de la Cámara baja en aquellas fechas, Federico Trillo, la obligó a retirar el término del diario de sesiones.

Pero si hay un grupo que ha liderado el «TOP» de la grosería ha sido Podemos. La formación morada ha llevado al Congreso la política del lenguaje ordinario, de los insultos y de los gritos. Del Machirulo, al me la suda, me la pela o me la bufa; las perlas de Pablo Iglesias y sus compañeros de bancada son incontables.