Ciudadanos

El presidente se prepara para intervenir en la moción de censura

Decidirá sobre la marcha si toma la palabra en el debate para rebatir a Iglesias.

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputados
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputadoslarazon

Decidirá sobre la marcha si toma la palabra en el debate para rebatir a Iglesias.

La estrategia del Gobierno y del Grupo Popular ha ido hasta ahora dirigida a quitar relevancia y colocar en un segundo plano el alcance de la moción de censura de Podemos, que la próxima semana se debatirá en el Congreso de los Diputados. Esto llevó a plantear que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no tenía ni siquiera la intención de tomar la palabra, y que su plan era parapetarse detrás de sus ministros y que fueran éstos quienes dieran la réplica a Podemos. El modelo que ha seguido la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, en la moción que también promovió esta semana contra ella el partido de Pablo Iglesias.

Pero Rajoy maneja sus cartas con bastante mutismo y parece que sí se inclina por tomar la palabra en algún momento del debate. Según el artículo 70.5 del Reglamento, cualquier miembro del Gobierno puede intervenir cuando quiera, «pero parece lógico que lo haga cuando hayan intervenido varios grupos», según fuentes de la dirección popular. El jefe del Ejecutivo irá «preparado» y según la evolución el debate, sobre la marcha decidirá finalmente cuál es el momento más oportuno para dirigirse al Pleno.

En Moncloa esperan un debate bronco, «de lodazal», en el que la «batalla» de Podemos por arrinconar al PSOE haga saltar «todas las reglas para imponer la bronca y el insulto». Y para esa «guerra» se están preparando Rajoy y sus ministros. El jefe del Ejecutivo es un hábil parlamentario, veterano, y que se maneja bien en los debates más corrosivos, como lleva demostrando desde que asumió la dirección del PP. Incluso en sus momentos más débiles, «el Parlamento le ha servido en muchas ocasiones para tomar oxígeno», recuerdan sus colaboradores.

Ahora han valorado los pros y los contras de hablar o callar en la moción de censura, y, en principio, se inclinan por evitar dar la imagen de que Rajoy se esconde detrás de sus ministros, «lo que podría ser leído como que no se atreve a dar la cara ante Pablo Iglesias».

Respecto a las consecuencias de la moción, el Gobierno asume que es un trance incómodo, en unas circunstancias difíciles, por la presión por la corrupción y con la reciente sentencia del Constitucional contra la amnistía fiscal como munición para Podemos, pero no les preocupa en exceso por el momento en el que se produce. De aquí al verano Moncloa da por perdido el calendario al estar monopolizado por una agenda judicial y política basada en la corrupción. Pero el Gobierno dice que confía en que la presión baje después de que Rajoy comparezca como testigo en el tribunal que juzga la primera parte del caso Gürtel.