Europa

España

La coalición se resiste: España sigue siendo la excepción de Europa

Esta fórmula está presente en 19 países comunitarios. Junto a Malta, el nuestro es el único sin esta experiencia ejecutiva en La Moncloa.

Pedro Sánchez estrecha la manos de los líderes de Pablo Casado
Pedro Sánchez estrecha la manos de los líderes de Pablo Casadolarazon

Esta fórmula está presente en 19 países comunitarios. Junto a Malta, el nuestro es el único sin esta experiencia ejecutiva en La Moncloa.

En España seguimos teniendo alergia a los gobiernos de coalición. Tachados de inestables, proclives a la ruptura, de sinónimo de adelanto electoral o caos... Tras la ruptura de las negociaciones entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias seguiremos siendo –junto con Malta– el único país de la Unión Europea sin experiencia de un gobierno de coalición. La historia de la reciente democracia no nos ha dado a nivel nacional ni un solo ejemplo de coalición, si bien es verdad que ha habido apoyo de otros grupos minoritarios que se han ido produciendo desde el principio de la Transición, generalmente los partidos nacionalistas.

El miedo al pacto ha obligado a repetir elecciones – tal y como pasó en 2015– y podría pasar en noviembre ¿Por qué en España es tan difícil que dos partidos se pongan de acuerdo y gobiernen conjuntamente? El experto politólogo Roberto Rodríguez de la Universidad Pontificia Comillas insiste en que esta característica choca con dos realidades: por un lado, la europea, donde hay una larga experiencia de gobiernos de coalición de distinto signo; y, por otro lado, la fragmentación ideológica. «Hace unos años había grandes políticos que cosechaban grandes resultados. Ahora nos encontramos en un contexto en el que las grandes mayorías se han terminado y hay una mayor fragmentación». En su opinión, esta radiografía del panorama político contemporáneo es la respuesta a por qué «obligatoriamente» tenemos que redundar en la política de la coalición.

El «think tank» Barcelona Centre For International Affairs (CIDOB) recopila en un informe los gobiernos de los 28 países de la UE. Los únicos que en la actualidad no cuentan con un Gobierno de coalición son España (por ahora), Irlanda, Reino Unido, Dinamarca, Portugal, Grecia y Malta. En el resto de territorios, un total de 19, este sistema es el habitual. Hay países, como por ejemplo Alemania, en que este tipo de ejecutivos forman parte de la normalidad. En el país germano ningún partido ha gobernado en solitario desde la creación de la República Federal de Alemania en 1949. La Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido de la canciller Angela Merkel, gobierna en coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD) por segunda legislatura consecutiva. Además, la Unión Socialcristiana (CSU), partido hermano de la CDU, que sólo se presenta a elecciones en Baviera, forma parte de la alianza. Es más, a finales de los noventa, los Verdes entraron en el Gobierno federal alemán con el socialdemócrata Gerhard Schröder. El líder verde de entonces, Joschka Fischer, fue vicecanciller y ministro de Exteriores –entre 1998 y 2005–, con entre un 6,7% de los votos y un 8,6%. Un ejemplo que serviría en España, donde el PSOE (28,7%) y Unidas Podemos (14,3%) acaban de romper sus conversaciones.

Otro ejemplo es el italiano, formado por la nacionalista Liga de Matteo Salvini y el populista Movimiento 5 Estrellas, que está en el poder desde el 1 de junio de 2018 con Giuseppe Conte a la cabeza. No obstante, la suya es una coalición débil en la que las tensiones entre los socios han hecho que se tambalee y exista la posibilidad de que se resquebraje en cualquier momento, ya sea por las discrepancias en la construcción de una vía ferroviaria o por la política agresiva en inmigración de Salvini.

Multipartidismo

El experto en comunicación política Eduardo González Vega, de la Universidad Camilo José Cela, insiste en la idea de que «venimos de un sistema bipartidista que estaba automatizado con los dos grandes partidos. Ahora, con el multipartidismo, el escenario ha cambiado y no estamos acostumbrados a esta nueva situación. Es la primera vez que surge. No son capaces», señala. Sin embargo, recuerda que en parlamentos autonómicos y regionales abunda este tipo de gobierno. «No sé si es algo puntual de las personas involucradas o es que hace falta terminar de profundizar en ello», dice.

Una de las cuestiones que brota al compararnos con nuestros vecinos es si existe algún espejo en el que pueda mirarse el gobierno en funciones de Sánchez. Ambos expertos señalan al vecino Portugal, donde el primer ministro socialista, Antonio Costa, coportavoz de la familia socialista con Sánchez en Europa, gobierna en solitario con apoyo externo del Bloco de Esquerda y el PCP, que no entraron en el Gobierno. Aunque no se trata de una coalición «per se», sería un modelo a seguir para Sánchez. «Esta coalición levantó suspicacias, pero con el tiempo ha demostrado ser un gobierno serio en el que han confiado los organismos europeos y en el ámbito económico está funcionando con buenos resultados», explica Rodríguez.

Si existe un paradigma europeo de los gobiernos de coalición, ese está en los países nórdicos. «Son países en lo que siempre ha habido una gran fragmentación del voto y donde muchas formaciones se han puesto de acuerdo». Una coalición de gobierno no es sinónimo de tranquilidad, ya que las desavenencias y las tensiones existen durante los mandatos, tal y como recuerdan los expertos. Asimismo, insisten en que las negociaciones a veces son muy largas. Es el caso de Bélgica. Este país está acostumbrado a las coaliciones, ya que para equilibrar las diferencias regionales, su Constitución exige que el gobierno cuente con el mismo número de ministros francófonos y flamencos. La coalición de esta legislatura, que tardó más de 541 días en forjarse, saltó por los aire el pasado noviembre

A tenor de lo que sucede en nuestro entorno, el futuro de la gobernabilidad está en las coaliciones. La España, ejemplo de una Transición ordenada, de los Pactos de la Moncloa o que fue capaz de redactar con unanimidad la Constitución de 1978, suspende en la cultura del pacto, una realidad que está dinamitando las Legislaturas y que deja al país varado, en una situación que lo hace incapaz de hacer frente a retos clave para el futuro como la educación, la sostenibilidad del sistema de pensiones, el empleo o la reforma territorial. Todo un drama político.