José Antonio Vera

A hombros de los suyos

Después de haber dejado a las víctimas tiradas durante días, se aviene a poner a su Gobierno como espejo

Pedro Sánchez elige a una de sus asesoras de Moncloa como nueva directora de comunicación del PSOE
Pedro Sánchez, en el cuartel general del PSOE de la madrileña calle de FerrazEuropa Press

Pedro Sánchez tenía la obligación de ir al Senado una vez al mes, pero como pasa de todo, lleva dos años –dos– sin aparecer por la Cámara Baja, porque le da la muy presidencial gana.

O sea, porque quiere y nadie le obliga. Podría hacer hoy lo mismo de atreverse, pero ya sería tentar demasiado a belcebú. Por eso el gran maestre Pedro irá hoy a morir, aunque más bien, siguiendo el argumentario de Gabriel Rufián, irá a salir a hombros de la Plaza de la Marina.

Puede ser. Cara a los suyos da bastante igual. Haga lo que haga, su tropa le va a matar a aplausos. Aunque afirmase, que no lo hará, que vivió de las saunas de su suegro, del legado inmobiliario de su familia política, ganado a golpe de spa y de furcieo prostibular.

Al movimiento pedrista le da ídem el pasado rentista de su estrella política, sea susceptible de prevaricación, malversación o de cualquier tipo de corrupción. En tiempos de ETA, los batasunos decían, cada vez que la banda asesinaba a un guardia civil: «Algo habrá hecho».

A la sanchosfera, salvando las distancias, siempre le va a parecer que Pedro tiene razón, por mucho que se pudiera demostrar nepotismo con su hermano, favoritismo con su esposa y una afinidad impresentable con su fiscal general.

O con los miembros del Peugeot que le acompañaban a todas partes, en tiempos de las gloriosas primarias socialistas. Que votaran dos veces y manipularan las urnas, da igual: todo lo emprendido por SS está bien, y de ahí que la comparecencia de hoy tenga una pinta regular.

Núñez Feijóo la forzó para demostrar al monclovero que su poder no es absoluto. Sánchez sabe que va a ir a decir nada, a responder X si le preguntan Z, a embarrar el terreno y acusar a los populares de haberse aliado con la derecha extrema y la extrema derecha.

No está nervioso. Apenas intrigado por saber por dónde le va a entrar el intrépido portavoz pepero, pues dependiendo de ello hará un discurso o el contrario. Igual le da.

En la botica del sanchismo cabe de todo. Tablas tiene para eso y más. Aunque tampoco va a desgastarse. Irá a tirar de brocha gorda.

Nada de datos concretos de ningún tipo ni mención a Cerdán, Koldo o Ábalos, y menos a su mujer o hermano si le preguntan.

Tiene bastante con atizarle a Ayuso o a Feijóo, con contestar con evasivas, con el problema la vivienda, el cambio climático o con asegurar que la economía va como un cohete.

En tales maniobras es un verdadero especialista. Lleva haciendo lo mismo desde que entró en política, sólo que ahora con más soltura. Y desvergüenza. Por ejemplo, en Valencia.

Después de haber dejado a las víctimas tiradas durante días, con cero ayudas en las primeras jornadas del mayor desastre sufrido por España en décadas, se aviene a poner a su Gobierno como espejo.

Felipe González envió a 10.000 militares en las primeras horas de las inundaciones del País Vasco en 1983. Sánchez apenas cien. Y le pareció bastante. Y se quedó tan pancho.

Con demonizar a Mazón tiene de sobra. El problema es que Mazón merece tal demonización. Tanto como Sánchez, que finalmente de la dana escapa mejor de lo que sus huestes presagiaban.

Por eso es previsible que pase algo parecido hoy en el Senado. SS saldrá a hombros de los suyos, como presagia Gabriel Rufián. Cualquier cosa que diga será recibida con entusiasmo y alharacas.

Aunque sea una auténtica barbaridad. Tal es el nivel de mediocridad a que ha llegado hoy la política oficial española. En fin.