Opinión

Junts per Maquiavelo

Cuanto más se tarde en salir de cuestiones como el acceso a la vivienda y los bajos salarios, más radical será la respuesta del electorado

FOTODELDÍA - . PERPIÑÁN (FRANCIA), 27/10/2025.- El presidente de JxCat, Carles Puigdemont, este lunes durante una comparecencia ante los medios sin admitir preguntas, después de la reunión de la dirección ejecutiva de JxCat, en la que ha avisado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de que a partir de ahora ya no podrá contar con la mayoría que permitió su investidura: "Podrá ocupar poltronas, pero no podrá gobernar. Podrá tener poder, pero no podrá ejercer el gobierno". EFE/David Borrat
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, en su comparecencia de ayerDavid BorratAgencia EFE

El anuncio de la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, de que «vetará» todas las iniciativas legislativas del Gobierno coloca la legislatura en una situación de impasse absoluto.

Ningún grupo del Congreso es suficientemente fuerte como para liderar un Gobierno con una mayoría consistente, pero todos son suficientemente fuertes como para evitar que otro lo haga.

Esto recuerda mucho a lo que acontecía en la península itálica en la época de Maquiavelo, cuando Florencia, Venecia, Milán, los Estados Pontificios o Nápoles se enfrentaban en contiendas interminables que los debilitaban cada vez más. Esta debilidad los hacía particularmente vulnerables ante príncipes extranjeros, entre los que el autor de «El Príncipe» temía especialmente al rey francés o a Fernando de Aragón.

La enseñanza que cabe extraer es que, ante una situación de inmovilidad como la presente, la falta de una salida desde las propias instituciones contribuirá a que la democracia parlamentaria sea presa fácil de esos «príncipes extranjeros» que, en este caso, serían las posiciones ideológicas antisistema, con un claro sesgo populista, que prometen soluciones radicales de un plumazo y que van creciendo en las encuestas al mismo ritmo que la frustración ciudadana.

Esta es la tendencia que estamos observando en esta legislatura, con un Gobierno en permanente minoría parlamentaria, que necesita en cada votación de socios que son rivales políticos entre sí (PNV-EH Bildu o Junts-ERC), que ya ni siquiera se molesta en cumplir con la obligación constitucional de presentar un proyecto de presupuestos, que está asediado por actuaciones judiciales que cada vez se aproximan más al núcleo duro del presidente y que apenas mantiene la credibilidad entre los suyos.

La lógica del sistema parlamentario debería conducir a todo presidente a adoptar una de estas tres opciones: dimitir, presentar una cuestión de confianza o convocar elecciones. Pero no parece que vaya a suceder.

Por otra parte, anunciar un veto permanente a toda iniciativa del gobierno pero negarse a apoyar una moción de censura responde al interés electoralista de Junts que ha de moverse en un doble y complejo equilibrio: por un lado tiene a un nuevo partido a su derecha, Aliança Catalana, que parece convencer mejor a su electorado tradicional y, por otro, apoyar una opción de recambio «españolista» liderada por el PP que aplicó el artículo 155 también les podría pasar factura en unas elecciones.

En cualquier otra democracia europea, esta vuelta de tuerca abocaría a elecciones inmediatas ante la imposibilidad de articular una mayoría parlamentaria suficiente para sostener al Gobierno. Los ciudadanos pueden tardar más o menos en reaccionar, pero lo hacen con contundencia cuando sufren directamente las consecuencias de las crisis económicas y sociales.

Ya estamos notando los primeros síntomas con la cuestión del acceso a la vivienda y los bajos salarios. Cuanto más se tarde en salir de esta situación, más tocado quedará el sistema, más radical será la respuesta del electorado y de las posiciones más extremas. Pero la cuestión es ¿acaso no es eso lo que más beneficiaría a Sánchez?

Luis I. Gordillo es titular de la Cátedra Jean Monnet y autor del libro «Las crisis de las democracias representativas»