
Cataluña
Junts se plantea una «moción instrumental» para sobrevivir
Los alcaldes sienten la presión de la extrema derecha y reclaman una reacción

Los alcaldes de Junts per Catalunya están revueltos. Reclaman un giro estratégico de cara a las municipales porque todos notan el aliento en la nuca de la formación de ultraderecha independentista Aliança Catalana. Ayer, llevando como «capitán a Josep María Vallès, alcalde de Sant Cugat, la mayor ciudad en manos de los neoconvergentes, se reunieron con Carles Puigdemont en Waterloo. La cita no es del agrado de la dirección ya que se intentó rebajar el nivel reuniendo a la mesa municipalista de Junts con el secretario general, Jordi Turull.
Al final, parece que el encuentro no fue bien aunque las quejas se eliminaron de un comunicado en el que se decía que los alcaldes expresaron su «total coincidencia con la estrategia y las iniciativas que está llevando a cabo Junts en las diferentes cámaras parlamentarias». Pero prueba de que el encuentro no satisfizo a los alcaldes es que Puigdemont los recibió. Y lo hizo con un mensaje previo: siete minutos en vídeo marcando posición frente a los díscolos. «A veces hay la tentación de sucumbir a las modas y hay gente que lo hace», dijo el expresident, poniendo en valor la posición de Junts, «pero alguien tiene que quedar en el país que tenga esta mirada de Estado, esta mirada larga de la construcción de la nación, que no se acaba nunca y que es permanente; esta es la vocación de Junts», sentenció. Y para marcar el camino, añadió: «Hacer política desde el rigor, con compromiso, sin rehuir debates complejos, sin buscar efectos especiales que puedan resolver la primera de las preocupaciones de la ciudadanía».
¿Por qué están preocupados los alcaldes de Junts? Por Aliança Catalana. Por las encuestas que le auguran un crecimiento en autonómicas y generales si se presentasen. Pero, sobre todo, por su estrategia en los municipios. No tienen concejales, pero se presentan en los plenos liderando protestas vecinales. No son espontáneas, sino actos bien pensados, y orquestados por Aliança Catalana, que tiene como objetivo conseguir representación y arrasar en las municipales de 2027 en poblaciones controladas tradicionalmente por Junts y por ERC. Ha sucedido en estos meses en Torelló, Roda de Ter o Vic. Los de Aliança Catalana plantean su estrategia como «la reconquista de Cataluña» ante «el descontrol de los partidos procesistas» y apelan a la mano dura en inmigración y seguridad.
Los alcaldes de Junts hacen números. Aliança apenas tiene representación en los consistorios, pero con los datos de las autonómicas de 2024 el aumento de votos pone en tela de juicio la continuidad de muchos primeros ediles porque los de Aliança «si no ganan, decidirán», apuntan desde los partidos nacionalistas. Además, desde 2023 Aliança Catalana consolida su estructura orgánica en la mayoría de comarcas catalanas y afianza su peso político pactando con formaciones locales independientes.
En Junts, la intranquilidad es manifiesta. Los alcaldes, por un lado, y, por otro, diversos sectores del partido que piden un congreso extraordinario para redefinir políticas que permitan recuperar la iniciativa política en Cataluña, donde son irrelevantes, y marcar una posición en Madrid.
Los movimientos internos son evidentes. Antoni Castellà, vicepresidente de Junts, lanzó una idea que ha pasado desapercibida. Estudiar con el PP una moción de censura instrumental con un tecnócrata de candidato, por tanto, sin Feijóo, que tumbara al Gobierno y convocara elecciones. Castellà dijo que Junts no estaba en este escenario, pero también lo dijo el mismo día –jueves pasado– que Junts celebraba una discreta reunión de su núcleo duro en Bruselas. El único problema es que unas elecciones son un escenario envenenado para Junts porque puede perder su papel protagonista en la política española, si bien hasta ahora los resultados son tan magros que han dejado su eslogan de que «el PSOE pagará por adelantado» en agua de borrajas.
Junts sabe que tiene que mover pieza y la propuesta de Castellà, un hombre que acrecienta su poder en el partido, no es baladí. Baste recordar que la voz de la conciencia de Puigdemont, su abogado Gonzalo Boye, decía en un artículo titulado «Nuevo curso político, ¿más de lo mismo?», que, ante un Gobierno frágil y asediado por los escándalos de corrupción, «el PP, si no deja atrás de inmediato el miedo, rectifica su estrategia y apuesta por una salida imaginativa –que combine visión estratégica, valentía, neutralidad y sentido de transición, es decir, que resulte asumible por todos–, seguirá perdiendo crédito y escaños potenciales. Solo una propuesta capaz de superar la parálisis actual y abrir definitivamente el camino hacia unas nuevas elecciones podrá despejar el futuro». Boye, que en más de una ocasión es la voz de Puigdemont, sentenciaba que, «de lo contrario, Vox y sus imitadores catalanes continuarán capitalizando el descontento y copando titulares, aunque sin ofrecer respuestas reales». De nuevo, Aliança Catalana. Algo se mueve en Junts. Su objetivo ya no es apoyar a Sánchez –la línea es hasta que el Constitucional dé luz verde a la amnistía– sino levantar un muro ante Aliança Catalana que amenaza su hegemonía en la Cataluña interior y su peso en el Parlament.
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