Afganistán

Capitán Tello: «El acoso no es un problema real del día a día en el Ejército»

Confía en que alguna mujer llegará a Jefa de Estado Mayor de Tierra, Aire, Armada y hasta de la Defensa

La capitán Tania Tello, en la base Príncipe de la BRIPAC, junto a uno de los blindados RG-31 con los que se desplegó en Afganistán en 2013 cuando estaba al mando de una sección de zapadores que limpiaba las rutas de explosivos
La capitán Tania Tello, en la base Príncipe de la BRIPAC, junto a uno de los blindados RG-31 con los que se desplegó en Afganistán en 2013 cuando estaba al mando de una sección de zapadores que limpiaba las rutas de explosivoslarazon

Hoy se cumplen 30 años del decreto que abría las puertas a la mujer en las Fuerzas Armadas. La capitán Tania Tello, zapadora de la BRIPAC, es una de las 14.904 que hay y asegura: «Nunca me he encontrado problemas por el hecho de ser mujer».

Tania Tello no tenía familia militar ni a nadie cercano en las Fuerzas Armadas. Sin embargo, cuando acabó la carrera sintió «una llamada» por lo castrense. «Lo mío era vocación. Era un mundo que me atraía. Tenía trabajo, pero me llamaba». Así que en 2002 ingresó en el Ejército de Tierra. «Primero, como soldado profesional y luego fui promocionando», recuerda. Hoy es la capitán Tello, jefa de la compañía de Plana Mayor del Batallón de Zapadores de la Brigada Paracaidista (BRIPAC). Una zapadora que ha pasado por Líbano (2007 y 2008) y Afganistán (2013) «haciendo limpieza de rutas frente a amenazas explosivas», dice sin inmutarse.

Es una de las 14.904 mujeres que hay en las Fuerzas Armadas y reconoce tajante: «Nunca me he encontrado problemas por el hecho de ser mujer. Me he encontrado los problemas que se encuentra cualquiera que quiere ser militar, ya seas hombre o mujer, como que necesitas esforzarte, sacrificarte y tener las cosas claras. Nada más». Según cuenta, «cuando entré éramos pocas, aunque ya había bastantes mujeres, pero la situación se ha normalizado mucho». Y es que hoy se cumplen 30 años del decreto que abría la puerta a la entrada de la mujer en las Fuerzas Armadas, «algo que hoy es una cosa normal». «Somos muchas, incluso en unidades tan operativas como la BRIPAC –de las más expedicionarias– hay bastantes mujeres de una calidad extraordinaria, muy profesionales y con muchas ganas», cuenta orgullosa a LA RAZÓN.

Tampoco siente que en el Ejército haya más machismo que en otras profesiones. «No es el mundo más fácil en el ámbito laboral porque hay una parte física muy importante en la que la diferencia se puede notar, pero nunca he notado situaciones incómodas ni he tenido experiencias negativas por ser mujer», asegura. Y lo afirma una militar que eligió hacerse zapadora, una de las especialidades más peligrosas. «El tema de las minas antipersonas me parecía un problema muy grave, necesitaba sentirme útil y encontré algo interesante». Tanto, que su misión en Afganistán, en la que ella y sus hombres tenían que reconocer un terreno plagado de explosivos por el que el contingente español se replegaba de la base de Qala i Naw, «fue el culmen. No creo que pueda haber nada más complejo y más enriquecedor». Eso sí, recuerda cómo a su madre «nunca le hizo demasiada gracia». «Pero ha visto que soy feliz, que hago lo que me gusta y lo ha asumido. Y creo que mis padres están orgullosos».

Habla de su vida militar con una sonrisa que no se le borra y tiene claro que no la cambiaría por nada. De hecho, la capitán Tello está embarazada de cuatro meses y quiere seguir al pie del cañón hasta que no aguante más. «Cuento con todo el respaldo de mis jefes y el apoyo de mis compañeros». «Supone un reto porque intento seguir con mi vida, pero la vida de una paracaidista con el embarazo es difícil». Eso sí, no ahorra en elogios para sus mandos, compañeros o subordinados: «El apoyo que recibimos, y lo digo en primera persona, es absoluto. Aquí que una militar esté embarazada es algo normal», añade. Su intención es seguir mandando su compañía, pero si no pudiese, «se me asignaría un puesto acorde».

Esa «normalidad» que tanto repite es la que le hace confiar en que algún día no sólo habrá una mujer general (o almirante), sino que incluso alguna llegará a Jefa de Estado Mayor de Tierra, Aire, Armada y hasta de la Defensa. «Estoy segura y cuento con ello. Hay mujeres buenísimas que están arriba. Es más, no lo veo ni raro ni improbable. Ni yo, ni mis subordinados», apunta. Según explica, «si algún día les digo a mis soldados que viene una mujer coronel, lo único que dirían es: “A la orden, mi coronel”». A día de hoy, el empleo más alto alcanzado por una mujer es el de coronel. Sólo hay una, aunque tras ella hay otras 130 tenientes coroneles, dos capitanes de fragata y 241 comandantes.

Tampoco cree que haya más casos de acoso que en otros ámbitos. Si bien es cierto que ha conocido «situaciones potenciales de acoso», cree que «no es un problema real del día a día de las unidades del Ejército».

Su rutina ahora pasa por compatibilizar su embarazo con su puesto y reconoce que, una vez dé a luz y vuelva a la BRIPAC, «voy a intentar seguir en el candelero. Me encanta mi trabajo y no quiero que cambie. Tengo ilusión por seguir con mi compañía y salir de misión».

¿Y si su futura hija quiere ser militar? «Me encantaría, pero no la voy a obligar», sentencia.

Estancadas en el 12 por ciento desde 2006

Las primeras mujeres ingresaron en las Fuerzas Armadas en septiembre del año 1988. Desde entonces, su número ha ido aumentando hasta las 14.904 actuales, el 12,7% del total de efectivos. Sin embargo, desde 2006 la cifra parece estancada. Ese año había un 12 por ciento de mujeres; en 2009, un 12,2 por ciento; en 2013, un 12,4, y en 2016, un 12,5 por ciento.

Por Ejércitos, el del Aire es el que cuenta con más porcentaje de mujeres (13,8), seguido de la Armada (12,9) y del de Tierra (11,8 por ciento).