Gobierno de España

La penúltima batalla de Cospedal

Ha superado con éxito la crisis del Yak-42 que terminó con la dimisión de Trillo tras una «muy tensa» conversación con la nueva ministra. En el PP está dispuesta a delegar funciones pero quiere mantener el tándem con Maíllo

La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, en su visita el pasado 11 de enero al buque «Juan Carlos I» en la base naval de Rota (Cádiz)
La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, en su visita el pasado 11 de enero al buque «Juan Carlos I» en la base naval de Rota (Cádiz)larazon

Ha superado con éxito la crisis del Yak-42 que terminó con la dimisión de Trillo tras una «muy tensa» conversación con la nueva ministra. En el PP está dispuesta a delegar funciones pero quiere mantener el tándem con Maíllo

La vida pública está llena de gestos. En medio de la Navidad, cabe apuntar la rapidez con la que María Dolores de Cospedal cerró una asignatura pendiente desde hace 13 años. Aunque no quería gran protagonismo público hasta pasado el Congreso del PP de febrero, la titular de Defensa tuvo el gesto de hacer honor a los militares fallecidos sobre tierra turca en la tragedia del Yak-42 recibiendo a sus familiares y, sobre todo, comprometiéndose a asumir como propios la letra y el espíritu del dictamen del Consejo de Estado. Su decisión de investigar cabos sueltos, la contratación del aparato, entre otros, resulta una reparación moral para unos padres, esposas o hijos de militares españoles injustamente tratados por años de ignominia estatal. Era ahora o nunca. Y la ministra ha demostrado que tiene tacto y sensibilidad. Ha puesto la «política con alma» como eje del arranque de su mandato.

En realidad, lo insostenible hubiera sido que el PP continuase desairando a la familia militar. Y así lo entendió también, continuamente al habla con Cospedal, el propio Mariano Rajoy, quien además quiso esta vez explicitar que hacía suya esa línea de actuación. «Yo estoy de acuerdo con la posición que ha mantenido la ministra», argumentó el presidente del Gobierno en una breve pero trascendente declaración. A Federico Trillo, que conoce bien al presidente, le bastó ver la comparecencia de Rajoy en La Moncloa para darse cuenta de que ya no le quedaba ni un día más en la Embajada de España en Reino Unido. Su suerte estaba echada. Con tantear los despachos del PP se constataba la soledad de Trillo. Su adiós fue recibido por todos como «un alivio». «Federico no ha entendido que debíamos apoyar a las víctimas, está muy enfadado», me asegura alguien cercanísimo a la propia Cospedal.

Trillo, sin apoyos, buscó primero «culebrear» para ver si escampaba el debate y salvaba su cuello político. Luego, perdido, en lo que se interpreta como «un calentón de cuidado» tras una última conversación muy tensa con la ministra, «tiró la toalla» e improvisó una convocatoria de prensa con apenas media hora de antelación. Con Londres cubierto por la nieve, hubo de retrasar su fugaz declaración cerca de 20 minutos sobre el horario inicialmente previsto (19:00 h) y aun así un buen número de periodistas no lograron llegar a la sede diplomática. Tampoco fue lo suyo más allá de un somero comunicado leído en dos minutos, alegando que la decisión de irse la tenía tomada «hace ya algún tiempo» y sin mencionar el Yak-42 ni a las víctimas. Su soledad apresuró un proceso que ya se encontraba en marcha desde que, en diciembre, el Gobierno activase la rotación de 69 embajadores al haber cumplido sus mandatos. El adiós de Trillo despeja a Cospedal su paso este lunes por la Comisión de Defensa del Congreso. La oposición tendrá complicado atacarla. La cita despierta tanta atención que incluso Pablo Iglesias, tan poco dado a la labor parlamentaria, anunció que sustituirá a su portavoz para ser él, en persona, quien se coloque frente a la ministra. Pero los frentes de Cospedal tienen también prolongación dentro del PP, donde por enésima vez los «cobardes anónimos» intentan mover la silla a la secretaria general. O, al menos, forzarla a dar «un paso a un lado». A eso suena tan ruidosa estrategia. Lo peor del caso es que se está abriendo una brecha interna que cada vez será más difícil de cerrar en el escaparate previo al próximo Congreso Nacional. Está por verse, si acaso, si ella está dispuesta a delegar funciones y reproducir el esquema de los años de poder populares en los que Javier Arenas dejó ejercer a Ángel Acebes labores de coordinador general del partido. Ésta sería, de hecho, según algunas fuentes, una función que Rajoy podría reservar a Fernando Martínez-Maíllo, quien, de facto, reporta prácticamente a diario con Cospedal. Pero sea lo que sea lo que depare el cónclave, la organización se articulará sobre los mismos cimientos.

Quienes andan filtrando el supuesto interés de Soraya Sáenz de Santamaría para impulsar un desembarco de Alfonso Alonso como número dos están haciendo un flaco favor al actual líder del PP en el País Vasco. Insistir en esa línea puede derivar al final en un choque no con Cospedal, sino con Maíllo. Y, como todo el mundo sabe en el PP, «Maíllo es Rajoy», lo que refuerza la posición, ya de por sí sólida, del vicesecretario de Organización. Al presidente del Gobierno le viene bien el tándem Cospedal-Maíllo. Más todavía: le gusta mucho. Una y otro, políticos leales, constantes y voraces, dos todoterreno, se lo dan al jefe todo «cocinado» eficazmente. Con estos mimbres, Cospedal está escribiendo su hoja de ruta y, de momento, cada día que pasa sale más reforzada.

Las claves

- Comisión defensa

El adiós de Trillo despeja su comparecencia de mañana en la comisión del Congreso. Con ello, la oposición tendrá complicado atacarla. La cita ha despertado el interés de los grupos.

- Congreso PP

Está por ver si Cospedal está dispuesta a delegar funciones y dejar paso a reproducir esquemas de años anteriores en el PP. Mientras, barones del partido promueven una alternativa a ella.

- «Caso Bárcenas»

Mañana se reanuda el juicio del «caso Gürtel» con la declaración de Luis Bárcenas. El ex tesorero del PP fijó sus dárdos contra Cospedal que ha salido airosa de sus acusaciones.