Encuesta electoral

Los barones del PP piden a Montoro gestos para frenar el ascenso de Ciudadanos

Las encuestas internas confirman que la formación naranja sigue subiendo, especialmente en Murcia, Valencia y Madrid. Los alcaldes exigen soluciones en pensiones y el sueldo de las FSE

Imagen de archivo de Cristóbal Montoro
Imagen de archivo de Cristóbal Montorolarazon

Las encuestas internas confirman que la formación naranja sigue subiendo, especialmente en Murcia, Valencia y Madrid. Los alcaldes exigen soluciones en pensiones y el sueldo de las FSE.

El miedo electoral sigue creciendo en las filas populares a nivel territorial. Las encuestas internas que manejan confirman que Ciudadanos (Cs) continúa rentabilizando en las últimas semanas su estrategia política y sus buenos resultados en Cataluña. Hay comunidades autónomas, como Murcia, Valencia o Madrid, en las que las luces rojas están ya encendidas, aunque oficialmente se guarden las formas. El clima está absolutamente condicionado por el miedo a las elecciones autonómicas y municipales, para las que queda todavía más de un año. «Parece mucho, pero en política están ahí al lado. Lo que hagamos en los próximos meses determinará el resultado. Y aquí nos la jugamos nosotros, y la gestión nacional nos está perjudicando», es el sentir que se escucha en cuanto se hurga un poco en las bases territoriales del partido.

Los dirigentes autonómicos están gestionando como pueden la presión de los alcaldes y posibles candidatos, quienes se quejan de que la imagen del Gobierno les «penaliza» porque «falta reacción para frenar a Cs». Y los barones, a su vez, trasladan a Madrid, e incluso a ministros concretos como el de Hacienda, Cristóbal Montoro, que urge que se reaccione en debates que «les matan» territorialmente, como el de las pensiones o el de la equiparación de los sueldos a la Policía y a la Guardia Civil.

La demanda desde las direcciones autonómicas y también comandada por alcaldes es que «se abra el grifo» después de «tantos años de responsabilidad en el saneamiento de las cuentas y en el objetivo de déficit». «Nos estamos jugando los gobiernos. De nada sirve poder decir que somos los más disciplinados en Bruselas si es para que vengan otros a heredar nuestra buena gestión», se escucha como queja compartida por quienes tiran del partido en los municipios. Entre los dirigentes autonómicos y locales es un clamor la convicción de que si el Gobierno no reacciona rápido frente a la «rebelión de los pensionistas, patrocinada por la izquierda, o en la negociación con la Policía y la Guardia Civil, será imposible aguantar el empujón de Rivera». «Ya podemos hacer el pino con las orejas. Si no conseguimos arreglar los sueldos de la Policía y de la Guardia Civil, por ejemplo, y hacerlo sin que sea Rivera el que se apunte el tanto, tenemos un problema más que grave», sentencia un alto cargo autonómico. Es en ese nivel en el que tienen un trato más directo con las bases electorales y donde contrastan de inmediato el malestar de familias enteras con la gestión de la equiparación de salarios con los Mossos.

La presión no es para que haya cambios en el Ejecutivo, que Rajoy ha negado, y que en el PP, conociendo al presidente, daban desde un primer momento como un debate perdido. No. Lo que reclaman es que haya «más y mejor iniciativa» del Gobierno, que se actúe más allá de anunciar actos y convenciones, con una estrategia «decidida y más atrevida» para que Rivera «no nos adelante siempre por la derecha y por la izquierda». «No son leales. Pero esto es política».

Y ahí los alcaldes y dirigentes territoriales ven un agujero negro en la política del Gobierno «con la clase media, los autónomos o las profesiones liberales, porque ahí está la clave para poder mantenerle el pulso a Ciudadanos y ganárselo».

La tensión que está introduciendo Rivera en el clima político, con un distanciamiento absoluto del PP, no responde a que quiera forzar una adelanto de las generales, sino a que ya está trabajando intensamente en las autonómicas y municipales. Andalucía es la primera parada, y Rivera, con la ayuda de Inés Arrimadas, va a echar el resto. La formación naranja tiene dos problemas: les falta estructura y también implantación fuera del ámbito más urbano. Y en eso Andalucía es espejo de la situación en otras comunidades. El último sondeo de Génova en esa comunidad, con 2.600 entrevistas, apuntaba una subida de Cs de cinco escaños; el PP podría perder uno; y Susana Díaz se quedaba en la horquilla de los 41-42 (ahora tiene 47). El PP no ha detectado ninguna capital de provincia en la que se apunte al sorpasso de Cs a sus siglas, lo cual, según fuentes de la dirección nacional, sí sería la señal de «entrada en pánico». Desde Génova advierten, además, de que hay una maniobra interesada, en la que participa el PSOE, para «engordar» el ambiente de que el PP está en caída libre y cabe el sorpasso. «Pero no estamos en esa situación». Aunque no pueden negar la preocupación electoral de sus bases.