Casa Real

Los Reyes se despiden de Nueva Orleans a ritmo de jazz

Visitaron una exposición auspiciada por Iberdrola en el imponente edificio del Cabildo

Los Reyes, ayer durante su visita a Nueva Orleans en el viaje oficial que están realizando en Estados Unidos / Efe
Los Reyes, ayer durante su visita a Nueva Orleans en el viaje oficial que están realizando en Estados Unidos / Efelarazon

Visitaron una exposición auspiciada por Iberdrola en el imponente edificio del Cabildo.

Los Reyes de España se despidieron ayer de Nueva Orleans. Su última visita en la patria de los legendarios sandwiches, las ostras fritas, el jazz que nació en Congo Square de la nostalgia y la necesidad de comunicarse de los esclavos, tuvo lugar en el NOMA, la pinacoteca más antigua de la ciudad, el Museo de Arte de Nueva Orleans. Sus majestades fueron agasajadas con un espectacular concierto de Michael White, el reputado clarinetista, y profesor de español y, en la actualidad, de música afroamericana en la universidad de Lousiana, y por supuesto frecuente colaborador de Wynton Marsalis. White, coleccionista de discos y memorabilia relacionada con el jazz, perdió todo, durante las inundaciones del Katrina. Tenía sentido que, inmersos en la celebración y recuperación de la herencia histórica de la ciudad, del pasado español sepultado por siglos de olvido intencionado, los Reyes disfrutaran de la hospitalidad y el arte superlativo de un superviviente de la tragedia, guardián y custodio de cuanto hace de Nueva Orleans tierra sagrada de la música estadounidense.

El concierto del NOMA vino precedido, la tarde anterior, de la visita a la exposición Recovered memories: Spain, New Orleans and the Support for the American Revolution. El comisario de la exposición, José Manuel Guerrero Acosta, fue el encargado de explicarles el contenido de la misma, acompañados por el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, y por el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, empresa que patrocina la exposición. Se trata de uno de los actos centrales de la celebración del 300 centenario de la ciudad, consagrada a subrayar tanto la importancia que España desempeñó en la consolidación de su antigua ciudad como en el apoyo que la monarquía hispana brindó a la revolución americana. Repartidos entre las tres plantas del imponente edificio del Cabildo había retratos de los gobernadores españoles de la Luisiana, como Bernardo de Gálvez y Antonio de Ulloa, un traje del diplomático español Diego de Gardoqui, una bandera de Inglaterra capturada por marinos españoles durante la batalla naval de Baton Rouge, óleos de Francisco de Goya, Joaquín Sorolla, Ignacio Zuloaga y Luis Paret y no menos de 300 objetos entre documentos, mapas, etc. Un trabajo concienzudo, que aspira a educar al tiempo que deleita, y que tiene por delante la dura tarea de empezar a revertir dos siglos de amnesia colectiva e interesados ataques a la memoria de España y lo español en América. Un aspecto esencial del relato histórico del país, boicoteado sistemáticamente por quienes construyeron la identidad de los EEUU a partir los exclusivos y excluyentes mimbres de lo anglosajón al tiempo que presentaban a España como responsable de una conquista maléfica e ignoraban el genocidio de los nativo americanos. La campaña llega además en un momento clave, con las muy benevolentes pero en el fondo reaccionarias campañas del identitarismo profesional a pleno rendimiento, y ahora dedicadas a machacar muchos de los vestigios del pasado español, comenzando por las estatuas dedicadas a Cristóbal Colón en todo el país.

Como coda final, los Reyes, antes de embarcar hacia Texas, tuvieron un encuentro con el Richard Ford, escritor y Premio Princesa de Asturias de las Letras, y con una representación de los isleños, descendientes de emigrantes de Canarias y que han conservado la lengua española desde mediados del siglo XVIII.