Res non verba
Más miedo que vergüenza
Las maquinarias electorales están en Defcon2. El sentido común dicta que, por más que se alargue la agonía, esta legislatura ya no la arregla ni MacGyver

Un fantasma digital recorre la política española; el fantasma del dispositivo que Koldo vendió en su momento y que ha empezado a susurrar secretos de familia. De familia sanchista, para más señas. Los socialistas son hoy en día un caramelo para cualquier psicoanalista porque cada día presentan un estado anímico diferente.
La semana pasada tocó bajón depresivo por el segundo informe de Cerdán y en la sesión de control de este miércoles tocaba ansiedad. Miedo contenido a lo que pueda ocurrir en la vistilla del Supremo que va a decidir si a José Luis Ábalos y Koldo García les ponen la pulserita del todo incluido en Soto Resorts.
Koldo se ha puesto a jugar al gato y el caserío, y Ábalos, muy malicioso, le ha seguido el rollo. El exministro confirma que un pajarito le contó que la moción de censura nació del amor de Sánchez y Otegi en un caserío. Un pajarito que precisamente estuvo en esa reunión. Y, aun con todo, lo peor para el PSOE es lo que todavía pueda emanar de esos dispositivos, a poco que el buhonero de chistorras se vea sentado en el catre de una celda. A esa ansiedad socialista se suma la sensación de patíbulo con la que el Gobierno acude a la votación de la senda de estabilidad. La UTE del Frankenstein es estos días como esas reuniones de los señores de la guerra a las que se acude a hablar de paz con las armas encima de la mesa, bien visibles. No se quiere pronunciar la palabra elecciones, pero las maquinarias electorales están en DEFCON 2 porque el sentido común dicta que, por más que se alargue la agonía, esta legislatura ya no la arregla ni MacGyver.
Con el lexatin flotando en el ambiente, el intercambio de drones suicidas comenzó con Núñez Feijóo preguntando a Pedro Sánchez si iba a pedir perdón por la condena de su fiscal general del Estado. Al olmo le vas a pedir tú peras. El presidente del Gobierno aseguró que él no es de los que piden perdón por decir lo que piensa, sobre todo si lo que piensa es que su obediente fiscal ha sido un conmovedor kamikaze. Dicho esto, el presidente hizo una disquisición sobre la verdad y la mentira que, tras varios logaritmos neperianos, arrojó la conclusión de que este Gobierno siempre está con la verdad. La bancada de la oposición se quedó con cara de «hasta luego, Maricarmen». No contento con su digresión, el inquilino de Moncloa dejó claro que no comparte la condena a García Ortiz y pronosticó que «el tiempo pondrá las cosas en su sitio». En ese mismo instante, en algún lugar del universo, Conde Pumpido acariciaba un gato. Sánchez concluyó con una loa a Teresa Peramato. El presidente dijo «y es feminista» como cuando el del concesionario te dice «y tiene techo solar». El líder del PP hizo ver a Sánchez que algo no cuadra con ese fallo judicial de Schrödinger. El presidente desconoce todavía la sentencia, pero está en contra de ella. Estuvo hábil el gallego en esa observación e incisivo cuando acusó al presidente de no saber gobernar sin estar asistido por presuntos delincuentes de confianza. Sin embargo, se quedó sin tiempo para soltar el zasca final: la serie sobre Sánchez se llamará «Anatomía de un farsante». A Feijóo le cortaron el micrófono antes de pronunciar la ocurrencia y se quedó huérfano del desplante retórico del torero. Eso alegró la mañana a Sánchez, que se burló de las virtudes parlamentarias de su oponente. Las filas socialistas recuperaron la sonrisa con la pulla, pero Sánchez demostró que sangra por la herida de Ayuso al nombrar sin venir a cuento a la presidenta madrileña.
Las intervenciones del PNV y Coalición Canaria pasaron sin pena ni gloria y llegó entonces el turno de María Jesús Montero, ese Panzer sevillano avanzando por las Ardenas. La titular de Hacienda todavía tuvo ánimos para presumir de cohete económico, apenas 24 horas después de que la Comisión Europa hubiese retratado a España por sus niveles de pobreza y su falta de presupuestos.
Entrañable fue, una vez más, su canje de dardos con Elías Bendodo. Son como dos viejas del visillo lanzándose imprecaciones, a cuenta de los asuntos andaluces. Que la legislatura huele a cadaverina lo confirmó Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda parece estos días el tipo de la discoteca al que no debes sostener la mirada si no quieres bronca. Está peleada con el mundo y lo mismo alienta manifestaciones callejeras contra los jueces, que se enzarza con Junts por ser de derechas. Ahora se da cuenta.
Faltaba Félix Bolaños que acudió a la sesión disfrazado de Oliver y Benji. El ministro de Justicia se puso futbolero para pronosticar que el PP seguirá chupando banquillo, sin sospechar que estaba poniendo a huevo la contestación a Cuca Gamarra: para banquillo el de Ábalos y Koldo. Fue un desliz de este Gobierno que acata pero ataca. Un Ejecutivo al que nunca le faltó sentido del desahogo, pero que, si algo tiene estos días, es miedo. Ansiedad por tener, no tus encantos, sino tus dispositivos.