La noria
La Moncloa, un complejo con demasiadas filtraciones
¡Menudo chaparrón le está cayendo al presidente!, pero en las próximas semanas los obreros irán a limpiar los canalones, que ya han acumulado mucha suciedad
Hace tiempo que La Moncloa hace agua por todos los lados (cuidado no confundir con hacer aguas que eso es orinar). Ya no es la gota china la que cae sobre la cabeza de Pedro Sánchez, es un chaparrón que amenaza con calarle hasta los huesos: el caso de su señora, la pata del de hidrocarburos que conecta con Koldo, el antiguo asesor de su exministro, la causa contra el fiscal general del Estado, y por supuesto, el presunto enchufe del «hermanísimo» que tantas alegrías nos está dando en los últimos días, porque a ver quién es el guapo que consigue un empleo antes de que comience el proceso de selección. Esto solo en el terreno «tribunalero». En el político se cierne sobre él el Armagedón.
Es tal la cantidad de porquería acumulada que en el Gobierno han decidido hacer lo que mejor saben: empezar la casa por el tejado. En semanas está previsto que lleguen los obreros –esperemos que no sean Pepe Gotera y Otilio, dadas las habilidades de contratación de este Ejecutivo– al Palacio de La Moncloa para desatascar todo ese torrente de aguas turbias y que la mugre no manche la casa.
Cerca de 124.000 euros nos cuesta adecentar las limas y canalones de tan insigne complejo, que debe estar como un queso gruyer porque el año pasado ya desembolsamos 300.000 para combatir humedades.
Pero no es lo único que arreglar. Esta casa es una ruina. Hay que reparar el estanque de la explanada de Honores y el muelle de carga también tiene filtraciones (vaya, qué término tan apropiado para referirse a algo relacionado con las instituciones estatales), y hay que ponerlas freno. Además, está previsto que en junio se ejecuten obras de renovación de espacios en el edificio de Semillas, un antiguo almacén de «semillas selectas».
Lo de selectas les viene que ni pintado. Fue construido en 1950 como dependencia del Ministerio de Agricultura y ahora acoge el Gabinete de la Presidencia, donde se concentran las cabezas pensantes que ayudan al líder del Ejecutivo (me encantaría poner aquí un emoticono, pero este sistema no lo admite, así que imagínenselo, ese de los ojitos para arriba mirando al infinito).
En ese emplazamiento tuvo su despacho en época de Adolfo Suárez, Joaquín Garrigues Walker y también Alfonso Guerra en los años 80. Un edificio pisado por Fidel Castro, George Bush y hasta Putin.
Para que vayan sacando la calculadora, estos trabajos de remodelación rondarán los 300.000 euros y el plazo de ejecución está previsto para verano. No vayan a molestar los ruidos. Con eso no renuevo yo el salón, me compro otra casa.
Allí, seguro, irán a parar parte de las pizarras blancas que han encargado y por las que desembolsamos 2.000 euros, y un gran número de rotuladores y de borradores, para diseñar esas estrambóticas estrategias a las que nos tienen tan acostumbrados. La verdad es que para mí ha sido un chasco saber que utilizan métodos tan arcaicos.
Yo imaginaba una de esas virtuales como las de la serie de CSI, y que al final llega un señor tipo Grissom y lanza una frase épica: «Entre todos la mataron, y ella sola se murió». En mi mente también veía un corcho con las fotografías de los miembros del Gobierno con chinchetas y círculos rojos a su alrededor e hilos que se conectan. La realidad siempre estropea mis fantasías.
Pero lo importante en La Moncloa es la imagen que se proyecta, y toca renovar los uniformes del personal laboral. Su valor estimado: 73.200 eurillos. De mercadillo no son. Pero es que Presidencia cuida mucho de ellos. Contempla en la cuenta de gastos también los reconocimientos ginecológicos y urológicos.
Aunque por mucho que se disfrace lo que se ve, de puertas para dentro siempre hay algo que esconder.
Debe haber en el interior un cierto tufillo porque tienen que cambiar el sistema de refrigeración de las cámaras de congelación en la cocina que parece que no funciona. Mi nevera: 800 euros en oferta. Lo suyo: 60.000. Han de asegurarse de que no se les estropeen los canapés para la copa de Navidad de este año. Sí, ya sé que estamos en marzo, pero también la tienen presupuestada: 14.500 euros. El presidente se ve allí a largo plazo.
Tanto que pretende convertir La Moncloa en sede de los Juegos Olímpicos: 32.137 euros nos hemos gastado este año en el suministro y la instalación de diverso material deportivo. El año pasado por la canasta móvil tuvimos que soltar 2.000 pavos. Manda pelotas.