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Oriol Pujol entona el «keep calm»

En público, Mas le sobreexpone para trasmitir normalidad; en privado hay preocupación por la corrupción. Él guarda silencio

Artur Mas y Oriol Pujol, ayer, en el Consell Nacional de Convergència que debía bendecir el pacto con ERC
Artur Mas y Oriol Pujol, ayer, en el Consell Nacional de Convergència que debía bendecir el pacto con ERClarazon

En política no importa tanto cómo se es sino la imagen que se transmite. Es un plus muy preciado y al que se suele echar mano en momentos complicados.

Oriol Pujol Ferrussola ayer mismo entonó en público un «keep calm» –haciendo referencia al «keep calm and speak catalan» con el que el nacionalismo hace estos días su particular relectura del viejo lema británico para contestar la ley Wert– que viene a demostrar la situación que vive el número dos de Convergència Democràtica de Catalunya. De puertas a fuera para la militancia del partido, calma porque la negociación con ERC no está siendo tan fácil como se preveía; y calma especialmente porque la investigación judicial de la derivada catalana del «caso Campeón» vuelve a ponerle en la picota.

El «colaborador necesario», según los investigadores, en la trama que pretendía amañar concursos de licencias de las ITV, que instruye el juzgado número 9 de Barcelona, no está imputado, pero su nombre aparece en un millar de conversaciones. Uno de los protagonistas de la trama es Sergio Alsina, su amigo íntimo y socio de su esposa, Anna Vidal. Pujol le conoció formándose en la dirección de empresas en la escuela de negocios IESE y su amistad no sólo se ciñe a compartir los fines de semana en distensión en la plácida localidad deUrús de la Cerdaña gerundense. La Agencia Tributaria sospecha que la esposa de Pujol hizo facturas falsas para Alsina, con quien el empresario gallego y centro del «caso Campeón», Jorge Dorribo, planeaba asociarse.

Los negocios del empresario farmacéutico gallego le valieron la imputación al socialista José Blanco, y ahora le complican la vida política a Pujol. Él no se esconde, «ahora no toca», como diría su padre, el ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, pero no le gusta usar este as en la manga, hasta el punto que suele presentarse en público como «el hijo de Marta Ferrussola».

«Nací un 20 de diciembre de 1966 en el seno de una familia numerosa y soy el quinto de siete hermanos. Me he criado y educado en un clima de mucha libertad personal, de pocas imposiciones, de valores referenciales como la responsabilidad personal, la coherencia, la pertenencia a lo colectivo, en valores cristianos y de catalanidad», es la manera en que se presenta en su blog este veterinario de formación que ha bebido la política desde su nacimiento y se ha bragado en muchas áreas con distintas responsabilidades en Cataluña, tanto en la Generalitat como en el Ayuntamiento.

Oriol es el único hijo del ex presidente de la Generalitat que se ha dedicado a la política. De ejercer distintos cargos en el departamento de Presidencia pasó a ser concejal del Consistorio barcelonés, y después regresó a una Generalitat en la que tomó gran contacto con el mundo empresarial catalán como secretario general de Industria. Para entonces, en Convergència ya era todo un peso pesado.

El ascenso de Artur Mas al liderazgo en 1999 supuso también el espaldarazo del «pinyol», el grupo de jóvenes que le arropaba y defendía abiertamente una tesis independentista que Jordi Pujol nunca practicó en público mientras ejerció la Presidencia de la Generalitat.

No le tiembla la voz

Su estilo para ayudar a darle la vuelta a una Cataluña que se le resistía a Artur Mas y les hizo pasar siete años de dura travesía en el desierto es bien conocido en el Parlamento de Cataluña. Pujol es puro desparpajo en sus intervenciones. Nunca le tiembla la voz. Hay parlamentarios a los que les intimida su retórica aunque le estén atacando y deba responder a por qué el primer Govern de Mas, pese a los recortes, no ha sido capaz de darle la vuelta a las lamentables cifras de la crisis, con una Cataluña con 840.000 parados.

Cuando Mas anunció que dejaría la primera línea política una vez encaminado el camino hacia el Estado propio por la vía del referéndum fue fácil pensar en Pujol como sucesor. El escalón que le separa del peldaño más alto era muy sólido hasta que saltó a la luz la derivada catalana del «caso Campeón». Entonces, desde Convergència se afanaron en vender que la investigación es precisamente una operación para hundir a Pujol. Ahora, a nivel interno hay mayores temores sobre el futuro político. Y, a nivel de calle, los catalanes están hartos de que la corrupción protagonice los titulares día sí día también, como demuestra un estudio de la Oficina Antifraude de la Generalitat en el que ocho de cada diez catalanes considera que hay mucha corrupción y nueve de cada diez la ven bastante o muy grave.