Tensiones en el PSOE

Sánchez «dispara» a Page para que nadie más se mueva

Moncloa dirige toda su artillería contra el presidente manchego. Dirigentes territoriales le llaman a escondidas para no sufrir la ira de Ferraz

Moncloa no ha tenido piedad alguna en el feroz contraataque que ha lanzado contra el presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, después de sus declaraciones en Fitur, en las que lamentó que el PSOE se haya situado en el «extrarradio de la Constitución» por sus pactos con el independentismo, y, sobre todo, después de su compadreo con tres barones del PP, lo que grabó una cámara de Antena 3.

Moncloa ha dado la orden de «disparar a matar», figuradamente, al presidente manchego para que, en el duro camino de negociación con los independentistas que todavía les queda por delante, «a nadie más se le ocurra salirse del carril».

«El cinturón de castidad ante esas tentaciones está funcionando, pero lo que viene por delante es complicado, y esta oportunidad la tienen que aprovechar para que a nadie le quede ninguna duda de que fuera del discurso oficial hace más frío que en Siberia». La reflexión es de una veterana socialista que ocupó un altísimo cargo de responsabilidad en el Gobierno de coalición de la pasada legislatura y que sabe cómo funciona la maquinaria interna del equipo del presidente.

En este último encontronazo, que marca «un antes y un después definitivo», según fuentes del Gobierno, Moncloa se ha atrevido incluso a escenificar que le enseña la puerta de salida del partido, pero no activará medidas disciplinarias, no por falta de ganas, sino porque tienen bien medido que esto tendría más coste político para ellos.

Por cierto, una de las voces más honestas, y que con más tino ha colocado el dedo en la llaga, ha sido la del presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, que ayer reconoció a Susanna Griso, en una entrevista en Espejo Público, que con la charla distendida del miércoles en Fitur «no le hacemos ningún favor a Emiliano»: hace más difícil que otros socialistas se expongan a respaldarle. Atados a Carles Puigdemont, a ERC e independentistas y nacionalistas vascos, ese compadreo con «los del PP» es un misil en la línea de flotación de la comunicación de Moncloa, que básicamente se sostiene en el «todo vale para frenar a la derecha y a la extrema derecha».

Por eso, la complicidad con los dirigentes del PP sirve de munición a Moncloa para silenciar aún más cualquier atisbo de debate interno bajo la consigna de que quien lo haga se está situando al lado de la derecha y haciéndole el juego. Como Sánchez se sabe blindado por la militancia, más radical que nunca, esta es otra vía de negación del debate. Y una última, también muy poderosa, es la llave que guardan en Presidencia sobre el destino de quienes hoy forman parte de las estructuras orgánicas del PSOE.

Page no ha hecho más que ratificar una vez más lo que también comentan «sotto voce» en otras federaciones, como la andaluza o extremeña, y entre muchos «cuadros» provinciales del PSOE, aunque el acogotamiento que ha impuesto Moncloa en las filas socialistas se revela en las llamadas a escondidas que recibe el presidente manchego. Nadie da el paso en público para que no le señalen como «traidor». Ni Juan Lobato ni Guillermo Fernández Vara o Miguel Ángel Gallardo (Extremadura) van a exponer en público hasta qué punto comparten las críticas de Page al binomio Moncloa-Ferraz. Y mucho menos después de que Page haya cometido el error de dejarse grabar en conversación con dirigentes del PP.

Desde el PSOE de Castilla-La Mancha responden a la embestida de Moncloa sin bajarse de su posición, porque recuerdan que Page está diciendo «lo mismo que manifestaba el presidente del Gobierno antes de las elecciones generales». E incluso están recopilando todas las declaraciones de Sánchez y de otros dirigentes socialistas, que ahora callan, como el exministro Ábalos, en las que criticaban la amnistía o identificaban a los CDR con el terrorismo. Además de recordar que fue «el único que habló en el Comité Federal más importante de los últimos años», y que en el último congreso regional tuvo el apoyo de más del 99 por ciento de la militancia. «Nosotros no somos tránsfugas, y los votos del Congreso los decide el grupo parlamentario y no cada federación territorial».

La ruptura no es entre Moncloa y Page, sino entre Moncloa y la federación socialista de Castilla-La Mancha, la única que a día de hoy garantiza al PSOE una mayoría absoluta. En esta federación no hay riesgo de fugas en el apoyo a Page por muy fuerte que llegue el «disparo» de Moncloa, y esto es un problema para Ferraz, que puede disimular en el debate mediático más superficial buscando el cuerpo a cuerpo con el presidente de la Junta, pero no internamente. Aunque en la práctica, que el único que levante la voz sea el presidente manchego también suma a Moncloa y a Ferraz.

El único ministro que se ha salido de ese carril del «todos a una contra Emiliano» fue el titular de Industria, Jordi Hereu, que defendió el derecho del líder del PSOE de Castilla-La Mancha a «expresar libremente su opinión», aunque él no coincida en algunos aspectos con su posición, ya que sí apoya inequívocamente la «agenda del reencuentro» en Cataluña que postula el Gobierno de coalición.

Frente común contra el barón socialista

A lo largo de ayer se sucedieron las críticas de ministros y altos socialistas contra el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, por sus palabras apuntando que el PSOE está en el «extrarradio» de la Constitución. Una de las más duras fue la vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, quien acusó al barón socialista de «buscar notoriedad», advirtiéndole de que «ese no es el camino». En el mismo tono se expresó el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, que apuntó: «El PSOE nunca ha estado en el extrarradio de la Constitución, es el partido que ha estado en la Constitución desde el minuto 1». Más sosegado se mostró el candidato socialista a la Xunta, José Ramón Gómez Besteiro, quien aseguró no compartir las palabras de Page, añadiendo que «no las comparte la inmensa mayoría de partido». Otros, como el secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, le pidió ser «leal» al partido.