Tomás Gómez
Sánchez o los españoles
Sánchez seguramente está inventándose un nuevo conejo que sacar de la chistera para que se olvide el acuerdo con el independentismo
Sánchez es un líder debilitado por la acumulación de daños en su gestión. Cesiones al independentismo, mentiras e incumplimientos y poco respeto a las instituciones democráticas, sería un buen resumen.
Asegurar ante los cuadros del partido que gobernará sin el Parlamento es muy grave. Es un desprecio de dimensiones inéditas al Poder Legislativo de igual manera que ha arremetido contra el Poder Judicial.
El resto de movimientos, la colonización partidista del Banco de España, institución que debería ser independiente, el control del CIS, de las empresas públicas y de los medios de comunicación, tienen el mismo objetivo: que el poder pueda ejercerse por el presidente sin controles.
Ha acordado con ERC dar una patada a la igualdad y la solidaridad entre españoles, negando un debate a los socialistas sobre el contenido del pacto, realizando, de facto, una reforma constitucional que no sigue los mecanismos previstos a tal efecto en el texto del 78.
Ha criminalizado a los que denuncian las consecuencias de este y se ha limitado a dar eslóganes publicitarios, que exigen adhesiones inquebrantables bajo pena de ser catalogado como derechista, dividiendo aún más a la sociedad española.
Las consecuencias económicas de la independencia fiscal de Cataluña son terribles. El Estado ha renunciado al 30% de la riqueza nacional, pero seguirá haciéndose cargo de los gastos sanitarios, educativos y de las pensiones catalanas. En los próximos años, los españoles verán cómo se deteriora el Estado de Bienestar porque mantener lo mismo con el 30% menos es imposible.
Pero las consecuencias políticas son aún más graves. Los independentistas, cada día con menos votantes, son más fuertes que nunca. Están logrando el primer paso de la segregación, expulsando a España de Cataluña con la complicidad del Gobierno.
El Partido Socialista ha dejado de ser un partido socialdemócrata para convertirse en un partido radical de corte presidencialista. El camino lo inició Rodríguez Zapatero, pero Sánchez ha llegado mucho más lejos, enterrando las ideas y la historia del PSOE.
Se ha creído su propio personaje, construido cincelándolo cuidadosamente con barnices de líder resistente y superador de adversidades. Pero esta vez es diferente, sabemos que el presidente no dice la verdad sobre el acuerdo con ERC que pone en peligro la seguridad y el bienestar de los ciudadanos.
Seguramente está inventándose un nuevo conejo que sacar de la chistera para que se olvide el acuerdo con el independentismo. Podría ser un anticipo electoral, pero esto ya no va de ellos o nosotros, sino de Sánchez o los españoles.
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