Actualidad

La columna de Carla de la Lá

Los peores errores que cometemos las mujeres en el siglo XXI (primera parte)

El más inaceptable, según la autora: ser (o pretender ser) la madre de tu pareja

La protagonista de Girls
La protagonista de Girlslarazon

Queridos míos, entre tanta feminidad y feminismo, os traigo este “consejos vendo para mí no tengo”, como complemento y réplica a la columna de la semana pasada (Los peores errores que cometen los hombres de hoy): en este caso los defectos en los que caemos las mujeres en el s XXI. Sinceramente, todos deberíamos reírnos de todos y todos tendríamos razón.

Queridos míos, entre tanta feminidad y feminismo, os traigo este “consejos vendo para mí no tengo”, como complemento y réplica a la columna de la semana pasada (Los peores errores que cometen los hombres de hoy): en este caso los defectos en los que caemos constantemente las mujeres en el s XXI. Sinceramente, todos deberíamos reírnos de todos y todos tendríamos razón.

1. Madre castradora: un clásico mujeril es tratar a nuestras parejas desde una enfermiza y antiestética superioridad maternal. Me refiero a esa pesada castradora todo el día detrás, no bebas, no fumes, recoge esto, por qué has hecho lo otro... A ver, la tapa del W.C. está levantada... bla bla, con unos estándares de pulcritud, orden y limpieza excesivamente elevados para ellos por su naturaleza, aunque para nosotras sean perfectamente aceptables. Les ruego queridas que cesen, que dejen ese marujerío por piedad y porque cada segundo, por muy enamorados que estén esos pobres hombres, nos verán menos deseables. Háganme caso, esta persecución femenina les desgasta y nos dejan de ver como su pareja sexual para convertirnos en un personaje patético, a dos reproches de pasar el día en bata de guatiné. Debemos ser muchísimo más flexibles (y ellos muchísimo más considerados).

2. Lencería visón: cuando una mujer se va a acostar con un hombre elige y conjunta primorosamente su ropa interior. Seré directa señoras: el estatus de nuestra ropa interior habla de nuestras intenciones sexuales, porque, habitualmente, es la mujer la que decide cuándo. Así las cosas, la ropa interior pone de manifiesto el interés sexual que proyectamos en una persona. Amigas, todos los hombres que conozco se quejan del desparejamiento de la ropa interior femenina y por supuesto de la introducción de las “bragas de abuela” en la vida conyugal, dos pruebas documentales del enfriamiento en las relaciones íntimas de una pareja.

3. Machismo: todas las personas_hombres o mujeres_ justas, con sentido común somos feministas. A los que dicen que no... simplemente hay que preguntarles qué problema tienen con la igualdad de derechos y oportunidades para la mujer. Normalmente ninguno, de manera que también son feministas.

4 Feminismo mal entendido: por supuesto que las mujeres tenemos que seguir luchando con inteligencia y con trabajo duro para alcanzar cotas reales de poder, desde la filosofía, desde el humor y lo profesional, desde la educación y la economía, que es la libertad. Pero no a través de mini transgresiones de trastorno límite en una búsqueda desesperada de identidad... Yo no necesito que me vendan una identidad, ni usted, apreciada lectora... y menos una tan fea.

5. Agresividad pasiva. El veneno siempre ha sido una expresión muy femenina, así como la histeria. Herramientas muy características de la mujer, que a lo largo de la historia ha tenido que valerse de astucias para sobrevivir y defenderse en un mundo físico, masculino y hostil. Hoy la violencia psicológica y la agresividad pasiva campan alegremente donde quieren, todo bajo unas maneras, deliciosas.

6. Dismorfofobia. Una de las anomalías cruciales de la mujer en el patriarcado ha sido, y es, el pudor, donde no hemos sido pudorosas de nuestros genitales, no especialmente: ¡Hemos sido, y somos, pudorosas de nosotras mismas, de nuestra propia naturaleza, de nuestro ser! ¡Cuánto daño nos ha hecho la poesía! (Mire, yo no tengo dientes de perlas, ni labios de rubí)

La serie Girls nos enseñó algo inédito hasta ahora y es la plena aceptación del cuerpo de la mujer_y de los hábitos normales de la mujer_ común con todas sus consecuencias. Para los que no la hayan visto, la serie se centra en la vida normal de una chica normal de Brookling y sus amigos. Atrás quedaron los cuerpos perfectos, los estilismos perfectos y los restaurantes perfectos de Sexo en Nueva York. Girls exhibe, sin contemplaciones, el cuerpo desproporcionado y flácido de una chica gorda egocéntrica y neurótica, bastante fea, que se sabe inteligente, escribe bien y lucha por encontrar su sitio.

Hannah Horvath, la protagonista, me cae fatal, nunca sería amiga suya, me parece una persona tarada, glotona, descontenida, patológicamente desinhibida_no pasa nada_ y promiscua_la promiscuidad es la nueva forma de ser hortera_envidiosa, desagradecida, histriónica, narcisa, maleducadísima_por aquí sí que no paso y guarrindonga, que come patatas fritas en la cama mientras llora y/o acosa por teléfono a algún amigo y encuentra especial deleite en orinar despatarrada delante de quien sea, constantemente.

Ayyy amigos, pero Lena...., su creadora e intérprete, Lena Dunham, ella sí que me cae bien. Una de las mujeres más valientes, creativas e inteligentes de nuestros tiempos, esteta, bellísima y con una sensibilidad desbordante, que nos hace entender cruelmente la belleza de Hanna Horvath y la de todas las demás mujeres del mundo, incluyendo la de cada una de nosotras mismas ¡Sí!

Recomiendo la serie a todos, hombres y mujeres, especialmente a los hombres con poca formación en materia de mujeres y por supuesto a las mujeres con poca formación en materia de mujeres. Al principio les resultará duro, pero será enriquecedor.

7. Hablar demasiado. Un poema que me gusta de mi tía Lulú: “Aprendí a hablar al año, a callar a los 60”. Queridos, la facilidad puede ser peligrosísima y grotesca, hablar, por ejemplo, tendría que doler o engordar, pero es tan simple y realizable... Las mujeres pecamos de indiscretas pero sobre todo de hablar profusamente de banalidades... Mi mejor amiga dice que para un hombre, ese despeño verborreico con el que los recibimos detallando todos los pormenores infraestructurales de la vida doméstica es como la criptonita.

Continuará