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La columna de Carla de la Lá

¿Problemas de relación? Piense bien de los demás

La columna de Carla de la Lá

¿Problemas de relación? Piense bien de los demás
¿Problemas de relación? Piense bien de los demáslarazon

He comprobado varias veces que lo primero que pensamos y sentimos de cualquier persona es la verdad, sí, la mera verdad. Esa persona es así, Es. ASÍ. Después, con el trato, la dibujaremos, la repasaremos y la colorearemos como nos dé la gana, como podamos, pero ya no será ella sino YO.

Si tienen dificultades con alguien y desean mejorar la situación, donde hablar no les ha servido en absoluto, empiecen por cambiar lo que piensan de esa persona. Sí, de esa mierda de persona. Marco Aurelio decía que habría que ser tan íntegros, tan conscientes e inteligentes que pudiéramos pensar en alto sin ofender ni escandalizar a nadie. Cuando lo leí, hace años, me impresionó como discurso ético estético pero a los 40 (o desde la cuarta planta, como diría mi querida amiga Ruth Uve), comienzo a comprender su administración más funcional. Porque todo se sabe, queridos.

Parece un chiste de ufología pero la comunicación no verbal es un fenómeno poderosísimo e infravalorado. No me refiero a ese gazmoño diccionario de posturas y gestos de primero de psicología. No estoy hablando de que en una entrevista de trabajo, descrucemos los bracitos, cuando nos interrogue el reclutador, no vaya a haber leído en Cosmopolitan que si entrelazamos las manos o los brazos ocultamos secretos apocalípticos...

La realidad es que todos somos transparentes porque transmitimos contenidos, a través de la mente, sin hablar, ni gesticular. Es como una forma de percepción extrasensorial, como una cognición anómala, alucinante, que nos traiciona en todo momento porque todos sabemos lo que todos pensamos; hasta los más zoquetes, lo presienten.

Piense mal de alguien y perderá su confianza, en poco tiempo.

No soy mentalista (en Montecarlo conocí un mentalista que adivinaba literalmente los números y los colores que yo pensaba, uno tras otro) pero cuando estoy con alguien, percibo lo que piensa, con mayor o menor precisión, puedo percibir con pavorosa nitidez cómo se siente hacia mí y hacia lo que nos rodea...diga lo que diga, cruce o descruce las piernas.

Entre madres e hijos la comunicación no verbal es absolutamente tangible. Mi hijo Pepe sabe cuándo voy a llegar a casa. Mi madre y yo sabemos cuándo hemos de coger el teléfono y llamarnos.

Comiendo con mi mejor amiga (que es física), en su restaurante favorito, el Sando, la semana pasada, me decía que en el marco de la física clásica, la telepatía es imposible pero que, sin embargo, en el contexto de la física cuántica las cosas son diferentes. De hecho, muchos físicos reconocidos trabajan en la posibilidad de que exista la comunicación telepática.

Rupert Sheldrake, bioquímico y fisiólogo de la Universidad de Cambridge, realizó un experimento telepático entre 2003 y 2004 con un porcentaje de aciertos de un 41% que publicó en las mejores revistas científicas. Nuestro cerebro es una máquina infinitamente más potente de lo que en 2018 se ha verificado; pensar que sabemos todo de nuestras capacidades, y de los campos electromagnéticos etc...me parece tan iluso como el juicio de Galileo por sostener que la tierra daba vueltas alrededor del sol, como cuando ejecutaron a Miguel Servet.

En fin, yo lo estoy poniendo en práctica con magníficos resultados. Por otra parte, queridos pero en relación con esto último, ya que estoy chalado-mística esta mañana, atiendan:

Podría escribir un libro acerca de esto que les voy a relatar aquí, de lo segurísima_fijense_que estoy y de lo trascendente que me parece el hallazgo. Tengo pocas certezas y una es la de la primera impresión porque nunca de los nuncas me ha fallado. He comprobado varias veces que lo primero que pensamos y sentimos de cualquier persona es la verdad, sí, la mera verdad. Esa persona es así, Es. ASÍ. Después, con el trato, la dibujaremos, la repasaremos y la colorearemos como nos dé la gana, como podamos, pero ya no será ella sino YO.

Piénsenlo, ustedes que tienen sentido común...cuando conozcan a alguien por primera vez, esa será la única vez que sepan realmente quién es. ¡Apúntenlo! ¡Grábenselo! Porque ese será el único momento objetivo de la relación, corta o larga, positiva o demoledora ...

¡Recuerden ese momento, esa ropa, ese lugar, esa palabra de menos o de más! Archiven ese segundo, donde aún no hay sentimientos, ni vivencias, ni valores, ni patrimonio circunstancial, ni recorrido emocional que lo empañe todo y lo transforme en proyección, en deseo. Sólo existe su cerebro, maravilloso, inteligente, analítico y ese desconocido, y ese vilo.

Esa ocasión será la única en la que serán cronistas y no jueces. Después... en la medida en la que comienza el conocimiento, se agranda el desconocimiento, porque en la tragedia autoreferencial de los hombres, caminamos sobre la subjetividad, sobre la pequeña porción de nuestro cerebro_el consciente_donde se nos permite, donde sabemos habitar.