Turismo y naturaleza

Así es la impresionante y desconocida ensenada del municipio más turístico de Galicia

Este rincón virgen de Sanxenxo (Pontevedra) esconde relatos de barro y sal y se ha convertido hoy en paraje de singular belleza y hogar de miles de aves

Ensenada de Arnosa.
Ensenada de Arnosa. larazon

Amanece en la Ensenada de Arnosa. La niebla matinal se levanta despacio sobre el lecho de juncos y lodo brillante, descubriendo el espejo tranquilo de la marea baja. Garzas y cormoranes salpican el paisaje silencioso, inmóviles como centinelas en la neblina de sal y agua. En este rincón desconocido de las Rías Baixas, el tiempo parece haberse detenido: el murmullo lejano del Atlántico apenas llega tras la barrera natural de la playa de A Lanzada, y Arnosa despierta cada día entre la caricia del mar y el susurro de la historia.

Pocos imaginarían que, a escasos kilómetros del bullicio veraniego de Sanxenxo, existe un paraje costero que se mantiene casi intacto. La ensenada de Arnosa es un reducto aún "virgen" dentro de Sanxenxo.

Este estuario resguardado, entre la península de O Grove y tierra firme, es uno de los espacios más singulares del litoral pontevedrés. Tras su impresionante imagen se esconden huellas de antiguas salinas medievales, chimeneas de ladrillo que cuentan relatos de barro y fuego, y las voces silenciadas de una tragedia marinera. Arnosa es paisaje y memoria: un enclave que condensa siglos de interacción entre el ser humano y la naturaleza.

La historia

La historia de la Ensenada de Arnosa se remonta a época prerromana. En las colinas más próximas, los vestigios de un castro celta evidencian presencia humana desde la Edad de Hierro. Con la Edad Media, Arnosa adquirió importancia gracias a un recurso entonces tan preciado como la sal.

Ensenada de Arnosa.
Ensenada de Arnosa.larazon

Prosperaron aquí salinas costeras que durante siglos abastecieron a numerosos monasterios. El erudito benedictino Martín Sarmiento llegó a describir la sal de Arnosa como de sabor rico y abundante. Sin embargo, con el tiempo, la competencia de la sal importada terminó clausurando estos depósitos. Hoy, apenas quedan vestigios visibles de estas estructuras, cubiertos por la vegetación costera o sumergidos por la acción de las mareas.

A comienzos del siglo XX, Arnosa vivió una segunda revolución con el descubrimiento de arcilla en su lecho. Se instalaron varias fábricas de tejas que convirtieron a Vilalonga en un polo industrial de la cerámica.

Durante décadas, decenas de vecinos trabajaron en las telleiras que se alineaban junto a la costa. La transformación del paisaje fue notable: donde antes había marisma y dunas, surgieron chimeneas, hornos y almacenes, algunos de los cuales aún resisten como testigos del pasado.

El naufragio

El capítulo más trágico se remonta al 25 de febrero de 1940. En plena posguerra, 23 personas murieron tras el hundimiento de un galeón en medio de una galerna. Habían zarpado para recoger arcilla y marisco, cuando un temporal volcó la embarcación. La tragedia fue silenciada durante décadas, pero en 2023 se rindió homenaje a las víctimas y se estrenó el documental "O barro da vida", que recupera la memoria colectiva de aquel suceso y da voz a las generaciones que vivieron marcadas por el dolor y el silencio.

Hoy, la ensenada forma parte del Complejo Intermareal Umia – O Grove, catalogado como ZEPA, humedal Ramsar e integrado en la Red Natura 2000. Las marismas y bancos fangosos de Arnosa acogen cada invierno a más de 10.000 aves acuáticas. Junto a ellas, destacan lagunas salobres y herbazales de juncos que albergan una biodiversidad extraordinaria. El entorno actúa como una incubadora natural para aves migratorias y especies vegetales endémicas, lo que refuerza su valor ecológico a nivel internacional.

Donde antaño hubo explotación industrial, hoy se alzan apenas alguna fábrica con sus chimeneas conformando una especie de paisaje de arqueología industrial. Una de ellas, la chimenea de "La Arosana", sigue en pie. La parroquia de Vilalonga ofrece también elementos patrimoniales como hórreos, cruceros y la Casa da Torre, que permiten trazar un recorrido cultural por la historia local, donde cada piedra y cada ladrillo cuentan una parte del relato colectivo.

Ensenada de Arnosa.
Ensenada de Arnosa. larazon

Aislada del turismo masivo, Arnosa ha sido redescubierta por senderistas y observadores de aves. Existen rutas locales, como la de las Lagunas de Rouxique, que permiten recorrer este entorno natural y patrimonial. Estas sendas, señalizadas y en buen estado de conservación, invitan a una experiencia de turismo lento, respetuoso con el medio y enriquecedor para el visitante. La Xunta de Galicia ha iniciado actuaciones para mejorar la accesibilidad y promover un turismo verde y sostenible, que ponga en valor el lugar sin comprometer su frágil equilibrio natural.

Al caer la tarde, las sombras de las viejas chimeneas se alargan sobre el agua. Arnosa, que fue salina, telleira y tragedia, es hoy refugio de aves y memoria de generaciones. Un lugar donde la naturaleza y la historia se funden en silencio, esperando a ser redescubiertas por quienes buscan algo más que sol y playa: un rincón donde el alma del paisaje gallego se muestra con toda su fuerza y delicadeza.