Fiestas
Así es la romería gallega que asombró al New York Times, donde los vivos viajan en ataúdes
El origen de esta tradición se remonta a la Edad Media, cuando peregrinos y monjes transitaban por el camino de los frailes hasta Compostela
Cada 29 de julio, la pequeña parroquia de Ribarteme, en el municipio pontevedrés de As Neves, se convierte en escenario de una de las romerías más singulares de toda Galicia: la Romería de Santa Marta de Ribarteme, también conocida como la Romería de los Muertos.
Esta festividad, declarada de interés turístico y reconocida internacionalmente por medios como The Guardian, National Geografic o The New York Times, mezcla fe y tradición que atraen a miles de peregrinos y curiosos de todo el mundo.
La celebración tiene como epicentro el santuario dedicado a Santa Marta, patrona de los resucitados y de quienes han estado al borde de la muerte. La tradición, con raíces que se hunden en la Edad Media, consiste en un ritual de agradecimiento: personas que han superado enfermedades graves o situaciones extremas, los llamados "ofrecidos", recorren parte del trayecto metidos en ataúdes que son portados a hombros por familiares y amigos.
A lo largo del recorrido, los cánticos de los romeros, formados habitualmente por tríos de dos mujeres y un hombre, crean un ambiente cargado de emoción y recogimiento.
La primera mención escrita de esta romería data del año 1700, cuando el obispo de Tui instó a la reparación de la antigua capilla de Santa Marta. En 1805 se construyó el actual templo de estilo neoclásico, aunque su historia ha estado marcada por momentos dramáticos, como el incendio de 1939 que destruyó el santuario a pocos días de la romería.
Durante la jornada, que comienza a primera hora de la mañana con misas sucesivas hasta el mediodía, la procesión de los ataúdes se convierte en el momento más esperado. Devotos amortajados, algunos de rodillas, descalzos o portando cirios, acompañan la imagen de Santa Marta por las calles y caminos del entorno.
En los últimos años, la romería ha generado debate debido a la prohibición de la tradicional procesión de ataúdes impuesta por el párroco actual, quien considera que estos ritos pertenecen más al folclore que a la fe.