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Varios años de trabajo
Bodegas Roda lanza su primer blanco
Roda I Blanco, un vino de la añada 2019 procedente de viñedos viejos de viura
Mario Rotllant lo explicó en el momento de su presentación en Madrid: “En mi bodega hemos querido aportar algo básico. No hemos mirado la cuenta de explotación. Queríamos un producto de calidad para disfrutar pero con capacidad de envejecer.” Y tras varios años de prueba y error ya está en el mercado, a 60 euros las 3.000 botellas producidas, el blanco de Bodegas Roda.
Roda I Blanco procede de uvas de viñas situadas en las cabezadas de los viñedos viejos localizados en el entorno de la bodega; terrenos pobres donde se plantaban algunas cepas de Viura, Garnacha o Malvasía de Rioja, variedades tradicionales riojanas con las que se elaboran los grandes clásicos blancos de la Denominación de Origen Calificada. La orografía de la zona de Haro está formada por pequeñas lomas de viña cultivadas a todos los vientos. Las partes altas de las laderas, muy erosionadas por siglos de laboreo, son muy pobres y no se adaptan bien a la variedad Tempranillo. Antiguamente, estas cabezadas se utilizaban para plantar variedades blancas, más vigorosas y productivas que la Tempranillo. Son pequeñas zonas de varios cientos de cepas, justo lo que ocupan los suelos más descarnados. Los suelos están formados por rocas sedimentarias alternas de areniscas y margas calizas y en las cabezadas en muchas ocasiones han quedado las areniscas a la vista. Estas Viuras viven directamente en el suelo del Terciario. Junto a ellas, se plantaban cepas sueltas de otras variedades, como la Malvasía de Rioja, la Garnacha Blanca y algunas que destinaban al consumo de mesa, como la Calagraño y la Moscatel, que en este caso se descartan. Con base de Viura y pequeñas proporciones de Garnacha Blanca y Malvasía de Rioja, el mosto se macera en tinas de roble francés, para luego fermentar en esa misma tina y en bocoyes, también de roble francés. Es en estos últimos donde RODA I Blanco se cría durante 18 meses, a los que se le suman otros 18 de botella antes de ver la luz.
La idea de elaborar un blanco con el estilo de RODA surgió hace casi una década, y durante este tiempo, el equipo técnico ha estado trabajando en el origen, el perfil y la vocación de guarda del vino, hasta que en la añada de 2019 se han dado las condiciones idóneas para elaborarlo y lanzarlo al mercado. Durante ese año, la viña brotó tímidamente, debido a la sequía del invierno. Por suerte, 2018 había sido muy lluvioso y había humedad en las capas profundas. Fue un año seco pero muy benévolo con la vid, pese a las altas temperaturas de final de junio que se repitieron también en julio. Pero la resiliencia de las cepas viejas arrojó una maduración excelente y una cosecha magnífica, con alta calidad y poca producción. En resumen: una añada con un resultado de excelencia, perfecta para lograr un vino blanco capaz de crecer en botella y convertirse en un clásico, del mismo modo que ya lo son sus “hermanos” Roda, Roda I y Cirsion, los grandes tintos de Roda.
Nota de cata
Intenso, lleno de detalles y matices como las notas de pomelo, membrillo o melocotón, que se acompañan de toques cítricos y minerales y refrescantes toques vegetales. Con la madera perfectamente ensamblada, el conjunto es elegante, serio. En la boca destaca su volumen y amplitud. Aparecen de nuevo las notas de frutas como el membrillo y el melocotón y una nota mineral procedente de las calizas del suelo. Con un final cítrico, es un vino perfecto para acompañar toda una comida y con una estructura que le augura una larga guarda.
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