Textura sedosa, color intenso, sonido crujiente, sabores intensos a frutas, miel, frutos secos; y ese aroma inconfundible. Podríamos estar hablando de vino o aceite cuyas catas ya son de todos conocidos, pero hoy abordamos una cata de chocolates.

Al igual que otros productos de uso cotidiano, no reparamos en su elaboración y en su origen, en sus cualidades nutricionales y organolépticas que son esenciales en las calidades resultantes.

Raquel González Setién, catadora y elaboradora de chocolates, afirma que un buen chocolate no tiene más que cacao, azúcar y manteca de cacao o lecitina, en el caso de su variedad sin leche. Siendo sus ingredientes tan limitados es fácil entender la importancia de la materia prima.

En Kaitxo, fábrica de chocolates bean to bar, no escatiman recursos para encontrar la mejor planta de origen y valoran el tratamiento de las semillas, su recolección, fermentado, secado. De todas partes del mundo, desde Filipinas hasta Perú, pasando por el continente africano, se abastecen de la materia prima que tras tostar, triturar, refinar, y madurar entre 2 y 3 meses, entre otras acciones, atemperan, enfrían y envasan para proporcionar exquisitas sensaciones.

Partiendo de tres grandes variedades de producto en origen, Amelonado o Forastero, Trinitario y Criollo; e innumerables subclases, en Kaitxo consiguen, con un tratamiento y elaboración artesanal, diferentes modalidades del preciado alimento. La mejor variedad, según Raquel González, es el Criollo. Con una buena materia prima, un cuidado tratamiento del proceso de elaboración y, en algún caso, experimentando con mezclas de otros productos como el café o el pacharán, esta fábrica de chocolates consigue despertar y deleitar los cinco sentidos.

El mercado del cacao ha sufrido una variable exponencial al alza en los últimos seis meses. Esta situación incidirá, sin duda alguna, en este manjar. Aunque siempre es deseable invertir en una buena tableta ante otros productos industrializados a gran escala.