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Carmen Lomana: “El sexo puede ser incluso mejor con la menopausia”
Publica 'Cuestión de actitud’, donde insiste en que hay que cuidarse y quererse y revela trucos para ello. No soporta a la gente sin criterio y está ilusionada con un nuevo amor
Dice que juega con la “frivolidad” a pesar de que detrás hay una mujer trabajadora y disciplinada. En ‘Cuestión de actitud’ (Martínez Roca), su nuevo libro, insta a cuidarse física y mentalmente, revela cómo combatió los momentos difíciles y asegura que ayuda a ponerse guapa cuando peor se está. Dicen que tiene la mente abierta, le gusta hablar con los jóvenes y también con los que no piensan como ella. Y ahora, confiesa, está ilusionada, en la etapa de “los mensajitos”.
–¿Cuál es su actitud ante la adversidad?
–La misma vida me ha enseñado que debemos resistir y no podemos dejar que nos gane el pulso. No puedes pasarte la vida angustiada por lo que ha pasado o puede pasar: Por eso insisto en querernos y cuidarnos, porque es una forma de no sufrir inútilmente. Para eso están la voluntad y la actitud.
–¿Cuál es la etiqueta que menos le gusta de las que le han puesto?
–Me horroriza que me etiqueten como una persona millonaria, superficial, que nunca ha trabajado; yo no soy así. ¿Frívola? Sí, juego con la frivolidad porque me parece fundamental en la vida para salir de muchas situaciones en las que no hay que dramatizar, es jugar con el humor; con la superficialidad, nunca.
–Afirma en su libro que si hay algo que le desespera «es una mujer o un hombre sin criterio». ¿Se ha encontrado con muchos?
–Pues sí, muchos. Uno de los problemas de la gente es que no tienen criterio, siguen como borregos lo que dice la mayoría. En esta sociedad falta mucha información, cultura y criterio. Uno no puede guiarse por los impulsos de la moda o lo que dicen unos cuantos hasta que te comen ya el cerebro. Me encanta la moda, aunque la sigo dentro de lo que a mí me va.
–Tras la muerte de su marido, Guillermo, relata que entró alguien en su vida del que no sabe si estuvo enamorada. ¿Se lo dijo así?
–Fue una persona que conocía y que en un momento dado, cuando me vio tan hundida y tan mal, creo que pensó que tenía que ayudarme a salir de ese hoyo. Me agarré a él como un clavo ardiendo y me daba alegría, venía a verme a casa, me traía cosas que me gustaban... y llegó un momento en que tenía adicción de que viniera a verme. No sé si fue amor, pero la prueba es que cuando estuve bien ya no me apetecía nada estar con él. Es así de duro y me dijo que sabía que iba a ser así. ¡Fíjate qué generosidad! A la gente, a veces, sin querer, la utilizamos. En cada etapa de mi vida he tenido justo al hombre que necesitaba en cada momento, exceptuando a mi marido, que fue mi gran amor.
–Afirma que el sexo está en nuestra cabeza...
–Claro que está en la cabeza. Como tu cabeza no esté funcionando en ese momento y esa persona no te atraiga vas a tener una calidad de sexo malísima. Y no es cierto que con la menopausia se quite la apetencia, puede ser incluso mejor.
–¿En qué momento está ahora?
–Estoy en un momento en el que me siento muy feliz de haber conocido a alguien que, en un corto espacio de tiempo, me ha llenado muchísimo y hecho emocionarme, estar feliz, mandar mensajitos como una adolescente. Y así estamos, tonteando; porque él no vive en este momento en España, pero creo que va a venir pronto.
–¿La belleza y la elegancia dan poder?
–Dan seguridad; el poder lo da la inteligencia y tener una economía saneada o el poder político. El de decisión, de mover a las masas... El cómo vas y cómo te presentas dice mucho de ti. Más que vestirte, te desviste.
–¿Se puede estar guapa sin tener demasiado presupuesto?
–Cualquier mujer puede tener rutinas de belleza porque hay cremas buenísimas sin ser nada caras. Lo que hay que tener es disciplina para cuidarte cada día, desmaquillarte cada noche...
–¿Qué le parece la consigna de «quiero llegar a casa sola y borracha»?
–Como mujer me avergüenzo y me parece de lo más cutre. No hay nada más patético que una mujer borracha y sin poder hablar. Y los hombres, igual. Que digan vete a tu casa sola y borracha, a mí ese tipo de feministas no me representan en absoluto. Yo no tengo que reafirmar nada, he trabajado toda mi vida, he sido una mujer libre e independiente, no me han tenido que mantener y llevo 36 años cotizando a la Seguridad Social. No tienen nada que enseñarme. Yo sí que les puedo enseñar mucho.
–¿Cómo ve que los piropos puedan ser delito?
–Me parece que es exagerar un poco. Depende de qué tipo de piropos. Si alguien te dice uno y no te gusta pues se le planta cara y le dices que no le has pedido la opinión de si eres guapa, fea o cómo voy y que te deje en paz.
–¿Cómo valora a la ministra de Igualdad?
–A mí Irene Montero, para empezar, me parece que no tendría que ser ministra de nada porque su marido es el vicepresidente; es como una contradicción que esté una pareja en el mismo Gobierno de la misma manera que en una gran multinacional no les dejan ni ligar entre ellos. Es una mujer que no tiene ni cultura, ni sentido de Estado, ni amor a la patria ni sentido de lo que está representando. Está haciendo un agravio comparativo a todas las mujeres trabajadoras que tienen que dejar a sus hijos en guarderías. Se quiere hacer la «chuli» diciendo que lleva a su niña a trabajar cuando no tiene necesidad porque en el Congreso tienen una guardería buenísima y cuenta con suficiente servicio en casa.
–¿Alguno del Gobierno le parece atractivo?
–Bueno, físicamente, Pedro Sánchez, pero no me gusta como político. Cuando hago la fiesta del roscón de Reyes en mi casa vienen de todos los partidos, aunque nunca podría ser amiga de un personaje de Bildu.
–A usted, que está contra el aborto, ¿qué le parece la ley de la eutanasia?
–Pues te va a sonar raro, pero estoy a favor de que una persona, cuando no quiere seguir viviendo porque está en unas condiciones ínfimas, pueda tomar esa decisión. Yo no querría jamás verme así y tengo un testamento vital diciendo que si estoy en esas condiciones me pongan una inyección y me voy tan feliz a otro mundo. La vida para mí merece la pena mientras es vida y es una vida digna.
–¿Cómo se logra no envejecer?
–No, eso no se logra: es un regalo de la naturaleza porque tienes una buena genética. Yo misma me asombro de haber llegado hasta aquí como he llegado. Cuando alguien dice «se ha hecho cuarenta operaciones», ¡pero cómo me voy a hacer 40 si estoy todo el día de cara al público!
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